No siempre será con fútbol para Independiente. De hecho, las últimas veces necesitó de otros métodos, ya que la fluidez empezó a desgastarse. El candado de San Martín, de San Juan, estuvo cerrado durante un largo rato, pero apareció el goleador para derribar el orden impuesto por el equipo más flojo, pero que le hizo frente al puntero hasta donde pudo. Con un doblete de Gabriel Ávalos, el “Rojo” se mantiene por encima de todos en la zona B del Torneo Apertura.
La tranquilidad que genera una actualidad casi sin imperfecciones en el andar del campeonato y los premios que Julio Vaccari puede entregarle a los futbolistas que le aportaron un triunfo agónico y necesario en la semana, por la Copa Sudamericana (superó a Boston River), tiene la doble lectura del bienestar por las variantes y la exigencia detrás del objetivo.
Pablo Galdames, por ingresar y marcar el doblete clave, y Lautaro Millán, por su importante inserción aquel día, se ganaron un lugar en el equipo, con la calma (y, al mismo tiempo, el debate) que impone la posibilidad de utilizar a Felipe Loyola como lateral derecho. Sin embargo, la presión de tener que ganarle al último de la zona B (y de los 30 equipos) para mantenerse en lo alto imploraba la repetición de las respuestas.
El “Santo” sabía muy bien sus limitaciones y lo poco que pagaba una derrota en Avellaneda, por lo que Leandro Romagnoli paró a sus hombres con una postura defensiva que se imponía y no lo avergonzaba. Intentó hacer su trabajo y la reducción de expectativas que fue indicando el termómetro de la tribuna local indicó que por un gran tiempo lo logró.
Independiente se movió en los primeros minutos con la dinámica y fluidez que exhibió en buena parte de su balance cuatrimestral, mareando los intentos de persecución de los sanjuaninos. Tuvo alguna combinación interesante entre Diego Tarzia (otro que tuvo la chance) y la escalada feroz de Álvaro Angulo, además de algunos pases bochinescos de su ‘10’, Luciano Cabral, pero ahí estuvo el parámetro: debió retrasarse mucho para tomar la pelota y perdió peso en las decisiones ofensivas, como ante los uruguayos.
De a poco, fue el equipo sanjuanino el que se fue ordenando y reduciendo las diferencias de velocidades entre uno y otro, y pasó a plantearle un encuentro incómodo. A los 12 minutos, Millán le quitó la pelota a Rodrigo Cáseres y se fue rumbo al gol, pero dudó entre definir y cederla al medio: sorprendió a Cabral y su control no fue bueno, desperdiciando una chance que desinfló al local. El candado visitante le fue restando ideas rápidamente.
San Martín no hacía daño, exceptuando algún remate potente de Sebastián Jaurena que exigió la firmeza, en dos tiempos, de Rodrigo Rey. El equipo de Vaccari debió hacer un arduo trabajo que no constó en jugar al fútbol como siempre lo intenta, sino más bien en acortar caminos y ganar cada batalla para no perder el hilo de su dominio.
Parecía que la llave estaba en las subidas de Loyola, acaso el que más claro aparecía por la banda derecha para sorprender y siempre rescatar algo. Un centro o un tiro de esquina. Sin embargo, había original y copia en el manojo que abría las puertas del triunfo. El pie de Galdames, esta vez para hacer el pase previo, y los aportes certeros del goleador.
Había avisado Gabriel Ávalos, también a los 12, pero del segundo tiempo. Cabral cambió la marcha y se filtró entre varios sanjuaninos para meter en el área una pelota de manera sutil, con tres dedos, que cayó en el delantero: giró y remató muy por encima. Parecía que no era la noche, entre la poca participación del ‘9’, la apatía colectiva y un rival difícil de romper.
Incluso, la parcialidad ya exponía su desesperación desde los cuatro costados por notar que el equipo no destrababa el trámite, y forzaba con el alarido el cobro de penales que no existieron tras las zambullidas de Santiago Hidalgo (ingresó junto a Santiago Montiel para quitar a los jóvenes extremos) y de Kevin Lomónaco.
No obstante, a los 23 minutos, el sensible pie de Galdames levantó el córner a la altura del primer palo y el cabezazo del paraguayo fue letal: anticipó con su salto y marcó con un frentazo fulminante que el travesaño bajó hacia dentro del arco. El poste tembló y casi cae, así como se derrumbó la resistencia sanjuanina.
Independiente, desde ahí, fue un vendaval. Cinco minutos después, Lomónaco casi convierte de media chilena. A la siguiente jugada, fue Ávalos el que desbordó e Hidalgo tuvo el gol servido, pero lo desechó. Y cuando Romagnoli dispuso la triple variante final, el N°9 le ahogó cualquier sorpresa.
Otra vez Galdames, a los 36, metió un pase alto desde detrás de mitad de la cancha con destino a la corrida de la figura, que la controló y sacó un zurdazo cruzado que volvió a encontrar la red. Independiente le pasó la pelota a Rosario Central para saber si el “Canalla” sigue acompañándolo arriba. El trabajo costó, pero lo concretó. El “Rojo” se ilusiona con cada paso.