Jacques Mourad, arzobispo en Siria: “Todo lo que Trump está haciendo en Medio Oriente para imponer la paz, está mal”

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ROMA.- A casi una año de la caída, en diciembre pasado, de la dictadura del clan Al-Assad en Siria después de más de 50 años, Jacques Mourad, arzobispo sirio-católico de Homs, la tercera ciudad más importante de ese país, no oculta su desasosiego.

En una entrevista con LA NACION, este monje de 57 años describió una situación desastrosa: después de la euforia de la liberación del régimen de Al-Assad por el exlíder jihadista Al-Shaara -que ayer se reunió con Donald Trump en la Casa Blanca-, para él Siria fue olvidada por la comunidad internacional: allí, al margen de una enorme pobreza, “todos los días hay personas que mueren” por violencia y venganzas sectarias.

Jacques Mourad en Homs

Mourad expresó sus dudas sobre el gobierno del presidente interino Ahmed al-Sharaa, líder de la alianza rebelde Hayat Tahrir al Sham (HTS) que derrocó en diciembre pasado el régimen de Bashar Al-Assad y que ayer se reunió en un hecho histórico con Donald Trump en la Casa Blanca. Mourad lamenta una falta de visión clara hacia el futuro no sólo para su país sino también para todo Medio Oriente y fue lapidario tanto con Israel como con el plan de paz impuesto por Trump para detener la guerra en Gaza. “La paz por la fuerza no es una verdadera paz. Todo lo que Trump está haciendo, intentando imponer la paz en Medio Oriente, está mal”, aseguró.

Mourad, que hace diez años fue secuestrado durante siete meses por jihadistas que lo torturaron para que renunciara a su fe y que se salvó gracias a algunos musulmanes que lo ayudaron a escapar, recibió en Roma un premio de la Fundación Juan Pablo II “por su incansable compromiso con el diálogo interreligioso y la construcción de la paz”. Además, fue uno de los principales oradores en la presentación del Informe 2025 sobre la libertad religiosa en el mundo de la fundación Ayuda a la Iglesia Necesitada, así como en el Encuentro Internacional por la Paz de la Comunidad de San Egidio.

El arzobispo sirio-católico Jacques Mourad (Credito ACN/Flavio Ianniello)

-Se está por cumplir un año de la caída del régimen de Al-Assad. ¿Cómo es la situación ahora en Siria?

-No es buena. Lamento decirlo y esto se debe a que la violencia sigue y también sigue la injusticia, en diversos modos, en todo el país. Es decir, no solo hay injusticia en los palacios de justicia, que no son tales, sino, también, en todas las instituciones del país. Además, la pobreza ha aumentado aún más…

-Cuando cayó el régimen, hace casi un año, de un día para el otro, se percibía esperanza. ¿Y ahora?

-Ahora falta esperanza, no hay nada de esperanza y si quizás el pueblo tiene algo de esperanza es gracias a su fe, no a la realidad que vive en en el terreno… No tenemos una visión para el futuro…

-Al-Sharaa, el presidente transitorio, que vemos que se mueve mucho, reciclado con traje y corbata, ¿tiene respaldo o no?

-De hecho, hay una doble cara. En mi opinión, las palabras son palabras. Es fácil decir palabras bonitas, hacer propuestas, pero en la vida cotidiana es un desastre. El problema es que el mundo puede ver si quiere, pero no quiere ver, quiere olvidar a Siria.

-Así que, para usted, ¿Siria ha sido olvidada?

-Ha sido olvidada y ha empeorado.

-¿Estaban mejor cuando estaba en el poder Bashar Al-Assad?

-No, claro que no, para nada. Para mí y para todos habernos liberados de Al-Assad fue algo bueno, claro. Pero no hemos pasado de un régimen criminal, autoritario, de una dictadura, a un régimen mejor. No es mejor. Y esto puede verse en los resultados de las elecciones parlamentarias (de octubre pasado), del Congreso Nacional, de la Constitución. Si el mundo quiere ver, puede; al menos en las cosas que están claras.

Combatientes beduinos avanzan por el poblado de Wolgha, en la campiña occidental de Sweida, en el sur de Siria. (Xinhua/Str)

-¿Qué es lo peor para usted?

-Que todos los días hay personas que mueren, que matan, sobre todo de la minoría alauita y que las venganzas no terminan nunca con esta situación. Así que me pregunto, ¿a dónde vamos, a dónde llegamos con este método? No lo sé.

-¿Cómo es posible que ocurran todas estas matanzas y venganzas? ¿No hay fuerzas policiales que controlan?

-Claro, está todo organizado en el nuevo gobierno, pero justamente por esto es responsable de todas estas venganzas.

-¿Se conocen las cifras de muertos?

-Seguramente ellos las tienen, pero son muchos. En un año tuvimos verdaderamente muchísimos muertos, en la costa, también en Homs, muchos, y en el sur, en Sueida. Todos los días hay personas que mueren.

Fuerzas de seguridad sirias montan guardia mientras residentes abandonan los barrios de  Sheikh Maqsoud y Achrafieh en Alepo, Siria, el 7 de octubre del 2025. (AP foto/Omar Albam)

-Como líder de la minoría cristiana sirio-católica, ¿cómo vive todo esto? ¿También se siente bajo amenaza?

-No, no me siento amenazado, pero no es fácil vivir sin una visión clara. Lo cierto es que nuestro país y todo Medio Oriente carecen de una visión clara de futuro. Sobre todo, porque también es evidente que Israel, con su fuerza única, está al mando. Los cristianos son parte integral del pueblo de esta región y, junto con otras comunidades, son víctimas de persecución religiosa, política y social. Sufren pobreza, hambre, falta de respeto a su dignidad humana, marginación social y política, y violencia. A pesar de todo, son un pueblo que resiste y no se rinde. Como cristianos, cumplimos nuestra función y misión de ser agentes de diálogo, como nos enseñó el papa Francisco… De ser, dondequiera que estemos, artífices de la reconciliación, promotores de la sanación para los oprimidos y consoladores para las víctimas de la injusticia. Frente a los intentos de imponer una corriente salafista fundamentalista que desprecia toda forma de libertad, seguimos creando espacios de encuentro y diálogo, tanto intelectual como teológico.

-¿Cómo es visto en Siria el frágil plan de paz entre Israel y Hamas de Donald Trump?

La paz por la fuerza no es una verdadera paz. Todo lo que Trump está haciendo, intentando imponer la paz en Medio Oriente, está mal. Aunque esté convencido, también hay que respetar a todos estos pueblos: iraquíes, sirios, kurdos, libaneses. Es un deber respetar a las personas y a los pueblos de países independientes. Lo que está haciendo está en contra del derecho humano. Los pueblos de Medio Oriente, a pesar de toda la diversidad étnica, cultural y religiosa que constituye su identidad, se caracterizan por un fuerte sentido humanitario y por su compromiso político, social y religioso. Sin embargo, lamentablemente, los conflictos políticos, intrínsecamente ligados a los intereses económicos globales, han convertido a esta rica región en una zona de guerra permanente y la han despojado continuamente de su poder económico.

Una iglesia en Damasco, destruida por un atentado

-¿Por eso el éxodo de cristianos de toda la región?

-Claro. La emigración cristiana representa una amenaza real en Siria hoy, tanto es así que podemos decir que la Iglesia está muriendo. Pero las causas del éxodo no están vinculadas a la Iglesia, sino a la desastrosa realidad política y económica. Es imposible intentar limitar una ola migratoria sin establecer primero un modelo político de gobierno bien definido en Siria y un sistema de seguridad sólido. Esta seguridad no se limita a la voluntad y el esfuerzo internos, porque el conflicto en Siria no es una decisión interna.

-¿En qué sentido?

-En el sentido de que la decisión estadounidense en el tratado de paz entre Siria e Israel forma parte de nuestras preocupaciones. Somos conscientes de que la mayoría de nuestros problemas se deben a la presencia de la entidad sionista en Tierra Santa. Pero si el precio de este tratado es, por un lado, despojar al pueblo sirio de su territorio —me refiero a los Altos del Golán— y, en consecuencia, alterar el mapa geográfico y político de la región; y, por otro, esclavizar a los residentes de Damasco privándolos de las fuentes de agua de los Altos del Golán, ¿quién aceptaría semejante tratado? ¿Dónde están los valores de los derechos humanos que deberían contribuir a la toma de decisiones justas para ambas partes? Y me pregunto cuál es el rol de las Naciones Unidas en la construcción de la paz… En los últimos 40 años hemos asistido a una multiplicación de guerras y de conflictos internos en el mundo y, lamentablemente, no vemos ninguna acción eficaz de parte de las Naciones Unidas.

El presidente ruso Vladimir Putin recibe al líder sirio Ahmad al-Sharaa en el Kremlin

-Recientemente Al-Sharaa fue a Moscú a ver a Putin, a quien al parecer le pidió la extradición de Al-Assad. ¿Cómo repercutió eso en Siria? ¿Cómo lo ven a Putin?

-Para mí, personalmente, tanto Putin como todos los referentes de la comunidad internacional son responsables de todas las víctimas de todos estos años de guerra en Siria y de todo el mal que seguimos viendo en el mundo. No sé hasta dónde son conscientes de sus responsabilidades de todo este mal que vemos en el mundo.

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