José María Listorti recordó su paso por Showmatch y reveló las internas del programa

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El presente escénico de José María Listorti encuentra su máxima expresión en la interpretación del emblemático cangrejo Sebastián en la versión teatral de La Sirenita de Disney. Este papel consolida su vigencia en la industria del espectáculo y, al mismo tiempo, despierta la mirada retrospectiva hacia una trayectoria marcada por el éxito televisivo en ciclos como VideoMatch y ShowMatch, donde Listorti forjó su popularidad acompañado de Marcelo Tinelli.

Durante su visita a Intrusos (América TV), José María evocó sus días en VideoMatch y ShowMatch, programas que definieron la televisión de humor argentina en el cambio de milenio. La conversación permitió que el actor relatara, ante imágenes emblemáticas del ciclo de Tinelli, la intensidad con la que se vivía el proceso creativo. “En el momento en el que hacíamos todo esto no nos dábamos cuenta, por momentos lo disfrutábamos y por momentos no”, confesó Listorti, reflejando que la dimensión de aquel fenómeno mediático solo resultó clara con el paso de los años.

Listorti explicó el vaivén emocional que generaba el trabajo diario: “Había momentos en el que vos grababas notas y no salían al aire y te angustiabas y cuando embocabas un personaje lo disfrutabas, pero ahora a la distancia y con la ausencia de un programa de humor es como que se valora más”. De esta manera, puso en evidencia ese doble filo entre la satisfacción profesional y la frustración por las exigencias internas y externas. Reconoció que el humor televisivo en la época dorada de los formatos de Tinelli implicaba un ritmo vertiginoso y criterios selectivos muy rigurosos, donde no todo el material producido encontraba su espacio en el aire.

Al referirse a la admiración pública, Listorti expresó una gratitud particular: “Yo siento que la gente nos agradece y que ya no pasa de juntarse en un programa de televisión porque cada uno está con su plataforma”. Su comentario deja entrever una visión lúcida sobre los cambios en el consumo cultural y la dispersión de audiencias en tiempos de redes sociales y streaming, donde la construcción de comunidad en torno a un mismo espacio televisivo resulta más difícil de replicar que hace dos o tres décadas.

La sorpresa que todavía experimenta al notar que nuevas generaciones citan frases de sus antiguos personajes anima a Listorti a reflexionar sobre los motivos detrás de esa vigencia: “Supongo que la pandemia hizo que aparezcan videos y que los padres los muestren a sus hijos”.

El humorista dejó claro que no arrastra arrepentimientos por sus años en la televisión, aunque matizó: “No me arrepiento de nada, me animaría a repetir casi todo lo que hice hace años: menos el tema de ponernos desnudos, pero después el texto todo adaptado puede estar”. Esta declaración ofrece una perspectiva honesta sobre las licencias creativas de otra época. Si bien el contexto social y los estándares de sensibilidad han evolucionado, Listorti contempla su historia profesional sin culpas y con disposición a revisar los elementos que podrían requerir adaptación en el presente.

La presión por sorprender a Tinelli y que el contenido grabado llegara efectivamente a la pantalla fue un tema recurrente en las declaraciones de Listorti. “Decíamos que hacíamos el humor para Marcelo porque entendíamos que lo que le gustaba a él le gustaba a la gente”, recordó el actor, explicando que el equipo de humoristas sometía su creatividad a la mirada del conductor, convencido de que el interés del público pasaba por esa afinidad.

El proceso de producción imponía criterios selectivos estrictos y una competencia implícita entre los integrantes del staff. “Nos rebotaba mucho material y uno ponía todo y decías ‘si no le gusta esto…’, y no le gustaba. Me acuerdo de que una vez fui a Los Ángeles para los Oscar y le hice notas a Tom Cruise, Cole Sear y le hice decir ‘I see dead people’ y no salió al aire”, relató, graficando la frustración que podía causar el descarte de contenido tras esfuerzos importantes y logros inusuales.

La rutina diaria, según Listorti, implicaba jornadas intensas: “Nosotros salíamos a grabar notas y llegábamos a la noche con 17 notas y salían al aire 9 o 10 y al resto te decían que la guardaban para mañana que también había otras 18”. Este detalle revela una abundancia de material y un flujo de trabajo casi industrial, donde la creatividad se medía por cantidad pero el último filtro dependía de criterios tan subjetivos como el gusto del conductor y las necesidades del programa.

Al abordar la composición interna del grupo de humoristas, Listorti reconoció la existencia de referentes y dinámicas de admiración. “Sí, Pablo y Pachu, ellos marcaron el camino, cuando entré a VideoMatch ellos ya estaban y era inspirarnos en lo que ellos hacían”. La figura de Pablo Granados y Pachu Peña resultó fundacional y modeló la impronta de los humoristas que llegaron después, favoreciendo la construcción de un sello distintivo que definió una época.

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