“Siempre supe que quería ser futbolista, pero cuando era chico, la pastora de una iglesia me dijo que iba a ser pastor”. Jonathan Schunke es el protagonista de esta frase. Y el dueño de una historia en la que la fe y el fútbol lo acompañaron a lo largo de su vida. Fue un marcador central combativo. Por su aspecto, un vikingo adentro de la cancha: “Alguna pierna fuerte había, pero todo quedaba ahí”. Sin embargo, afuera del campo de juego y ya retirado, su voz transmite mucha paz ante cada respuesta.
Su carrera como futbolista fue mucho más importante de la que hubiese imaginado. Quedó libre de Estudiantes a los 15 años. Se probó en muchos equipos. Le dijeron que era lento y hasta que no tenía las condiciones para ser jugador profesional. La fe, un puntal desde que era chico, le dio fuerzas para seguir. Tuvo un maratónico paso en el fútbol del ascenso y, sin esperarlo, regresó con mucha felicidad al Pincha, institución en la que dejó una gran marca. Durante unos días, debió luchar contra una extraña enfermedad de la que nunca tuvo miedo. Su recorrido como futbolista se fue apagando debido a los dolores que le generaba una malformación que tuvo desde su nacimiento.
Con el retiro sintió tristeza, pero siempre tuvo en claro que algún día se iba a dar: “Nuestra felicidad y nuestra satisfacción no sólo está ligada a hacer algo que nos gusta”. Con el título de DT en su poder y con lo que aprendió de varios de los técnicos que tuvo en toda su carrera, siguió vinculado al fútbol. Estudiantes volvió a su vida y actualmente es el entrenador de la reserva del Pincha.
Pero su día a día desde que era pequeño va de la mano con la religión y hoy también se desempeña como pastor evangélico: “Se cumplieron las dos cosas: ejercí la profesión que tanto amé y también ejerzo la fe, que ha sido el sostén de mi vida”. Un video suyo se hizo viral por darle la bendición a una pareja de recién casados en Paraguay.
Jonathan Schunke nació en 25 de Mayo, en Misiones, tiene 38 años y es dueño de una larga trayectoria futbolística a la que describe como “muy buena, por todo lo que me tocó vivir”. “En base a mis condiciones futbolísticas y de carrera, de cómo se dio, es muchísimo más de lo que me hubiese imaginado. Para muchos no daba la medida para ser jugador de fútbol. He pasado por muchísimos clubes probándome hasta muy grande para lo que son las pruebas, hasta los 20 años, y en esos lugares me decían que era lento o que no tenía las condiciones para ser un jugador profesional. Pero tuve mucha fe, que fue la que me sostuvo en esos momentos, siempre perseveré y a mí me hizo continuar, esa fue la diferencia o lo que me diferenció de otros jugadores con otras condiciones o cualidades”.
De chico viajó a La Plata para comenzar con su sueño: “Estuve en Estudiantes a los 15 años. En octava me dejaron libre y arranqué un camino opuesto o diferente a la mayoría de los jugadores”. Sus inicios en el profesionalismo los hizo en el ascenso. Jugó en Guaraní Antonio Franco de Posadas y en Real Arroyo Seco en el viejo Argentino A. Luego pasó a la B Nacional para vestir los colores de Almagro. Tuvo su estreno en primera división en Godoy Cruz. Regresó a la B, donde vistió las casacas de Ferro y Almirante Brown.
Sin embargo, las vueltas de la vida lo trasladaron al mismo lugar en el que todo comenzó para Schunke. En 2012, regresó a Estudiantes; esta vez, para jugar en Primera: “Volver fue buenísimo. Jamás pensé que iba a regresar después de 10 años. No lo imaginé. Sin saberlo arrancó una historia personal muy linda con el club”. En el Pincha estuvo hasta 2020, jugó 257 partidos y convirtió 12 goles. Toda una vida para ese marcador central que en la cancha imponía presencia con su look de vikingo con la barba colorada y tupida.
Aunque esa imagen de defensor férreo sólo quedaba en el campo de juego: “Tuve peleas en la cancha de las que quedan ahí, alguna pierna fuerte, pero no mucho más que eso. Me hacía muy fuerte en ese aspecto combativo, en el campo de juego me transformaba en algo de lo que afuera soy muy distinto”, reveló.
Durante su paso por el León, debió ponerle pausa a un momento de carrera. En 2018 un sufrió un extraño caso de meningitis: “Fue muy raro. Arranqué con un dolor de cabeza que se acrecentó muchísimo. Nunca había sentido y tenido dolores de cabeza de ese tipo. Se me pasaba con alguna pastilla, pero después no había caso”.
Pero los días pasaban y el dolor persistía: “Arranqué un martes, siguió el miércoles y el jueves. Esos días me hicieron tomografías, análisis de sangre y me daba todo bien y creo que un viernes a la noche, que no daba más del dolor, mi señora le escribió al médico del club que yo estaba mal”. En ese contexto, la decisión de los profesionales fue ir un poco más allá: “Mi médico personal Jorge Lambre, junto con los médicos de Estudiantes, decidieron hacerme una punción lumbar porque clínicamente no tenía síntomas de una meningitis, pero como no había otra cosa me hicieron la punción. Entonces se reveló que tenía una meningitis viral”, reveló.
Sin embargo, no era un caso más de esta enfermedad. Se trataba de un caso más complejo: “En ese momento había registrados apenas seis casos en el mundo de esa meningitis y me tocó a mí. Gracias a Dios no pasó más que ese dolor de cabeza que me partía. Y por la intervención rápida y la medicación a tiempo estuve 12 días internado, pero pude salir y seguir con mi vida normal. Me acuerdo que fue un post partido, un domingo; me entrené dos días con dolores”. Los temores no se apropiaron de Schunke: “No me dio tiempo de tener miedo, porque primero no sabía que tenía y no era consciente en ese momento de lo que significaba una meningitis. Siempre me transmitieron tranquilidad, pero tampoco sabía realmente lo que tuve y lo riesgoso que era”.
Luego de ocho temporadas vistiendo la camiseta de Estudiantes y tras la pandemia, en 2021 apareció en su camino Aldosivi, de Mar del Plata. Luego se fue a Paraguay, donde vistió la casaca de Sportivo Luqueño. En los últimos años como jugador, su cuerpo comenzó a dejarle un mensaje. “Tengo una malformación de nacimiento en las caderas, que tengo un hueso que creció diferente. Eso generó una artrosis, y con el tiempo me dificultaba bastante. El último año lo sufrí mucho eso, entonces hubo un momento en el que dije basta, porque el físico no me daba para más”.
Por entonces emigró a Chile, donde de a poco fue asimilando el retiro como futbolista a finales de 2023: “Yo estaba en Deportes Santa Cruz, en segunda división. El torneo en Chile se jugaba desde enero a octubre, y ese mes volví a Guaraní Antonio Franco a jugar el Torneo Regional Amateur. Ese fue el final”.
Para Schunke, el retiro no significó una frustración, ni tampoco una situación que lo afectó emocionalmente. “Sentí que ya estaba. Uno se va preparando y sabe que en algún momento se va a terminar. En esto, la fe me ayudó mucho en que esto continúa y que nuestra felicidad y nuestra satisfacción no sólo está ligada a hacer algo que a nosotros nos gusta. Es mucho más profundo”, contó al respecto.
Y agregó: “Uno entiende cosas que tienen mucho valor y es el tiempo de la vida, así como uno nace y sabe que no va a estar más en esta tierra. En este caso, en el fútbol vas entendiendo que tiene un final”. A pesar de todo, la tristeza tuvo un espacio durante su duelo: “Obviamente, fue doloroso decir que no iba a jugar más. Ese punto final de ir a buscar mis cosas, ese último día de profesión y cuando dije que dejaba de jugar, las lágrimas y el dolor estaban, pero la vida continúa”.
Lo que sigue después del fútbol muchas veces se convierte en un momento de incertidumbre para los exjugadores, pero Schunke siempre tuvo claro lo que quería: “Sabía que iba a estar ligado a este deporte. Pero no sabía dónde y cómo iba a arrancar”, reveló. Mientras todavía jugaba, se recibió de director técnico en 2016 y luego de sus 18 años de trayectoria como jugador comenzó como entrenador de la reserva de Estudiantes de La Plata, el club que tanto lo marcó durante su etapa como futbolista. Asumió en enero de 2024. “Me apasiona lo que hago, pero no estoy aferrado a esto. Me encanta, pero sin esto puedo seguir viviendo, lo mismo que me pasó con el fútbol”, manifestó Schunke.
En su nueva función, ahora desde el banco de suplentes, Schunke contó que muchos entrenadores que formaron parte de su carrera le dejaron enseñanzas, aunque no eligió ninguno en particular porque cree que sería injusto: “Todos fueron una escuela para que yo pueda ejercer”.
Fueron varios los nombres que mencionó y cada uno le aportó conocimientos que utilizó como jugador y los emplea como DT: “Me marcó Blas Giunta en Almirante Brown; Mario Gómez, en Ferro, que me dio la cinta de capitán y me enseñó mucho. En Estudiantes, Diego Cagna. También Mauricio Pellegrino, que fue un profesor para todos nosotros y me cambió la idea que yo tenía del fútbol. Él me hizo entender y profundizar más sobre un deporte que practicaba porque me gustaba y nada más, y me hizo ver que había cosas más lindas detrás del deporte. También Gabriel Milito, que nos enseñó muchísimo en cuanto al juego, lo mismo que Nelson Vivas”.
Más allá del fútbol, la vida personal de Schunke siempre estuvo acompañada por la fe. “Siempre me acercaba a la iglesia como un lugar físico y también en mi casa, eso fue siempre”, revela. Un recuerdo de su 25 de Mayo natal lo acompaña: “Siempre cuento que cuando tenía 13 o 14 años iba a una iglesia luterana, y cuando iba a dar la comunión la pastora del lugar me dijo que yo iba a ser pastor. En ese momento no le contesté, porque no entendía lo que me decía y por dentro pensaba que yo quería ser jugador de fútbol. Hoy, mucho tiempo después, se cumplieron las dos cosas: ejercí la profesión que tanto amé y también ejerzo la fe, que ha sido el sostén de mi vida, más aún en un ambiente difícil, donde muchas veces las luces te hacen confundir, pero el Señor me trajo a él y a tierra para centrarme en lo verdadero”, confesó.
Jonathan Schunke está en pareja con su esposa Rosi, quien también lo acompaña en la fe y ambos luchan por un gran deseo: “Hemos perdido dos embarazos, pero estamos en la búsqueda de ser papás”, cuenta. Además, tiene a su hermana Camila, que vive en 25 de Mayo, y a sus dos hermanos también vinculados con el fútbol: “Richard juega en Independiente del Valle, en Ecuador, y Valter es entrenador de la novena división y de la tercera en Estudiantes”.
Su papel como pastor evangélico es una tarea que se fue dando: “Con mi esposa le compartimos la palabra a los chicos, abrimos nuestra casa. El pastor da alimento a las ovejas y el alimento es la palabra, en este caso somos pastores porque alimentamos a la gente con la que compartimos”. Otro de los conceptos que le explicó a LA NACION, tiene que ver con el aprendizaje: “Por ejemplo, para ser entrenador necesitás un título. En este caso, no hay un lugar para recibirme de pastor. No hay una facultad en la que te dan un título en una hoja, pero hay mucho trabajo y estudio en el cual uno necesita conocer de lo que está hablando”.
Su compromiso con la fe es diario y explicó de qué manera lo afronta: “Trabajamos mucho por Zoom y también vamos a la iglesia. A veces soy el que predica cuando el pastor no está o cuando me lo piden. En Paraguay compartimos con muchos chicos, muchas veces viajamos, y eso es lo que hoy me toca hacer”. Y fue justamente en ese país desde donde se viralizó un video en el que se lo ve a Jonathan Schunke de traje, corbata y micrófono en mano, adelante de una pareja de recién casados formada por Jesús Alvarenga, excompañero suyo en Sportivo Luqueño, junto a su novia Nicol. “Fuimos a darle la bendición a través de la palabra a una pareja de chicos que conocimos allá. Incluso preparamos el momento en el que le pidió casamiento y tiempo después me pidió que vayamos a darle esa bendición”, contó el entrenador.
En el fútbol, la religión ocupa un lugar muy importante para varios futbolistas, que en celebraciones de goles o entrevistas hacen referencia a la fe con alguna frase. El exfutbolista explicó por qué se da este fenómeno: “El hombre necesita de la fe y de la espiritualidad. Nosotros, los cristianos, entendemos que es el lugar donde está Jesús, pero en general todo hombre necesita de algo superior, algo espiritual, y es el lugar donde Dios viene a habitar, en el espíritu. En un ambiente con muchas presiones, necesitamos de algo. Cuando se dice que el hombre solo puede, no es así. Siempre necesitamos alguien al lado”.