CÓRDOBA.- El sector azucarero argentino reaccionó ante la intención de Luiz Inácio Lula da Silva, el presidente de Brasil, de incorporar el libre comercio del Mercosur el azúcar. En un comunicado firmado por las entidades de la actividad, indicaron que la propuesta “resulta inadmisible» y que, de concretarse, significaría un “grave perjuicio para la economía del NOA al tener que competir en condiciones muy desiguales».
Al hablar en la Cumbre del Mercosur en Buenos Aires, el presidente de Brasil, sostuvo que hay “obstáculos que superar, como la inclusión de los sectores automotriz y azucarero en nuestra unión aduanera”. Las entidades argentinas repasaron que el Programa Nacional do Álcool que instrumentó Brasil en 1975 fue para sustituir parcialmente las importaciones de combustibles fósiles mediante la producción y uso masivo de etanol derivado de caña de azúcar. “Implicó décadas de subsidios directos e indirectos, financiamiento estatal a tasas preferenciales, incentivos fiscales y precios regulados, generando una estructura productiva fuertemente apalancada por el sector público», agregaron.
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Por estas políticas se generó una “capacidad productiva excedente sostenida artificialmente y la acumulación de capital y tecnología en el sector, que no hubiese sido posible sin la intervención estatal y la generación de un mercado cautivo y protegido, con acceso prioritario de la caña al mercado energético interno y con subsidios cruzados entre el azúcar y el etanol”.
En ese contexto, subrayaron que se produjeron “distorsiones competitivas a nivel regional e internacional. Tanto es así que en el Mercosur fueron formalmente reconocidas como asimetrías que justifican tratamientos arancelarios diferenciales».
En el caso de la Argentina, se tuvo en cuenta el mercado interno y a la actividad azucarera como “economía regional clave, fundamental para el empleo, la generación de valor agregado y la cohesión social en el Noroeste Argentino”.
“La política seguida por nuestro país busca evitar los impactos de la competencia desleal, que implicaría el ingreso de un producto subsidiado durante décadas y con ventajas acumuladas artificialmente, en claro perjuicio de la competitividad y sostenibilidad de la industria local, que opera sin subsidios equivalentes y que constituye un instrumento de desarrollo y equilibrio territorial”, sostiene el comunicado.
La Argentina mantiene aranceles y medidas de administración de comercio sobre el azúcar, “consistentes con los acuerdos internacionales y con las normas y autorizaciones vigentes en el Mercosur, como mecanismo legítimo para evitar el impacto interno negativo de distorsiones de larga data originadas en el mercado brasilero”.
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Desde el Centro Azucarero explicaron a LA NACION las diferencias entre los sectores de Brasil y la Argentina: en el primero hay 371 ingenios que producen un promedio de 715 millones de toneladas anuales; a nivel local son 19 y generan entre 18 y 20 millones de toneladas por año.
En Brasil, principal productor y exportador mundial de azúcar y etanol, trabajan en el sector -que tiene alrededor del 95% de la cosecha mecanizada- unas 800.000 personas frente a unas 57.000 en la Argentina (clave para Tucumán, Jujuy y Salta).
Jorge Feijoó, presidente del Centro, sintetizó: “Brasil es un actor global dominante, exportador neto de azúcar y etanol, con economía de escala, integración vertical y fuerte inversión en biotecnología y mecanización. Mientras que nuestro país es un productor regional, orientado al mercado interno, con producción limitada y estructura más tradicional, aunque con avances recientes en mecanización y productividad».
En lo que hace a la producción de biocombustibles, en Brasil es un negocio estratégico de gran escala y en la Argentina, el etanol de caña para combustible es más reciente (leyes de biocombustibles desde 2006 y, efectivamente, desde 2010) y representa un uso incremental pero no central como en Brasil.