Juan Carlos I lamenta que dio «la libertad a los españoles instaurando la democracia» pero él nunca ha sido libre

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El futuro inmediato de Juan Carlos I, marcado por la incertidumbre sobre la posibilidad de regresar a España, depende actualmente de las decisiones que adopten su hijo, el rey Felipe VI, y el Gobierno encabezado por Pedro Sánchez, según lo consigna el semanario francés ‘Le Point’. El antiguo jefe de Estado español expone en sus memorias una profunda nostalgia por su país de origen y expresa su deseo de volver, al tiempo que revela sentirse condicionado por circunstancias políticas y familiares desde antes de su partida a Emiratos Árabes Unidos hace cinco años.

Tal como publicó ‘Le Point’, algunos extractos del libro autobiográfico “Reconciliación”, escrito junto a Laurence Debray y que publicará próximamente la editorial Stock en Francia, ofrecen una visión detallada sobre la situación personal y emocional del exmonarca. Juan Carlos I relata que su retiro en Abu Dabi, lejos de ser planeado como una larga estancia, estaba inicialmente pensado para durar solo unas semanas. Precisa que ni su hijo ni ninguna autoridad judicial conocían el destino que escogería en 2020, momento en el que, bajo presión mediática y gubernamental, optó por salir del país tras la revelación de cuentas bancarias en Suiza y acusaciones de cobro de comisiones. “Ninguna guerra, ninguna investigación judicial me obligaba a ello. Frente a la presión de los medios y del Gobierno, tras la revelación de la existencia de una cuenta bancaria que tenía en Suiza y acusaciones totalmente infundadas de comisiones, decidí partir para no lastrar el buen funcionamiento de la Corona, ni perjudicar a mi hijo en el ejercicio de sus funciones de soberano”, explica en uno de los pasajes difundidos por ‘Le Point’.

El medio francés detalló que el ex monarca, quien rechaza el calificativo “rey emérito” y prefiere el término “rey padre”, reconoce las dificultades de vivir aislado y alejado de España. Juan Carlos I admite un sentimiento de abandono y resalta la dificultad que implica para él el desarraigo y el aislamiento en el final de su vida. Al referirse a su familia, el antiguo jefe de Estado expresa melancolía al recordar a quienes ya no lo consideran en sus vidas, haciendo alusión a su hijo y a su nieta Leonor, heredera al trono.

Algunos de los recuerdos que aparecen en “Reconciliación” incluyen su primer viaje a España en tren después del acuerdo entre su padre, Don Juan, y el general Francisco Franco, así como el primer encuentro con el dictador español, con quien mantuvo una relación que califica de casi paterno-filial. El propio Juan Carlos destaca que desde su nacimiento siente que no es dueño de su destino. Subraya: “Desde mi nacimiento, no soy dueño de mi destino” y añade que incluso en la actualidad debe acatar las decisiones de la Casa Real y del Gobierno español. “Di la libertad a los españoles instaurando la democracia pero nunca he podido beneficiarme yo mismo de esta libertad. Ahora que mi hijo me ha dado la espalda por deber, que quienes se dicen mis amigos me han dado la espalda, me doy cuenta de que nunca he sido libre”, se lamenta, según recoge ‘Le Point’.

En otro fragmento adelantado por el semanario, el antiguo monarca se refiere a la ausencia de garantías para regresar a España. Resalta que todos los procedimientos jurídicos que lo involucraban se encuentran cerrados, pero, según sus palabras, “vivo sin perspectiva, sin ninguna certidumbre de poder regresar a vivir a mi país”. Afirma mantenerse firme solo por su instinto de supervivencia y fuerza de carácter.

Entre los detalles abordados, Juan Carlos I habla abiertamente sobre la preparación de su funeral y sus deseos para el futuro. Recuerda al medio francés que, en el Monasterio de El Escorial, el panteón real está lleno, aunque existe espacio para construir uno nuevo. “¿Qué decidirá el Gobierno? Todo está en sus manos, es una cuestión de presupuesto y voluntad”, precisa el ex rey, quien actualmente tiene 87 años. Señala la tradición española según la cual los restos reposan durante 25 años en el “pudridero” antes de que los monjes rompan los huesos y trasladen los restos a la urna correspondiente. Admite no sentirse cómodo con esa costumbre, aunque manifiesta que poco le importa. “Sobre todo, lo que espero mientras esté vivo es tener una jubilación tranquila, renovar la relación armoniosa con mi hijo y, sobre todo, regresar a España, a casa”, concluye en uno de los extractos difundidos.

El antiguo jefe de Estado justifica la publicación de sus memorias afirmando que quiere exponer en primera persona cómo ha vivido los últimos años. Según sus palabras recogidas por ‘Le Point’, siente que se ha manipulado y distorsionado públicamente su biografía, de ahí su necesidad de narrar su versión de los hechos. “Tengo la sensación de que me roban el relato de mi vida”, declara a la periodista Laurence Debray. Asegura que han circulado muchas “mentiras y exageraciones” sobre su figura, lo que motivó su decisión de hablar abiertamente sobre cuestiones personales y políticas relevantes de su vida pública y familiar.

La relación sentimental del monarca con Corina Larsen también recibe atención en las memorias. Juan Carlos I reconoce ante ‘Le Point’ y en su libro que esa vinculación fue “un error que lamento amargamente”. Sostiene que la pasión puede cegar y que en su caso particular, la relación tuvo efectos negativos, tanto en su reinado como en su entorno familiar y personal. El propio antiguo rey reconoce que la repercusión mediática de este vínculo afectó su reputación y estabilidad, hasta llevarlo a decidir su salida de España. Señala que “eventos como este hicieron de mí una presa fácil”, y recalca que esa debilidad se limita a su condición de hombre y no incidió en su labor como jefe de Estado.

El consejo que Juan Carlos I ofrece a la princesa Leonor, heredera directa al trono español, resume las enseñanzas de toda una vida dispuesta bajo las exigencias de una institución. En diálogo con el periodista de ‘Le Point’, el monarca aconseja a su nieta que “sea segura de sí misma, que cumpla con su deber con simpatía y bondad y que sea la garante del respeto de la Constitución española”. El testimonio del monarca recoge episodios tanto personales como institucionales, y da cuenta de los compromisos y presiones ligados al desempeño de la Corona.

Tal como recoge el semanario francés, el exjefe de Estado se muestra resignado ante su confinamiento en Emiratos Árabes Unidos y enfatiza la falta de perspectivas concretas sobre su posible retorno a España. La ausencia de procedimientos abiertos en la justicia española y el cierre de los asuntos judiciales no han allanado todavía el camino para retomar la residencia en su país, una decisión que él percibe dependiente de la voluntad política de su hijo, el rey Felipe VI, y del poder ejecutivo español.

El relato autobiográfico de Juan Carlos I reflexiona sobre su papel durante el proceso de transición política en España. Remarca que contribuyó a instaurar la democracia y dotar de libertades a los ciudadanos, pero lamenta que nunca se haya beneficiado personalmente de esa libertad, sujeto desde su nacimiento a las obligaciones y presiones derivadas de la Corona española. Expresa que su vida ha estado determinada por las exigencias institucionales, las circunstancias políticas y familiares, y que enfrenta los últimos años con resignación, nostalgia y la esperanza de poder regresar a España en su vejez, restaurar vínculos familiares y contar su propia versión de la historia.

A lo largo de su testimonio, Juan Carlos I reitera que su situación actual se deriva de la presión sufrida por el escrutinio público y político, además de los episodios personales que han trascendido a la esfera mediática. Reivindica su derecho a explicar y matizar los hechos que han marcado su vida y su reinado, al tiempo que insiste en que su deseo principal sigue siendo volver a España y recomponer los lazos rotos con familiares y compatriotas.

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