Inyección anímica (y peligrosa): el increíble recibimiento de los hinchas de Racing para revertir la semifinal a Flamengo

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El infierno cruzó de vereda. El Cilindro de Avellaneda, tan pintoresco con sus luces celestes y blancas del exterior e interior, durante el recibimiento a Racing para enfrentar a Flamengo, en la revancha de la semifinal de la Copa Libertadores, se transformó en un ambiente que sintió el color rojizo del fuego muy cerca. Similar al sucedido en la semifinal de la Sudamericana que conquistó el año pasado (y por el que afrontó sanciones), los hinchas académicos armaron una fiesta tan emocionante, efusiva y característica del fútbol argentino y sus pasiones, como peligrosa por su fuerza, contenido, duración y cercanía entre los hinchas.

Poco importó la advertencia que realizó la Agencia de Prevención de la Violencia en el Deporte (APreViDe), conociendo -evidentemente- las intenciones populares que trascendieron con antelación en las redes sociales mediante diversos mensajes que alertaban un recibimiento tal. Recordó que está prohibido ingresar con material pirotécnico y que, en el caso de que se usaran, se aplicarían sanciones estrictas, de acuerdo a las normativas existentes.

Las bengalas comenzaron a circular cuando los equipos todavía no habían pisado el campo y Gustavo Costas recién se acercaba al banco de suplentes local. Pocos instantes posteriores, las luces del estadio se apagaron y aquella fue la señal para que el espectáculo desde las tribunas comenzara.

Desde las “estrellitas” más inocentes, pasando por el aumento de las bengalas de colores, incluyendo otras de humo, hasta encender los fuegos artificiales más potentes que partieron desde los cuatro costados y apuntaron al centro del Cilindro.

Con una cantidad de gente que habría superado la capacidad permitida (tal lo anunciaban las calles), la fiesta fue como para poner la cara encantadora que puso el técnico de Racing pero también como para preocuparse: fue mucho el fuego que se usó para semejante bienvenida. También pensando que, ante cualquier fallo que resultara de la diversión, no existían espacios para el fácil escape.

De hecho, cuentan que hubo hinchas que ingresaron una vez realizado el recibimiento, cuando ya otros estaban parados sobre escalones no permitidos, o bien posicionados en los anillos que anteceden a las tribunas. La humareda fue tan grande y duradera que, finalmente, el encuentro tuvo su comienzo cinco minutos más tarde que lo reprogramado. En definitiva, fue una fiesta que se preveía así de fuerte y que ya había anunciado su euforia en las calles.

Gustavo Costas lo disfrutó: miró para cada costado y sonrió durante los diez minutos de fiesta.

Porque la llegada del plantel ya había sido caótica. El estadio se visualizaba colmado casi una hora y media antes del comienzo del cotejo (cuando todavía estaba programado para las 21.30) cuando en los ingresos y las calles cercanas la cantidad de hinchas caminando rumbo al estadio resultaba desbordante. A la par, el ómnibus académico tomó un camino que estuvo permanentemente ocupado por los autos que también se dirigían al Cilindro o bien regresaban desde el centro de la Ciudad hacia el sur del conurbano bonaerense, por lo que el andar de los transportes fue a paso de hombre y aquello incluyó a Racing.

Los hinchas rodearon el colectivo de Racing, demorando aún más su llegada al Cilindro.

Aquello se notó, principalmente, sobre el Puente Pueyrredón, totalmente colapsado, con el plantel varado en uno de los costados. Apenas una moto del operativo policial fue posicionado por delante para guiarlos rápidamente, pero no tuvo éxito. De hecho, fue en ese momento cuando Conmebol decidió demorar el encuentro veinte minutos con respecto al horario que había establecido, renovándolo para las 21.50.

Es que, encima, tras dejar atrás aquel cúmulo de autos, en las proximidades al estadio lo esperaba el amontonamiento de fanáticos que querían recibir al micro desde cerca, haciéndoles sentir el calor del optimismo por revertir la historia. Así, ya en las calles apareció el primer capítulo de los fuegos artificiales y las bengalas para que la llegada sea más festiva, aturdidora y motivadora. Se pronosticaba que esas pirotecnias reaparecerían al momento de la salida de los equipos al campo de juego, aunque aquella era la segunda parte de lo preparado por la gente: mucho más peligrosa por ser en las tribunas y con cada hincha pegado al otro, sin hueco alguno.

La vista aérea de la pirotecnia que lanzaron los hinchas en las calles que colapsaron para recibir al ómibus académico antes de ingresar al Cilindro.

El plantel de Racing terminó arribando al Cilindro cerca de las 20.40, debiendo aún la realización de los movimientos precompetitivos sobre el campo de juego. Además, el recorrido obstaculizado por la cantidad de gente y automóviles ya lo había padecido el micro que trasladó a Flamengo, que tardó alrededor de una hora y media desde que salió del hotel en donde realizó la concentración (un complejo en Hudson, la dirección contraria) hasta el estadio. Sin embargo, llegó media hora antes de lo hecho por la Academia.

No entra un alfiler: el Cilindro, explotado de gente, tendría más presencias que la permitida y, sumando la cantidad de pirotecnia utilizada, puede sufrir sanciones como el año pasado.

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