Independiente salió de la conmoción y ve el futuro en la Sudamericana con mejores ojos

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No se trataba ni mucho menos de un match-point, pero sí de una parada muy brava apenas cuatro días antes de cruzar la cordillera para arrancar ante Universidad de Chile la segunda y decisiva etapa de la Copa Sudamericana. Independiente recibía a River con tres derrotas consecutivas sobre las espaldas, un juego lánguido en el que abundaban las grietas, cuestionamientos a los dirigentes, al técnico Julio Vaccari y a un puñado grande de jugadores, y un clima general proclive a transformarse en conflictivo a corto plazo. Pero el fútbol es presente, coyuntura, momentos puntuales, y en solo 90 minutos las emociones y los estados de ánimo pueden fluctuar de un extremo a otro.

El 0 a 0 del sábado a la noche en Avellaneda le dejó al Rojo un rostro muy distinto al que venía expresando en las semanas previas. Sigue sin ganar, sin convertir goles y en el fondo de la tabla de su zona, pero fue superior en todos los aspectos del juego a su encumbrado adversario tras exhibir sobre el césped muchas de las virtudes que se le elogiaron en el primer semestre. “Recuperamos la intensidad, la presión tras pérdida, intentamos jugar. Demostramos que estamos bien, que no fue suerte lo del semestre pasado”, resumió Rodrigo Fernández Cedrés. La imagen contrastó de modo evidente con la de los encuentros anteriores y la lluvia de aplausos en la despedida certificó que se había abierto un espacio para recuperar las ilusiones de un final de año auspicioso.

Walter Mazzantti ante Armani, en la acción que Vaccari reclamó penal en el clásico por la 4° fecha del Torneo Clausura

Vaccari, uno de los que estaba en el ojo de la tormenta, es un personaje singular. Como fiel admirador de Marcelo Bielsa habla poco (solo en conferencias de prensa), y aunque sin el vocabulario florido y a veces críptico de su mentor, es frontal en las expresiones, a veces sin medir la “corrección política” de lo que dice.

El nivel de relación con los integrantes del vestuario que dirige es -o era- uno de los tantos temas que los resultados negativos pusieron en cuestión. Algunas declaraciones del entrenador bajándole el precio a la calidad del plantel, se asegura, no habrían sido bien recibidas. Tampoco el hecho de darles la inmediata titularidad a Walter Mazzantti, Leonardo Godoy y Facundo Zabala. En los últimos dos casos, con muy poco tiempo de trabajo en Villa Domínico. Nada de esto tuvo en cuenta el entrenador santafesino para ubicar al uruguayo Matías Abaldo como centrodelantero, pese a que solo llevaba dos prácticas con el grupo.

“Empezamos la semana entrenando con un 9 que bajara para formar un cuadrado con el 5, el 8 y el 10 para crear superioridad numérica en el medio y dejar espacios de profundidad para los punteros”, comenzó explicando Vaccari en la charla postpartido, y continuó detallando que probó muchos futbolistas en esa posición -Pussetto, Ávalos, Mancuello, Millán, en algún momento Cabral-, hasta que “a último momento, con lo que ya conocía de él y lo que vi, el que más me convenció fue Matías. Me pareció que era el que mejor podía recibir entre líneas y juntarse con Cabral para hacerle el 2-1 a Enzo Pérez, que era mi pretensión para hacerle daño a River”.

Lo mejor del Rojo ante River

La presencia del juvenil charrúa fue toda una revelación, por algunos pincelazos propios (la cortada que dejó mano a mano a Mazzantti con Franco Armani, por ejemplo), pero sobre todo porque modificó el funcionamiento colectivo del Rojo en ataque. Sin un 9 “de área”, alto y de buen cabezazo, desapareció la tentación de buscarlo de manera continua con centros o pelotas frontales para que las aguante o las baje a quienes llegan de frente, y produjo un permanente movimiento de piezas que al equipo de Marcelo Gallardo le costó controlar y que le dio a Independiente el manejo del partido.

La energía contagiosa de Abaldo recuperó el despliegue que consagró a Felipe Loyola desde su llegada a Avellaneda, aumentó la participación de Cabral y le dio a Santiago Montiel la posibilidad de encarar hacia afuera o adentro sin un segundo adversario que le doble la marca.

El efecto también se trasladó a la presión defensiva, más agresiva y eficaz que en anteriores encuentros, aunque en este punto Vaccari añade un matiz diferente: “Los equipos contra los que nos había tocado jugar no hacen circular el balón y entonces no te dejan presionar. La intensidad, la actitud, la agresividad se ven en duelos con pelotas divididas. Nosotros siempre tenemos la intención de presionar, pero con el balón en el aire no se puede. Contra un equipo como River, que quiere jugar, se plasma mejor esa idea”.

¿Debe considerarse entonces que Abaldo se ganó el puesto en los 75 minutos que estuvo en cancha? El juicio suena apresurado. En la noche del sábado el propio técnico le puso paños fríos a la situación: “Matías puede ir de 10, de wing, de delantero por detrás del 9. Hay cuestiones puntuales que dependen del rival a la hora de decidir quiénes juegan y quiénes no. Respecto al semestre pasado hay más recambio, más variantes. Estamos en el camino correcto, pero el equipo está en el primer paso de su construcción y a algunos de los que llegaron les va a llevar un poquito más de tiempo ponerse a la altura competitiva de lo que requiere este club”.

La Sudamericana, una de las dos competiciones en las que el Rojo quedó en pie tras su eliminación en Copa Argentina, es la meta inmediata; y Universidad de Chile, segundo en el campeonato trasandino luego de 19 fechas disputadas y con Leandro Fernández, un viejo conocido en sus filas, es el obstáculo a superar. El juego, el compromiso colectivo, la tensión y la concentración demostradas ante los de Gallardo sacaron del estado de conmoción a un Independiente que parecía groggy, incluso pese a la ausencia de goles y de triunfo.

Julio Vaccari y Santiago Montiel, tratando de recuperar el nivel que tuvo Independiente en el primer semestre de 2025

El duelo del miércoles servirá para comprobar hasta dónde la mejoría observada fue un espejismo o, como dijo Fernández Cedrés, “un partido para volver a despertarnos y que sea el piso para lo que viene”.

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