En la puerta del colegio Instituto Hispano Argentino Pedro Poveda, donde se desarrollaba la jornada electoral de las elecciones legislativas bonaerenses, un detalle despertaba curiosidad: en las listas pegadas al ingreso, al lado del nombre de Karina Milei, alguien había escrito un “3%”. Ese número, pintado de manera improvisada, se convirtió en tema de conversación entre quienes consultaban el padrón antes de entrar.
La mesa 124 abrió a las 8.09, con una leve demora. Patricia, fiscal de esa mesa, relató que una persona sin acreditación intentó reemplazarla en el arranque de la jornada: “Quiso quedarse en mi lugar, pero no correspondía”, explicó. La situación se resolvió rápido y la votación avanzó sin mayores sobresaltos. Hasta media mañana ya habían sufragado unas 70 personas, cifra que coincidía con lo registrado en las demás mesas del establecimiento.
El clima cambió por completo cuando llegó la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei, poco después de las 12.15. El foco estaba puesto en la mesa 124, orden 212, y apenas apareció en el pasillo, la escena se transformó: estaba escoltada por un grupo grande de militantes. La rodeaban por todos lados para que nadie pudiera acercarse. Ella tenía la mirada seria, y no dijo nada mientras esperaba en la fila para votar en su mesa. Mientras tanto, la prensa se acomodaba como podía alrededor para registrar cada movimiento. Los aplausos marcaron su ingreso y egreso y la expectativa se mantuvo hasta que finalmente emitió su voto.
Al salir del cuarto oscuro, Karina se dio la mano con las tres fiscales de mesa como gesto protocolar y buscó descomprimir la tensión que la rodeaba. “Yo no soy candidata a nada. Nunca hablo”, repitió en varias oportunidades, mientras le consultaban por el escándalo de los audios y las presuntas coimas en el área de discapacidad. Es lo único que dijo. Ella no emitió más palabras que eso, en lo que pareció un intento de marcar distancia frente a las especulaciones.
Tras sufragar, abandonó el lugar en medio de un aplauso cerrado, pero optó por no elegir la estrategia que se había comentado desde temprano: ingresar por la puerta principal y retirarse por otra salida para evitar incidentes. Es decir, entró y salió por la puerta principal.
“Olé, olé, olé, jefe, jefe”, cantaban un grupo de militantes que la siguiendo de cerca mientras salía.
“¡Chorra!“, arremetió un transeúnte que cruzaron ya en la calle.
En todo momento, la hermana del presidente Javier Milei permaneció rodeada por ese escudo humano: jóvenes de traje azul celeste y corbatas chillonas y otros muchachos de mayor porte, que parecían guardias de seguridad.
“¿Van a jugar en contra los audios?“, le preguntó una cronista que intentaba acercarle el micrófono. Pero ella siguió con la vista al frente y en completo silencio.
Fue una caminata de paso rápido, que se estiraba. Caminó dos, tres, casi cinco cuadras hasta Avenida del Libertador.
“¿Alguna reflexión Karina?“, insistía una cronista que no lograba sacar una sola palabra a la secretaria general de la presidencia. No pareció casualidad que no se subiera rápidamente a un auto como lo suelen hacer otros funcionarios después de votar.
Algunos periodistas se quejaron de que la seguridad y los militantes que la rodeaban los empujaron para alejarlos.
“¡Vamos Jefe!“, la alentó otro militante. “Vos podés caminar la calle y Cristina no”, le gritó.
Finalmente, sobre la avenida del Libertador se subió a un auto. Y se fue tal como llegó: sin responder a preguntas, sin emitir ninguna palabra.
Una intervención con birome
En la puerta de la misma institución educativa, apareció una intervención con birome en el padrón de electores exhibido en el ingreso, donde cada votante puede corroborar su inscripción. Allí, se dejó escrito “3%” al lado del nombre de la hermana del Presidente.
Se trataba del porcentaje que, según grabaciones clandestinas con signos de edición, Karina Milei habría recibido en el marco de una presunta maniobra de corrupción. En esos audios, Diego Spagnuolo -ahora exdirector de la Agencia Nacional de Discapacidad (Andis)- le cuenta a un interlocutor no identificado que el organismo estaría siendo “desfalcado”.
En la grabación, la voz atribuida a Spagnuolo apunta a Eduardo “Lule” Menem, mano derecha de Karina, como el responsable de organizar un supuesto sistema de retornos en la compra de medicamentos. “Son más chorros que los Kirchner”, se escucha decir, al explicar que a las empresas se les exigiría un 8% en coimas, cuando antes el porcentaje era del 5%.