Billy Joel, una de las figuras más preeminentes de la música contemporánea, ha cautivado a generaciones con su variado repertorio de canciones. Desde Vienna a Uptown Girl, el cantante ha demostrado su capacidad para emocionar desde diferentes registros. Sin embargo, tras este éxito difícil de igualar se oculta una faceta menos conocida: la del pasado de un joven músico enfrentando demonios personales en sus años formativos.
Antes de alcanzar el estrellato, Billy Joel atravesó varios periodos realmente difíciles que lo llevaron a contemplar lo impensable: terminar con su vida. A su dura infancia, con un padre ausente y una madre alcohólica, le siguió una época realmente oscura tras enamorarse de Elizabeth Weber, quien por aquel entonces era la esposa de su mejor amigo y también compañero de banda, Jon Small, mientras formaba parte del grupo Attila.
“No quiero vivir más”
La vida de Joel en esa etapa estaba llena de caos y aislamiento. Una vorágine de sentimientos que le llevó a revelar a su amigo Small su amor por Elizabeth, desencadenando una tormenta. “Estaba enamorado de una mujer y me dieron un puñetazo en la nariz, lo cual merecía. Jon estaba muy enojado”, cuenta el propio cantante. El sentimiento de culpa y el enfrentamiento inminente con Small se convirtieron en un punto de quiebre: “Me sentí muy, muy culpable. Tenían un hijo. Me sentí como un destructor de hogares”.
En medio de esta turbulencia, Joel se encontró durmiendo en lavanderías y luchando contra una depresión profunda que lo llevó a un intento de suicidio mediante una sobredosis de pastillas para dormir, proporcionadas por su hermana Judy Molinari. «Pensé: ‘Ya está. No quiero vivir más’. Sentía mucho dolor y pensaba: ‘¿Para qué perder el tiempo? Mañana será como hoy, y hoy es un día horrible’. Así que pensé: ‘Lo dejaré así’“. Su segundo intento, con el que tampoco tuvo éxito, fue bebiéndose una botella entera Lemon Pledge. Afortunadamente, un amigo le salvó la vida llevándolo al hospital.
Canalizar sus emociones para componer
Tras estos eventos, y después de internarse en un internamiento en el hospital de dos semanas, Joel decidió girar el rumbo de aquella situación y dirigir su dolor hacia la música. Este proceso dio luz a composiciones emblemáticas, como We Didn’t Start the Fire, donde plasmó sus intensas emociones. Joel ha expresado en varias ocasiones cómo encontró en la música una vía de sanación: “Puedes usar todas esas emociones para canalizarlas en la música”, se dijo a sí mismo.
Todas estas vivencias y el impacto que tuvieron en Billy Joel, no solo como artista sino como persona, son exploradas en profundidad en su nuevo documental, Billy Joel: And So It Goes. La obra ofrece un vistazo íntimo a sus luchas y triunfos, y será accesible al público en HBO desde este mes de julio en diferentes países del mundo, después de su aclamada presentación en el Tribeca Festival.
En el plano personal, la saga continuó con la reconciliación de Joel y Elizabeth, resultando en un matrimonio que duró casi una década, desde 1973 hasta 1982. Aunque su relación con Jon Small sufrió un golpe irreparable, su legado musical siguió creciendo y cimentando su lugar en la historia.
