Autoridades del municipio de Tulum, Quintana Roo, anunciaron la apertura gratuita de sus playas como parte de una iniciativa para garantizar el acceso público a las costas del Caribe mexicano, denominado “Programa de Acceso Libre”.
La medida busca eliminar el requisito de consumo mínimo en hoteles y clubes privados, aunque impone nuevas limitaciones: queda prohibido ingresar con alimentos, bebidas o sombrillas personales.
Medida polémica
De acuerdo con las autoridades locales, esta disposición tiene el objetivo de proteger el entorno natural y reducir la generación de residuos en zonas de alta fragilidad ambiental, como las áreas de anidación de tortugas marinas. No obstante, la decisión ha causado polémica entre visitantes y habitantes, quienes consideran que las restricciones contradicen la promesa de acceso libre y terminan beneficiando a los establecimientos turísticos que operan sobre la franja costera.
El plan contempla la participación de diversos hoteles y negocios que se comprometieron a permitir el acceso sin cobro ni consumo mínimo, pero algunos ciudadanos han denunciado que aún existen obstáculos para llegar a ciertos tramos de playa, especialmente dentro de zonas federales o parques naturales.
Crisis turística y disculpas
La reapertura de playas coincide con un momento crítico para la economía del lugar ya que durante los últimos meses, la ocupación hotelera ha caído a menos de la mitad de su capacidad habitual, afectando tanto a pequeños comercios como a operadores turísticos. Este descenso ha sido atribuido al encarecimiento de productos y servicios, a los abusos en precios y al mal trato hacia los visitantes nacionales.
Ante esta situación, un grupo de comerciantes locales ofreció disculpas públicas a los turistas por los excesos cometidos en el pasado. Reconocieron que las prácticas de sobreprecio, la discriminación y la falta de atención han deteriorado la reputación del destino, provocando una disminución notable en la afluencia. En redes sociales, varios usuarios denunciaron tarifas de transporte elevadas, cobros desproporcionados y restricciones para acceder a playas, lo que generó un efecto negativo en la imagen del municipio.
La caída del turismo también ha provocado cierres de negocios y despidos de personal, lo que agrava el panorama económico local. Expertos en el sector señalan que la crisis se debe no solo a los altos costos, sino también a la falta de infraestructura y a la creciente percepción de inseguridad.
Sanción ejemplar tras agresión
Por si fuera poco, la tensión en el destino turístico se incrementó con la difusión de un video en el que un taxista tradicional agredió a un conductor de aplicación y a un turista extranjero que intentó intervenir. El incidente generó indignación en redes sociales y llevó a las autoridades estatales a sancionar al chofer con la suspensión definitiva de su licencia para operar en el transporte público.
La medida fue respaldada por el sindicato de taxistas, que anunció la separación inmediata del responsable. Este caso reavivó el debate sobre la seguridad y el trato al visitante en Tulum, donde los enfrentamientos entre taxistas locales y conductores de plataformas digitales se han vuelto frecuentes.
A la deriva
Mientras el municipio busca recuperar la confianza de los viajeros, las autoridades enfrentan el desafío de equilibrar la protección ambiental con la accesibilidad y la calidad del servicio turístico, en medio de una de las peores crisis de imagen que ha vivido el destino.
Aunque la idea de “playas libres y gratuitas”, las prohibiciones de ingresar con alimentos, bebidas o sombrillas limitan en la práctica el derecho de los ciudadanos a disfrutar plenamente del espacio público, dicha dualidad ha generado descontento entre turistas y locales, quienes perciben una falta de coherencia entre la intención de democratizar el acceso y las condiciones reales que lo restringen.