Juan Fossaroli y su vida por el mundo con la Fórmula 1: las fiestas de Mónaco, la gorra de Senna y el futuro de Colapinto

admin

¿Quién es Juan Fossaroli? ¿El chico que a los 5 años se fue a vivir a Nueva York y cuando volvió, en cuarto grado, era tan rebelde que hasta lo ataron con sogas en una silla? ¿El pibe que sufrió la separación de sus padres (Juan Enrique y Costanza) de muy chico y que amaba a su abuela Chana, con quien compartió muchos años en distintas épocas de su vida? ¿El nene que iba al taller donde trabajaba su padre, ex piloto de categorías regionales, y simulaba manejar, meter cambios, absorbiendo ese clásico olor a nafta? ¿El hombre ya casado y con hijos que un año, por su trabajo de periodista, llegó a estar 300 días (o más) fuera de su casa y por el mundo? ¿O el hombre que no suelta su edad ni a cañón, de voluminoso cabello rubio y con el que Franco Colapinto sonríe apenas lo ve?

Todas son facetas de su vida. No era un gran alumno, pero vivir en Estados Unidos le permitió incorporar otro idioma y eso le abrió una y otra puerta, más allá de estar en el lugar indicado y a la hora señalada. Fossaroli ya llevaba una vida nómade a nivel familiar, lo que se acentuó por su profesión. Hace 24 años, desde el Gran Premio de Canadá de 1992, que viaja y viaja con la Fórmula 1. Hasta manejó uno, en Paul Ricard. Participa de las transmisiones televisivas por ESPN y Disney+ junto a Felipe Tornello y otros colegas y lo suyo es ir por cada circuito durante las 24 competencias que hoy componen el calendario.

Juan Fossaroli ya tenía una vida nómade antes de incursionar en la Fórmula 1 y ama los autos desde chico

Casado con Carolina, es padre de tres hijos: Santino (20), Sol (18) y Sofía (11). Su rostro era conocido ya, pero a partir de la incorporación de Colapinto a la categoría se produjo un estallido por la particular relación que tienen y muestran en cámara. Calcula que por efecto del fenómeno Franco, duplicó la cantidad de seguidores en Instagram, que hoy ronda los 576.000. “Y eso que perdí cantidad. Antes me seguían mucho los mexicanos, por Checo Pérez. Debo ser el periodista que más notas le hice. Un tipazo Sergio”, cuenta.

Los amigos lo llaman “salmón”. Porque nada contra la corriente. Fossaroli se confiesa como un “anti”. Lo grafica con el tenis, otro de sus deportes preferidos. “Ponele que todos hablan de Federer o de Djokovic, entonces voy por Nadal. Tornello elogiaba a Ayrton Senna, iba por Nigel Mansell. Y así con todo”, y se ríe: le divierte el tema del “anti”, se nota.

Manejó autos, “normales” y lujosos. Motos. Le gusta la velocidad. Tiene anécdotas de toda clase, aunque pocas como la que lo vincula a Senna y su gorra. “Llegó de manera mágica y se fue de la peor manera”, dice ya sin lamentos. Se pone serio cuando habla sobre cómo influyen sus ausencias a nivel familiar. Menciona que la Fórmula 1 también es una familia. “Te ves con la misma gente mucho tiempo al año y compartís muchas cosas”.

Con Franco Colapinto (junto a Bizarrap) hubo química de entrada:

-Nadie puede decir que empezaste a viajar por los autos: tu vida ya era de andar por todos lados.

-Sí, y de chiquito. Viví en Nueva York, en Venezuela. Volver a Argentina fue difícil por la readaptación. En el colegio era muy rebelde y lo pagaba caro: me ataron con sogas a una silla. Le tiraba cosas a la maestra…Me sacaba medallas en las clases de inglés, pero en castellano no podía hilvanar una frase. Ahí me sacaban ventaja los compañeros. Pero mi lugar preferido era el taller de papá. Ahí jugaba a que manejaba. Ese olor a nafta era maravilloso. Él además era piloto, de autos chicos, por caminos de tierra. Otras épocas.

-¿Veías carreras?

-Sí. Aunque en un momento me enganché mucho con el tenis, me encanta. Nunca me gustó mucho el fútbol. Empecé a ver a River por una pareja que tuvo mi mamá. Mi papá era de San Lorenzo, me llevó al Gasómetro, pero como yo era contra, me hice de River.

Juan Fossaroli adoptando el modelo Sebastian Vettel, cuádruple campeón mundial con Red Bull

-¿Y tenías alguna fantasía con ser piloto?

-Sí, sí. Real. Probé algunos kartings acá.

-¿Y manejando cómo eras: arriesgado o moderado?

-Siempre fui a los pedos. Y me gustaba hacer cositas: en el campo, con el freno de mano. Manejé de todo: hasta un Fórmula 1. No desentono. Pero bueno, no se dio. Fui a estudiar a Estados Unidos y un tío coleccionaba autos. Había Bugattis, Ferraris, Lamborghinis. Les daba arranque, los manejaba un poquito. No había otra cosa que me interesara más que los autos. Aunque…Cuando estaba estudiando en Estados Unidos, pensé que podía llegar a ser profesional de tenis y me anoté en la USTA. ¡Era malísimo! Fui a ver US Open solo, me colé en torneos.

-¿Y en qué momento te vinculaste más seriamente con el automovilismo?

-A los 17, 18 años. Había estado en la New York Film Academy, que es donde te entrenan para televisión y también tiene una carrera como Comunicación Social. Salía con una chica, el papá conocía a uno de una productora y me consiguió un laburo. Tenían relación con Felipe McGough, que tenía los derechos de la Fórmula 1. También con Nicanor González del Solar, que hacía “Deporte en acción”. Ahí era productor y escribía contenido para los programas. Me enganché mucho con el automovilismo, con el auge de Prost, Senna y Mansell. Lo que más me ayudó fue saber inglés. Me abrió muchas puertas y me simplificó el camino.

-¿La primera carrera que viste de manera presencial?

-En 1992. El Gran Premio de Canadá, en Montreal, donde se corrió hace algunas semanas.

Fossaroli admite que

-¿Y qué te pasó, cuál fue su sensación?

-¡Una locura! Ahí dije “chau, no voy a hacer otra cosa que no sea Fórmula 1”. Uno puede tener muchas ganas, pero también tenés que estar en el momento indicado, justo. Y se me dio: estar en esa productora que tenía contenido de Fórmula 1, que aparecieran McGough y Tornello, que ellos agarraran los derechos para Telefé. Pero te repito: saber idioma fue clave. Había chicos tanto o más capacitados que yo, tal vez con mayor experiencia escribiendo, pero no sabían ni decir “hola” en inglés. Porque en el mundo de la Fórmula 1, el idioma es el inglés. El punto inicial fue eso: poder estar en esa productora. Cruzaba a la Plaza San Martín y hacía notas, editaba en cámara porque no había muchos recursos. Empecé a viajar solo y me quedé como cinco meses en Europa. Solo.

-¿Cómo te arreglabas?

-Se hacía difícil manejar la cámara, hacer la nota. Ahí pensé en un amigo, que estaba estudiando para Contador, y lo invité un año a Europa justo cuando estaba pensando si seguir o no su carrera. Me acompañó, aprendió a grabar y ahí me puse a desarrollar un poco más mi laburo, de producción y haciendo notas. Y no paré. En México o Estados Unidos, si las cuentas no me fallan, llegaré a las 500 carreras cubiertas de manera presencial.

Juan Fossaroli con Charles Leclerc, en una charla con buenas ondas

-Dos años después de que empezaste a recorrer el mundo fue el accidente de Ayrton Senna en Imola (1994). ¿Qué impacto te produjo?

-En ese momento no viajaba a todas las carreras. En esa no estuve, la estaba viendo, obviamente. ¡Fue terrible! Tornello tampoco estaba. Lo llamo casi con desesperación y estaba llorando, no lo podía creer. La sensación era de que el tipo no respondía a nada. De hecho, creo que lo mantuvieron con vida hasta llegar al hospital, sabiendo que ya no había nada que hacer. Fue un impacto terrible. Y cuando murió Senna fue una angustia…

-Y tenías la gorra de él, de su último triunfo en Brasil.

-Claro, en 1993, ese día que gana y baja del escalón más alto del podio para abrazar a Juan Manuel Fangio, a quien adoraba. Sigo sin poder creer lo de la gorra, la broma que me hizo. Ver cómo era Senna, que te tratara así. Un ser maravilloso.

-Que la gorra esa te haya caído a vos fue realmente increíble.

-Totalmente. Un milagro. Yo estaba en la línea de los fotógrafos, a unos 30 metros del podio. Se abraza con Fangio, se tiran champagne los pilotos. Estoy mirando todo eso y de pronto Ayrton se saca la gorra y la tira como un freesby. ¡Ni me moví! La veo venir, levanto un poco un brazo, pongo el puño y la gorra cae ahí…Al instante me la metí debajo de la campera. Los brasileños me gritaban y puteaban. Subo a la cabina, se la muestro a Tornello y se enloqueció. Me la quería comprar. “Ni loco, esto es un tesoro”. Y me la quedé. La tuve 11 años, siempre con olor a champagne. Nunca la lavé: no quería que se desarmara.

Ayrton Senna y Juan Manuel Fangio, Interlagos 1993: esa gorra, instantes despues, terminó en poder de Fossaroli

-¿Y no pensaste en enmarcarla, en colgarla en una pared de tu casa?

-No, nada. Debería haberla puesto en una caja de vidrio. ¡Qué se yo! La tenía escondida arriba de un armario. No quería que la tocara nadie, porque eso se va poniendo viejo. En ese 93 yo todavía estaba soltero y en diez años me casé, fui padre y tuvimos tres mudanzas. Era 2004. Dos días después de la mudanza, estoy durmiendo y de golpe me despierto sobresaltado: “¡La gorra de Senna!”, grito. Le pregunto a mi mujer y me contesta: “Qué se yo. Eso es tuyo, ocúpate vos”. Igual, la llama a la mujer que nos ayudaba en la casa. “Sí, la vi, estaba toda arrumbadita ahí arriba, viejita, llena de tierra. Además tenía un olor a alcohol. Y como me habían dicho que todo lo que quedaba era para tirar…”, le respondió. Fui a revisar la basura, pero obvio ya no estaba. Nunca apareció. Ni siquiera la he visto por internet, alguien que la hubiera querido vender.

Aquel abrazo de Senna y Fangio

Aquel abrazo de Senna y Fangio

-¿Qué broma te había hecho Senna con la gorra?

-A fines de 1993, lo vamos a ver. Y llevo la gorra para que me la firmara. Los pilotos andaban siempre con maletín. Me acerco, le muestro la gorra y no alcanzo a pedirle cuando él la mira, sonríe, y me dice “Gracias, esta es mía”. Abre el portafolio, la guarda y me da la mano. ¡Me quería matar! Le explico: “Ayrton, no, yo quería que me la firmaras”. Y contesta: “Pero es mía”. Se queda serio. De pronto se ríe, abre el maletín, saca la gorra, me la firma y finaliza con “era una broma”. Crack.

-¿Alquien más te la había querido comprar?

-Poco antes de los diez años de la muerte de Ayrton, se estaban buscando cosas de él. Alguien que sabía la historia me dice: “Che, te puedo conseguir un montón de guita por la gorra. No sé, 20.000, 30.000 euros”. Le contesto: “Ni loco, eso me cayó del cielo”. Y eso que necesitaba la plata. Fue así: vino mágicamente y se fue peor…

En el corralito, junto a Lewis Hamilton, su piloto preferido:

-¿Tenés algún piloto preferido?

-Siempre me gustó Lewis Hamilton. En el 2006 ya le hacía notas, cuando salió campeón en la GP2. Y me encantaba por su historia, cómo llegó, viniendo de una clase muy humilde, con muchos sacrificios. Y el tipo era y sigue siendo crack.

-¿Ayrton o Hamilton: quién fue el mejor?

-Es una ecuación distinta. Lo relaciono con el tenis. Nunca nadie más va a ganar 14 veces Roland Garros, pero si vas a lo estadístico el mejor de todos es Djokovic. Si vamos a los títulos, a las victorias, el mejor es Hamilton. La gente te dice que tuvo el mejor auto y cuestiona sus condiciones. Para mi es Senna, incluso por lo que podría haber dado si no se moría a los 34 años. Andá a saber hasta dónde podría haber llegado. El que no me gustaba, por eso de ser “anti”, fue Schumacher: iba por Hakkinen, por Raikkonen. La única vez que lo apoyé a Schumy fue en 2006 cuando gana Fernando Alonso. Ahí estaba con el alemán.

Checo Pérez y Juan Fossaroli cumplieron la apuesta y se tiraron a la pileta en Mónaco 2020

-¿Cómo fue que terminaste festejando en una pileta con Checo Pérez?

-Jajaja. Fue en Mónaco. Antes de esa carrera, en una entrevista le dije: “Mirá, si ganás, nos tiramos juntos a la pileta”. Así que cuando terminó todo, estaba él festejando, ya se había zambullido y apenas me vio, me llevó hasta el borde y me tiró. Ya teníamos relación: antes de eso me había invitado al casamiento. Incluso, le hice notas en la grilla de partida.

-Esas notas antes de largar son curiosas…

-Y sí, ¿Qué te va a responder en ese momento: en qué vuelta va a parar, cómo es la estrategia? El piloto está con la cabeza en otra cosa. En Miami le hice una nota a Del Potro y me remarcó, como profesional de un deporte, que no podía creer que los pilotos hablaran antes de la largada. Está claro que periodísticamente no es bueno. Y para el piloto tampoco.

Su relación con Colapinto

-¿Colapinto es en la vida diaria tan fresco como aparece en cámara?

-Él es así como lo ven. Aparte, es muy divertido. Nos tocó compartir hotel en China: yo estaba con Ulises Panizza, mi camarógrafo y amigo de tantos años que falleció en marzo, y Franco solo. Nadie del equipo. Él tenía un chofer que lo llevaba todos los días y lo primero que me dijo fue “che, vos venís todos los días conmigo”. Así que nos íbamos en un Mercedes. Todo el día charlando. A mi me gusta tener buena onda con los pilotos, pero no para sacar información. Lo que me cuente o no pueda decir nunca lo voy a poner. Jamás me aproveché de una amistad. Me pasó de cuando compartí mucho con Norberto Fontana y lo acompañé cuando estando en Japón se frustró su ingreso en Tyrrell. Fue un momento duro, lloramos juntos. Pechito López lo mismo. Gastón Mazzacane, Esteban Tuero.

Juan Fossaroli y Franco Colapinto, una relación que se profundiza y con la que se divierten

-¿Hubo química de entrada con Franco?

-Sí, ya en la Fórmula 3. Un chico con una frescura especial. Hasta es más divertido fuera de cámara, porque es gracioso. Humilde. Es tal cual lo ves. Un tipazo que aprendió a vivir solo desde los 12, 13 años en Europa y eso te forma de una manera. Y quien en la primera carrera que llegó, en Monza, causó sensación. Su frescura, las bromas con los periodistas, ese “Ah, a vos te conozco”. La gente se enamoró. Vos fijate que las redes empezaron a publicar en español a partir de la llegada de Franco, a pesar de que ya había pilotos de habla hispana: Checo, Alonso, Sainz. Porque Franco moviliza las redes, lo que hace es impresionante. Lo que toca es oro. Es un chico natural.

-Todo el boom que generó es innegable. ¿El exitismo argentino le juega en contra? La gente lo mira con lupa después de ese arranque con Williams y la repercusión que hubo.

-Lo que hizo deportivamente es muy bueno, ya desde que se subió en una práctica libre en Silvertone, con pista medio húmeda, y quedó a dos décimas de Alex Albon. Hace un trabajo impecable, no pone una rueda mal, no se equivoca. Lo hizo en Abu Dhabi también, con una naturalidad. Obvio que lo procesa por dentro y está con presión, pero la maneja tan bien. Se baja del auto y saluda a todos. Y no está actuando: es así.

Recuerdo en la Fórmula 2 o en la 3, lo seguí varias veces y cuando le iba mal te evita porque está caliente. Imaginate la presión que vive un chico de la edad de Franco que sube a un Formula 1 por nueve carreras: está bajo la lupa de todos. Hizo un buen trabajo en Monza y terminó siendo más rápido en carrera que su compañero en la primera prueba. Ya después en la segunda suma puntos. Va a Singapur y hace una largada increíble, pasando a Albon y a Sainz, encandilando a todo el mundo.

Para Fossaroli,

-Hasta que llegó la mala racha.

-Sí. Siempre lo hablamos con él: a Franco le hubiera gustado que fuese al revés de cómo se dio, es decir, tener algunos traspiés de entrada y cerrar como empezó. Yo creo que no hubiera generado lo que generó y quizá hubiese sido peor en cuanto a la confianza.

-¿Él interpreta qué tan bueno es?

-Todos los pilotos en ese nivel saben, y él también, que teniendo el mismo auto le pueden ganar a los otros. Te diría que diez de esos veinte pilotos lo piensan. “Si yo tuviera un Red Bull o un McLaren”, te dicen. Habría que ver si se lo creen. Franco se lo cree. Adonde está no se llega sólo por ser carismático. Nunca he visto un piloto que genere lo que genera él. Muchas madres se identifican con Franco. Y chicos. La gente nueva que trajo Franco a la Fórmula 1… La serie Drive to Survive también.

Para Fossaroli,

Pasamos su cumpleaños en la casa de Pechito López en Niza, después de Mónaco. Hicimos un asado y no subimos videos ni nada. Nadie se enteró. Estábamos tirados en un sillón mirando una carrera de bicicletas, disfrutando del momento. Sale del circuito y sigue siendo igual: es muy ocurrente, simpático. De familia sana. A veces dice cosas que no debería decir, pero es divertido.

-¿Colapinto va a tener varios años en la F1 o corre riesgo de que su carrera se esfume, como les pasó a muchos pilotos prometedores?

-Estoy convencido de que hay Franco por varios años. Este es un auto distinto, el año también. Los equipos tienen mucha información que nosotros no manejamos, de telemetría: dónde frena, donde arriesga, dónde mejora. Es muy fácil ver cómo es cada piloto. Colapinto realmente sorprendió. Y alguien que para mí es uno de los mejores directores de equipo, como James Volwes, se la jugó por Franco. Después, la partida de Hamilton a Ferrari cambió el mapa, Sainz pasó a Williams…

Pierre Gasly y Franco Colapinto, en una charla distendida en el paddock de Alpine en el circuito de Spielberg (Austria)

Ahora, en Alpine, le está costando, pero en Canadá se clasificó mejor que su compañero Pierre Gasly. Sainz dijo que le iba a tomar cinco carreras acostumbrarse a Williams y por ahora Albon es mejor. Y Franco se acomodó en dos carreras. Después aparecen los fanáticos que critican a Alpine. Le cuesta como le cuesta a Hamilton en Ferrari. No se dimensiona lo que hizo en poco tiempo. Si Flavio Briatore se fijó en Colapinto no fue sólo porque tenga gente que lo apoya. Briatore lo elige por lo que él ve como piloto. Y estamos hablando del tipo que detectó a Alonso y a Schumacher.

-¿El interés de Red Bull fue real?

-Franco estuvo en consideración de Horner para llevarlo a Red Bull. Fue real. La Fórmula 1 es cruel: a Lawson le destruyeron la carrera con dos competencias. Colapinto siempre va dando pasitos para adelante. Y creo que no existe un límite de carreras que pueda hacer. El límite se lo va a poner él.

Con Max Verstappen fueron compañeros de un partido de polo jugado en camello.

-Max Verstappen, ¿qué onda?

-Me tocó entrevistarlo a los 16 años, antes de que llegara a la Fórmula 1. Hice la nota y digo “guau, qué tipo más engreído, lo fabricaron, el papá lo hizo así”. Era como muy altanero. Con el tiempo me di cuenta de que no era un personaje: Max es así, es muy diferente, un genio. Para mí es el mejor ahora, lejos. Siempre nos preguntamos quien hubiera sido mejor si coincidían: Senna, Hamilton, Schumacher, Verstappen. Pero año a año es distinto. Verstappen también tuvo el mejor auto de la historia: el RB19. No hubo un auto que ganara tanto. Ganaron todas las carreras con Checo y sólo Sainz les pudo sacar una carrera. Lo único que le interesa en su vida es la Fórmula 1. Y ser el mejor. Le gusta ganar a todo, no puede perder a nada.

-¿Por ejemplo?

-En Abu Dhabi jugamos polo en camello. Compartíamos equipo. Me eligió porque supuso que siendo argentino entendería de polo. Apenas si lo había jugado en bici de chico, nunca arriba de un caballo. El palo es más largo, claro, al ir en camello. Metí dos goles, uno medio raro. ¡El tipo estaba fascinado con que había hecho dos goles! Ganamos y nos dieron una copa enorme. Me la traje. A partir de ahí cambió su actitud conmigo. Me empezó a hablar de Argentina. Verstappen es medio robot. Tiene mucha confianza en sí mismo y nunca va a reconocer un error, pero lo aprendés a respetar e incluso hasta a querer un poco.

El día de amarre en Mónaco cuesta 70.000 dólares.

-¿El día de amarre en Mónaco de los yates sale 70.000 dólares? ¿Mito o realidad?

-Sí, es verdad. Y dependiendo del tamaño del buque, se paga más. Estar al lado de la pista tiene un costo… Y encima no hay lugar. Hay que reservar un par de años antes. Salvo que aparezca un Bill Gates y quiera 20 amarras, jajaja. He ido a eventos de prensa, de Pirelli por ejemplo. Retiran los barcos a varios metros de la costa por si llegara a volar un auto. Es casi improbable porque las defensas son muy altas. Después, cuando termina la actividad, los vuelven a acercar para que la gente suba. Recuerdo que el dueño de Force India tenía el yate más grande. Y Flavio Briatore, el capo de Alpine, tiene ahí el Force Blue, que es FB, sus iniciales. Hay fiestas, sí.

El glamour de siempre en Mónaco: en 2025 una de las presencias fue la actriz colombiana Sofía Vergara

-¿Los pilotos van a esas fiestas?

-En un calendario tan apretado como el que tienen es difícil. Y después del Covid cambió todo. Mermaron las fiestas. Hasta el paddock de la F1 cambió. Había Hospitalytis que eran como edificios de tres pisos. Antes de la pandemia recibían a la prensa, vos accedías con tu credencial. Después del Covid restringieron todo el servicio solamente a los VIP. También pasó con las fiestas post-carrera. A veces te encontrabas con pilotos, pero ahora, tenés de pronto tres fines de semana seguidos de carreras… El piloto no tiene tiempo tampoco. Las fiestas que se hacen son más privadas. Hay mucho celular suelto y las redes también, claro. Una vez estábamos en una fiesta de Carlos Slim con Checo, bailando y saltando, y sale un video con el mensaje “cómo lo cuida Fossaroli a Checo”. Y yo no lo tengo que cuidar a Sergio. Se desvirtúa todo. Y por ahí con una foto medio agarrada de los pelos te cambia toda la historia.

-¿Mónaco te brinda con todo el glamour el espectáculo que no te da la carrera, que suele ser aburrida?

-Es tan lindo Mónaco, el ambiente, cómo se vive. Cuando gana en 2016 Nico Rosberg, salgo de una fiesta y venía Nico caminando con la mujer. El ganador de la carrera unas horas antes. ¿Dónde lo ves eso? En La Rascasse, cuando termina la actividad, hay cerveza, fiesta. Te sigue sorprendiendo. ¿Cómo puede ser que a la mañana siguiente estén pasando los autos de Fórmula 1 por ahí? Si querés hacerte todo el circuito caminando, lo hacés. Más los barcos, más la gente que asiste, los actores, las celebrities. Todo eso lo hace único.

Después, por más que hoy se han incorporado las dos paradas obligatorias, sigue siendo una carrera a la que no se le encuentra la vuelta… También ha llovido mil veces, entonces eso le da un condimento especial. Hubo accidentes, hay carreras entretenidas. Que con estos autos sigan corriendo por esas calles me parece algo increíble. Y aparte, son 24 carreras: que haya un Mónaco al año, con todo lo que despierta… Tenés muchas cosas para ver, como cuando los pilotos llegan en sus Ferraris al casino para el desfile. Cada vez que voy, agradezco y la disfruto como si fuera la primera. Por eso sigo haciendo este sacrificio con de la familia, de las relaciones con la gente. Es un poco egoísta, pero la disfruto.

-Te casaste con Carolina en 2002, llevás 23 años por el mundo, muchas semanas por temporada. ¿Cómo se sobrelleva eso a nivel familiar?

-Son cosas de las que ahora, viéndolo de otra perspectiva, me arrepiento. Porque yo pensaba que no podía faltar una carrera. Tengo tres hijos: Santino, Sol y Sofía. Falté a una por el nacimiento de Santino, en 2004. Cuando nació Sofi, había dos carreras seguidas. No fui a Inglaterra y en vez de quedarme, me fui a la de Alemania. Hoy me doy cuenta de que no lo volvería a hacer. Hay un periodista muy conocido, Dan Cooper, que todo el tiempo dice: “Yo desde el 94 no me pierdo una sola carrera”. ¿Y qué, es un mérito? ¿Alguien le va a dar una plaqueta?

Los Fossaroli en familia: Juan y su mujer, Carolina, junto a Sol, Sofía y Santino

-¿Y tu mujer qué te dice?

-Una vez me pasó que mi mujer se enfermó, bastante. Algo en los pulmones. Y yo me estaba yendo a Singapur. Estaba con el boarding pass en la mano, haciendo la fila para subirme al avión. Y reacciono. “¿Cómo me voy a ir y dejarla internada en el hospital y con mis hijos?”. Era una locura, por más que estuviera la mamá. Me quedé contento con la decisión. Necesitaba estar ahí, como esposo y padre. Hay cosas mucho más importantes en la vida que perderte una carrera. Me hubiera arrepentido toda la vida si me subía al avión. Por suerte ella superó el tema de salud. Ahora no pude estar en el cumple de Sofi por la carrera en Austria. Siempre algún cumpleaños te toca… Trato de compensarlo de la mejor forma posible.

-¿Es cierto lo de los 300 días?

-Cierto. Esa vez hice Fórmula 1 y el Mundial de Rally. Para optimizar recursos. Carolina me ayudó a darme cuenta de la ridiculez de estar 300 días al año fuera de casa. No sé si a futuro eso se paga, pero trato de darles al 100% el tiempo que estoy. También hoy cambió la realidad con las videollamadas y los chicos están en la suya. Hemos hecho viajes juntos. Nunca les pregunté si se sintieron mal con mis ausencias.

Fossaroli cree que la serie

-La serie Drive to Survive, de Netflix, relanzó la Fórmula 1 y acercó a muchísima gente fuera del automovilismo. ¿A vos te sorprendió algo de lo que viste o ya lo sabías todo?

-Te va a sorprender, pero sólo ví la primera temporada.

-¿No te gustó?

-Es que vivo el día a día, es como que te muestren lo que vos hacés de otra manera, ¿no? Por eso, un crítico enorme de la serie es Verstappen, que no aparece mucho. Entiendo que tienen que encontrar historias, pero a veces se fuerza la historia. Para el que está ahí adentro tal vez es demasiado fantasioso. Pero está bien hecha. Sé todo lo que ayudó y entiendo porqué muestran el lado que capta a la gente. Si vos grabás lo que hacemos nosotros un fin de semana en el paddock, no lo ves más. ¿A qué me refiero? A que no pasan esas cosas, o por lo menos no están a la vista.

-La intimidad de los equipos atrapa…

-Ellos tienen la chance de poder meterse adonde no llegamos nosotros en los equipos. Pero le ponen un poquito de chimichurri. Tenés que hacer como Hollywood: si no, no lo vendés. Como la película de Hunt y Lauda, que me encantó. Pero hay muchas partes que se exageraron para la película. Y eso es lo que atrapa a la gente. La serie acercó mucho a la gente joven y a los que no veían carreras. Y cambió la manera de comunicar la Fórmula 1. Y eso se debe a Abu Dhabi 2021 con Max y Lewis, la serie, las transmisiones y cómo se encara.

-En ese estallido, apareció Colapinto.

-Exacto. Es algo que me sorprende. Salvo los grandes campeones, como Verstappen y Hamilton, ninguno generó ese furor en nuestra región. Los de Alpine me lo remarcan cada vez que hay un posteo sobre Franco en las redes. Por suerte se concientizó un poco el tema de las redes, porque puede favorecer o perjudicar a un piloto. Se puso heavy en un momento.

Pierre Gasly con su novia, Francisca

-Hay una fantasía de que los pilotos de Fórmula 1 tienen las mejores mujeres. Las enfocan permanentemente, hay muchas modelos rondando. ¿Ser piloto de F1 da un estatus distinto en el deporte?

-Creo que por todo lo que está viviendo la Fórmula 1, los pilotos se volvieron como rockstars. En una época lo fueron los tenistas. Y hoy por hoy el piloto de Fórmula 1 es un rockstar. Caso Hungría: ya hace varios años, hay chicas de 17 a 22, promedio, en las puertas de los hoteles de los pilotos. Es algo que no veías hace diez años. Los pilotos también son más jóvenes, cómo se visten. La mayoría tiene novias lindas. La F1 es como un llamador. Es la categoría principal del automovilismo. Lo que más cerca podría estar es el Moto GP. Cuando me quedé en Hungría en el hotel donde estaban Norris y Piastri era una locura: gritos, fotos. Le pasó también a Franco en China.

-¿Cómo fue eso?

-Era muy difícil saber que Franco se hospedaba ahí. Era el único piloto. Llegamos al lobby una noche y veo unas 30 chinas, con carteles, fotos, todas esperando a Colapinto. Nosotros comíamos en un restaurante cercano, pero no podíamos pasar por el lobby. “Si te ponés a saludar, nos quedamos sin comer”, le advertí. Salimos por otro sector. A la vuelta hacemos más o menos lo mismo. Sube al ascensor, llega al piso y a los dos minutos me dice: “No puedo dejar a todas esas fanáticas ahí”. Y bajó. ¡Estuvo más de media hora firmando y sacándose fotos! Vos te preguntás: ¿cómo llegaron hasta ahí esas chicas? Es algo que uno sólo ve con los músicos de renombre. Por eso digo lo de los rockstars.

-Dijiste que manejaste un Fórmula 1. ¿Cómo se dio?

-Fue en 2014. Estaba cubriendo Fórmula 2 en Barcelona. En medio de la transmisión, viene Clarisse, que trabaja en prensa de Renault. Me desconecto un minuto y me dice: “¿Querés manejar un Fórmula 1?”. Imaginate mi reacción. Era en Paul Ricard y el Lotus del 2012 con el que Kimi Raikkonen ganó la última carrera. Un V8. ¡No podía creerlo! Fuimos cinco o seis los elegidos.

Fui a Paul Ricard y tenías que hacer dos horas de prueba en un Fórmula Renault. Todos los elementos como si fuese un Fórmula 1. Si pasabas el examen, te subías al Lotus. Lo que no tenía que hacer era pegarme, quedar tirado por ahí o un tiempo alto. Me sirvió la experiencia de manejar, no sólo autos, sino también motos. Aprobé y me subí al Lotus. Cinco vueltas. Pastor Maldonado me dio consejos. “No aceleres en curva porque vas a hacer un trompo, pero cuando estés en la recta, metele todo. Vas a sentir lo que nunca sentiste en tu vida”. Y fue así. ¡Se me subieron las tripas! El ingeniero me había dicho: “Vos pensá que este auto está hecho para llevarlo al 100% y vos no lo vas a llevar ni al 50 o 60%”. Fue pura emoción. Ahí valorás lo que hacen estos pilotos, con muy poca visión y referencia, la vibración. Y en 5 vueltas estaba muerto: ellos corren una hora y media, a veces con clima asfixiante o lluvia.

-¿En qué lugar del ranking de experiencias personales lo ubicás?

-Después del casamiento y del nacimiento de mis hijos, fue lo mejor que me pasó en la vida.

-Jugaste al fútbol con Fernando Alonso y con Diego Maradona.

-Jaja, sí. En Dubai. Era un programa de entrenamiento que organizaba una firma que auspiciaba a Alonso. Había que hacer crossfit en la playa, bicicleta, karting y fútbol. En el karting venía segundo y me pasó Alonso al final, saludándome…Llegamos al fútbol y me meten en el equipo de Diego y de Alonso. Había otros ex jugadores del Real Madrid, como Michel Salgado. Un lujo. Maradona me ve tocar un par de veces la pelota y suelta: “¿Vos que sos, holandés? Porque jugás pésimo al fútbol”. En un momento me pasa la pelota Diego, se la doy a Alonso y la jugada termina en gol. ¡Ya me sentía realizado! La pasó bárbaro Maradona, era el centro de atracción. Alonso estaba fascinado.

-¿Lo viste romper nueces con el cuello a Alonso?

-Jajaja no. Ese cuello es único. El tipo es un gran piloto, de esos que tendrían que haber ganado más que dos títulos. Un distinto.

Roger Federer en familia, el Gran Premio de Miami de Fórmula 1: el suizo fue uno de los personajes entrevistados por Fossaroli

-¿Tu profesión te permitió conocer a…?

-¡Mucha gente me tocó entrevistar! Un montón de actores en la carrera de Miami. El Profesor X de “XMen”, Patrick Stewart. Un capo. En un momento me empezó a hablar de Fangio, de lo que lo marcó en su vida. Me pareció increíble. También a Terry Crews, de “Los Indestructibles”. Te mueve los pectorales. Un personaje. Otros fueron Owen Wilson, Michael Douglas. ¡Vin Diesel, de Rápidos y Furiosos, me alzó! El que me tiró mala onda fue Jason Statham, de “El Transportador” y otras películas famosas. Te acercabas y te hacía “no” con el dedito. Brad Pitt, por ejemplo, no quería entrevistas y te lo decía respetuosamente, pero aceptaba fotos y con una sonrisa. A uno que fui a pedirle una foto hace muchos años, ya estaba grande, fue a Paul Newman.

-¿Y deportistas?

-Además de Del Potro, con Federer, re buena onda. A Djokovic lo hice, un tipazo. Stirling Moss, una leyenda, muy simpático. Ex pilotos, te diría a todos. Neymar. Messi todavía no ha ido, pero seguro que hubiera tenido buena onda. El que es muy desagradable es Mbappé. Con todos. No te digo que hablé con todos, pero si vas a la zona de la grilla de partida es medio como que sabés que te va a encarar algún periodista. Lo peor fue cuando me confundí con un gran coach de la NBA…

-¿Pero qué pasó?

-Lo veo de espaldas, me resultaba conocido. “Ya sé: Phil Jackson”, que dirigió a Michael Jordan, a Kobe Bryant y Shaquille O’Neal. Lo empiezo a llamar “Phil, Phil”. El tipo no respondía. “Phil, Phil”. Nada. A la tercera vez se da vuelta y me estampa un “I am not Phil Jackson”. Y veo que era Pat Riley. ¡Me quería matar!

Lando Norris y Oscar Piastri, los pilotos de McLaren, candidato a ganar el campeonato,

-¿McLaren es el candidato este año?

-Si hacen las cosas bien, sí. Tomo el recuerdo del año pasado: no lo dejaron knock-out a Verstappen, se equivocaron mucho en varias carreras por no tomar decisiones. ¡Max estuvo 10 grandes premios sin ganar! Y después aparece en Brasil con esa gran victoria. No lo golpearon cuando estaba medio groggy. Norris tendría que haber peleado el campeonato hasta el final, pero no se decidieron por él cuando estaba un pasito delante de Piastri. Este año es al revés. El que está demostrando más constancia es Piastri. Si en algún momento no toman una decisión, si pasa lo que pasó en Canadá, no le dejes una ventanita a Max…Se tocaron los dos en la última vuelta. Casi quedan ambos afuera. Insólito.

-¿Piastri es el favorito?

-Es más regular. Si hoy tengo que decir quién puede ser el campeón, para mí es Piastri. Y aparte me encanta. Es un piloto cerebral, tranquilo. No comete errores. O pocos.

Deja un comentario

Next Post

María García de Jaime reflexiona sobre su profesión

El Palacio de Santa Bárbara se transformó este miércoles en un oasis atlántico en pleno corazón de la capital, en la exclusiva fiesta con la que Mar de Frades inauguró la nueva edición de Casa Atlántica, su propuesta experiencial más ambiciosa y envolvente para dar el pistoletazo de salida al […]
María García de Jaime reflexiona sobre su profesión

NOTICIAS RELACIONADAS

error: Content is protected !!