El recorrido de Jimena López en el mundo del transporte y la logística no fue lineal, pero sí coherente. Desde sus inicios en el Congreso de la Nación, donde trabajó en las comisiones de Transporte e Intereses Marítimos, hasta su llegada a la Secretaría de Transporte, su labor siempre apuntó a entender —y transformar— la estructura logística de un país marcado por la centralización, el subsidio y la descoordinación modal.

«Fue un año de muchísimo aprendizaje. Trabajé con equipos técnicos muy formados y enfrentamos temas complejos todos los días. Ahí empecé a interiorizarme a fondo en la lógica del transporte y del sistema portuario.»
Durante su gestión en la Secretaría de Transporte, López intervino en discusiones tarifarias, conflictos sindicales y negociaciones federales, además de la estatización de la hidrovía, experiencias que le dieron herramientas clave para su siguiente desafío.
El puerto como espacio de gestión integral
En diciembre de 2023 asumió como presidenta del Consorcio de Gestión de Puerto Quequén. Si bien encontró una estructura consolidada, detectó la necesidad de impulsar cambios profundos en la articulación interna, la trazabilidad de procesos y la cultura institucional.
«Uno puede venir con ideas, pero si no cambia el sistema de funcionamiento interno, todo queda en un cajón. Acá hay mucho saber técnico, pero muy encapsulado. El desafío es integrar.»
Desde su llegada, López implementó un modelo de trabajo colaborativo, con procedimientos profesionalizados y equipos interdisciplinarios, avanzando hacia certificaciones de calidad internacional.
«No se puede gestionar el segundo puerto más importante de la provincia como si fuera un almacén. Necesitamos sistema, trazabilidad, control y visión.»
Uno de los temas clave en su gestión es la licitación del elevador de granos, actualmente concesionado por Terminal Quequén S.A., un proceso demorado por años y que ahora avanza con planificación y articulación técnica y jurídica.
«Es una licitación con impacto directo sobre más de 100 familias y sobre el 80% del PBI local. No puede fallar.»
Un sistema logístico con cuellos de botella en tierra
Con la experiencia acumulada a nivel nacional, López tiene una visión crítica del sistema logístico argentino. El mayor cuello de botella, señala, está en tierra, donde el transporte por camión sigue siendo la única alternativa en la mayoría de los casos.
«Hasta los 300 km el camión es eficiente. Después de eso, ya no. Y la Argentina tiene miles de kilómetros de mercadería viajando en camiones. Eso eleva costos, desgasta infraestructura, genera demoras y contaminación.»
Desde su gestión, busca diseñar un corredor logístico interno más eficiente para Quequén, reduciendo los tiempos de espera de los camiones, protegiendo el pavimento urbano y disminuyendo el impacto sobre la comunidad.
«Somos un puerto dentro del tejido urbano. Tenemos que convivir con la comunidad y con su calidad de vida.»
Cultura institucional, cambio y diálogo
Además de los desafíos operativos, su gestión enfrenta la tarea de transformar la cultura institucional del puerto. Esto implica repensar la comunicación, la distribución del poder y la toma de decisiones.
«Venimos de estructuras verticales. Hay que pasar a una lógica más horizontal, más matricial. No para borrar roles, sino para sumar miradas.»
López reconoce que la resistencia al cambio no es exclusiva del puerto, sino una característica común en organizaciones con fuerte tradición. Por ello, insiste en acompañar los procesos, comunicar mejor e instalar nuevos hábitos de manera gradual pero firme.
«Trabajamos con voluntades humanas. Con miedos, con inseguridades. El cambio da miedo. Pero si no cambiamos, nos quedamos quietos. Y hoy la competitividad requiere agilidad, cooperación y profesionalismo.»
Un mensaje a las que vienen
Ser la primera mujer en presidir el Consorcio de Gestión de Puerto Quequén ha sido un desafío personal e institucional. López tuvo que abrirse camino en un sector tradicionalmente masculino, con estructuras rígidas y muchas veces excluyentes.
«En estos espacios, las mujeres tenemos que demostrar el doble. Incluso se nos evalúa distinto. Cuando un hombre se enoja, tiene carácter. Cuando lo hace una mujer, es un problema.»
Con el tiempo, construyó relaciones de respeto, confianza y trabajo con el directorio, los sindicatos y el sector privado, aunque no sin conflictos.
«A veces me frustraba. Pero aprendí que no se le puede imponer nada a nadie. Las cosas llevan tiempo. Y hay que hablar mucho más de lo que una espera.»
Para las jóvenes que hoy empiezan a ocupar espacios de decisión, López deja un mensaje claro:
«Nosotras creemos que tenemos que tener todos los diplomas antes de aceptar un cargo. Hay que confiar más en una misma. Lo que no sabés, lo vas a aprender. Y si algo sale mal, siempre se puede corregir.»