Las comparaciones son odiosas. Más aún si nos comparamos a nosotros mismos con los demás. Las personas con tendencia a sentirse inseguras suelen caer en este tipo de dinámicas en las que consideran que todo lo que tienen (o son) los demás es mejor: un mejor trabajo, un mejor coche, una mejor casa…
Uno de los riesgos de esa comparación es que puede minar nuestra propia autoestima y alterar la imagen que tenemos de nosotros, normalmente hacia peor. Sin embargo, “compararte con los demás no te dice quién eres, solo te recuerda quién no eres”, expone el psicólogo Juan Osuna a través de su cuenta de TikTok (@juan_osuna_psicologo).
“Es como mirarte en un espejo roto: la imagen nunca es real, siempre te devuelve algo distorsionado y aun así insistes, como si la verdad estuviera en los trozos de otros”, cuenta. Compararnos con los demás “te roba gratitud, te quita el valor de lo que ya tienes” puesto que “siempre parece menos frente a lo de los demás”.
El problema de fondo es que, como explica Osuna, “nunca comparas toda la historia, solo el escaparate”. Por lo general, nos comparamos por las fotos, vídeos y demás contenido que se publica en las redes sociales, como viajes impresionantes, planes geniales con amigos y citas románticas con las parejas. Sin embargo, a menudo la realidad tras esas publicaciones no es tan ideal: “Ves lo que muestran, no lo que callan”.
Caer en las comparaciones condena a “perder una carrera que ni siquiera es tuya”. De hecho, “la comparación nunca enseña quién eres”, puesto que su única función es la distraer de “lo único que importa: vivir tu propia vida”.
Cómo dejar de compararnos con los demás
La tendencia a compararse con los demás suele generar insatisfacción y socavar la autoestima, pero existen estrategias concretas para revertir este patrón y fortalecer la confianza personal. En lugar de evaluar el propio valor en función de logros ajenos, resulta más efectivo centrar la atención en los propios objetivos y valores. Según la psicóloga Sara Montejano, este enfoque permite que cada persona defina su éxito a partir de lo que considera importante, sin depender de la aprobación externa.
Adoptar una actitud de refuerzo personal constituye otra herramienta fundamental. Al surgir la tentación de establecer comparaciones, conviene recordar los logros alcanzados en la propia vida. Este ejercicio contribuye a forjar una visión más positiva tanto de uno mismo como del entorno, y favorece el desarrollo de una autoestima sólida.
Las dificultades en las habilidades sociales suelen intensificarse cuando la comparación con otros se vuelve constante. En estos casos, la comunicación puede volverse menos efectiva y la comodidad en situaciones sociales disminuir. Para contrarrestar este efecto, la práctica de la empatía resulta especialmente útil. Al intentar comprender las perspectivas y emociones de los demás, se facilita la conexión interpersonal y se incrementa la seguridad en los vínculos sociales.
La comunicación asertiva representa otro pilar esencial, recoge Montejano. Expresar necesidades y deseos de manera clara y respetuosa no solo mejora la calidad de las relaciones, sino que también refuerza la confianza en uno mismo durante las interacciones sociales. Aprender a comunicarse de forma efectiva abre la puerta a vínculos más saludables y satisfactorios.