Julia Zenko: los secretos de familia, sus amores y el camino a la sanación; “son cosas muy privadas”

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Ya no es la tímida niña de baja autoestima que apenas hablaba, aunque escuchaba y observaba todo a su alrededor. Hace ya muchos años que Julia Zenko se animó a brillar, pero en estos últimos tiempos también se atrevió a hablar de su infancia y su adolescencia en su primer libro, Jaie Sure, editado por Galerna. Escribir sobre los secretos familiares la ayudó a sanar heridas que estuvieron abiertas durante muchos años. En una charla íntima con LA NACION, la cantante y actriz habla sobre esta catarsis que fue escribir, adelanta que todavía hay más recuerdos para contar, reflexiona sobre cómo descubrió que la música era su camino a la felicidad y repasa sus amores.

-¿Por qué escribiste un libro?

-La idea de hacer el libro es de Alelí, mi jefa de comunicación. Un día le pedí que viniera a mi casa para revisar algunos recortes que podían servir para redes y le leí algunos textos que escribí durante la pandemia, en esos largos días de soledad, con mis gatas y hablando con mis hijas y amigas a través de una pantalla. No escribí pensando en hacer un libro sino como una catarsis, muchos recuerdos de infancia y adolescencia. Escribí con birome, en un cuaderno cualquiera. Son cosas muy privadas, recuerdos dolorosos y otros hermosos. Quería dejar escritas cosas que quizá en algún momento de mi vida iba a olvidar, y además cosas que callé durante mi infancia porque era muy tímida y observadora y notaba que había muchos secretos. Cosas que todavía no están claras hoy y quedan sin respuesta.

-¿Qué cosas te hacían mucho ruido?

-Cómo había venido mi abuela de Polonia, cómo nació mi mamá en Montevideo (Uruguay) y se instalaron en Avellaneda, en Buenos Aires, y cómo mi tía tiene el mismo apellido que mi mamá, por qué a mi papá lo llamábamos Roberto y no era su verdadero nombre. Mi papá firmaba como I. (Israel) Trzenko y un día le pregunté por qué y me contó que se había cambiado el nombre porque cuando llegó de Polonia, a los cuatro años, lo llamaban judío de m… o lo cargaban. Lo mismo mi mamá, que usaba un apellido distinto al que yo conocía como mi abuelo, pero no era mi abuelo biológico. Algunas cosas se aclararon, pero otras no; yo era muy preguntona y muchas preguntas quedaban sin respuesta. Fue un trauma.

-En el libro deslizas alguna historia de trata de personas…

-Con el tiempo me di cuenta. Hace muchos años hice una nota con Antonio Carrizo y le conté sobre todas estas dudas, y él me dijo que seguramente tenía que ver con las polaquitas que traían de Polonia para prostituirlas. Y ahí me cayó la ficha. Algo no estaba bien. Recuerdos dolorosos, raros. Pero este libro no habla de trata sino de mi infancia y adolescencia.

-Y también habla del abuso que sufriste…

-Si, pero el libro no está centrado en eso sino en mis recuerdos… Y creo que va a haber más recuerdos. Contarlo en el libro me hizo revivir la situación estresante que viví; prefiero obviar los detalles.

-¿Vas a escribir otro libro?

-Puede ser (risas).

-Hablas también de tu baja autoestima, ¿qué sentías?

-Sí, era gordita, tenía 12 años y pesaba 72 kilos. Tenía una autoestima muy baja y el mensaje del libro tiene que ver con creer en uno mismo más allá de los secretos, de las dudas y de los “no voy a poder”. Cantar era un juego cuando me paraba frente al espejo de mi casa en Villa Devoto con un Wincofon, que fue mi primer micrófono. Era feliz, disfrutaba y creo que era mi escape.

-¿Cuándo tuviste conciencia de que el canto era tu camino a la felicidad y a tu sustento?

-Pensé en una profesión muchos años después. Al principio cantar era mi forma de comunicarme con los demás, poder expresarme a través de las canciones. Encontraba en otros mis propias palabras y por eso este libro es tan importante, porque son mis palabras. Las cosas se fueron dando y me arriesgué. A mis 12 años me di cuenta de que, cuando cantaba, algo le pasaba a los demás. Y me miraban y decían “qué lindo”. Porque hasta ese momento era la nena fea, narigona, gorda. Y mi hermano Juan era el bello, inteligente, deportista, culto. Entonces, cantar fue un despertar hacia mi autoestima. Mi mamá, una visionaria, me llevó a una maestra de canto que ni sé cómo consiguió. Y Esther Plotkin fue una hermosa maestra. Aprendí a tocar la guitarra, cantaba en mi casa, pero no vislumbraba una carrera profesional sino quizá una actriz.

-¿Y la cantante profesional cuándo nació?

-Ya hace cincuenta años. Un amigo de mi papá me llevó a cantar al Club Il Peretz de Villa Lynch, y yo tocaba la guitarra también. Este amigo que se llamaba Israel como mi papá, era programador de los shows de ese club donde cantó Marikena Monti, Horacio Guaraní. Con esos hermosos aplausos que me regalaban empecé a vislumbrar que eso me hacía bien. Mi primer disco fue en 1983, pero ya canto profesionalmente desde 1974 o 1975.

De todo un poco,

-Y durante esos años, hasta que empezaron a conocerte, ¿cómo te ganabas la vida?

-Cantaba en boliches, animaba fiestas infantiles y era la Capitana Julia junto con el Capitán Ichu (risas), en un catamarán que paseaba por el Tigre. Mis trabajos siempre tuvieron que ver con la música y el arte. E hice bastante teatro musical. Teatro de texto hice solamente una vez en microteatro, dirigida por Graciela Dufau, donde interpretaba a una psicóloga y no cantaba. Tengo una idea de volver a hacer teatro de texto. Hice muchas giras, y con María de Buenos Aires viajé durante diez años por todo el mundo. He cantado en lugares alucinantes como en Grecia, en Polonia.

-Pudiste conocer tus raíces…

-Sí, y estuve en Varsovia, en la calle donde nació mi papá, Nowolipki al ciento y pico; ya estaba destruida, pero fue una de las pocas calles que quedaron porque era la zona donde había chicas de la vida… La zona roja. Había una película inspirada en un libro que se llamaba Las chicas de Nowolipki; y me traje ese libro que nunca pude leer porque está en polaco (risas). Pero lo tengo.

-¿Proyectos?

-Este año empezó hermoso con la publicación del libro Jaie Sure, cosa que nunca se me hubiera ocurrido porque en cincuenta años escribí solamente una canción, Mal de luna, con música de Luis Gurevich. Nunca la grabé en un disco mío, aunque sí como invitada en un disco de Luis. Ahora empecé a cantarla en mis shows. Me criticaban, me decían que no era muy linda. Con el libro descubrí mi parte creativa, que es muy importante para mí y me da el empuje para seguir escribiendo. Y este año sigue con shows y giras. El 22 de junio voy a estar en La fonda del golf, en Colectora Este (Panamericana 5445, Boulogne) con un repertorio especial junto a mi cuarteto, que integran Leandro Marquesano, Agustín Marquesano, José Torelli y Diego Gazzaniga. El 9 de julio voy a hacer un concierto junto a Facundo Ramírez en piano y Tato Taján en guitarra, en el Palacio Paz. Y el 6 de septiembre voy a participar de la edición 47º del Festival Sabandeño en Canarias, España junto a Popi Spatocco, Nahuel Pennisi y el grupo canario Los Sabandeños. Estoy muy entusiasmada porque me encanta viajar. Y además, quiero sacar algunas canciones que grabé en Noruega con un músico de allá; son boleros. Y musicalmente es mi próximo camino.

Colegas admirados

-¿A quiénes admira una cantante exitosa como vos?

-A muchas colegas. Mercedes Sosa, Elis Regina; mi segunda hija se llama Elis por ella. María Graña cantando tangos, todas mis amigas que admiro, Las elegidas: Lucía Galán, Marilina Ross, Patricia Sosa, Sandra Mihanovich, Marcela Morello, y se incorporaron Soledad y Elena Roger. Y de las nuevas me gusta María Becerra, Thiago, Catriel, Wos.

-¿Te interesan las nuevas tendencias musicales?

-Me interesa cuando se puede mezclar armonía, melodía. Cuando es algo rítmico, tiene que tener una letra muy potente para que me atraiga. No estoy cerrada a los nuevos intérpretes. Trato siempre de adaptarme a los tiempos que corren, siendo fiel a lo que me gusta, a la buena música, las letras profundas, buenas melodías y armonías. Y también siempre están Teresa Parodi, Víctor Heredia. Y Nahuel Pennisi me gusta un montón.

Julia Zenko, siempre activa: tiene por delante nuevos shows, una presentación en España y acaba de publicar su primer libro

-¿Tus hijas también se dedican al arte?

-Sí, Laura González es cantante y compositora y Elis García es actriz y también canta; y dan clases de canto. Me acuerdo que cuando eran chiquitas les cantaba “hay que sacarlo todo afuera… como la primavera”. Mis hijas pueden contar conmigo siempre, y para todo. Y les enseñé a no tener secretos.

-Sus padres son músicos también, ¿cómo fueron esas historias de amor?

-El papá de Laura es Marcelo San Juan, un groso; estuvimos juntos durante cuatro años y fue con el único que me casé legalmente. Y Daniel García, otro groso, es el papá de Elis; estuvimos juntos 16 años y nos llevamos muy bien. A veces trabajamos juntos.

-¿Estás en pareja?

No estoy sola pero no estoy en pareja. Estoy con mis gatitas. Y conmigo (risas). Pero no en pareja. Tengo ganas de enamorarme, pero lo veo bastante difícil porque la vida, en este momento, me pone en otro lugar que tiene que ver con sacar toda mi creatividad. Un poco en broma y un poco en serio, digo que me gustaría tener a alguien con quien compartir los domingos, que venga a casa, me haga unos masajitos (risas). Me gustaría enamorarme.

Para agendar

Julia Zenko en concierto: el 22 de junio en La fonda del golf (Panamericana 5445, Boulogne). El 9 de julio en el Palacio Paz (Av. Santa Fe 750, Capital).

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