Además de su enorme talento a la hora de interpretar cada uno de sus papeles, Kate Winslet es una mujer auténtica. Su voz firme a favor de la naturalidad, la diversidad de los cuerpos y la verdad en la industria del cine es la gran virtud en la que radica gran parte de su atractivo. Nació el 5 de octubre de 1975 en Reading, a unos 40 kilómetros de Oxford y a una hora de Londres, y cabe destacar que la familia Winslet tiene una fuerte tradición en el mundo de la actuación: los padres de Kate, Roger John y Sally Ann, eran actores de teatro; su hermana Anna es directora de una pequeña compañía de producción teatral, y Beth tuvo varios papeles en producciones de televisión, películas y cortometrajes. A lo largo de su carrera, Kate se consolidó como una de las actrices más prestigiosas de Hollywood. Saltó a la fama internacional con Titanic en 1997, junto a Leonardo DiCaprio, aunque dos años antes ya se había destacado en Sensatez y sentimientos. Ganó el Oscar a Mejor Actriz por El lector y se consagró con múltiples premios prestigiosos, como los Golden Globes, los BAFTA y los Emmy, estos últimos por sus papeles en las exitosas series Mildred Pierce y Mare of Easttown.
Pero mucho antes de todos esos éxitos Kate descubrió que la fama podía ser tan encantadora como despiadada. Tras Titanic, la superproducción dirigida por James Cameron en la que interpretó a Rose, experimentó el lado más cruel de la popularidad. Su cuerpo, considerado “poco normativo” en los años noventa, fue foco de críticas por parte de la prensa, que apuntaron a un supuesto exceso de peso. “Es espantoso. ¿Qué clase de persona hay que ser para hacerle algo así a una joven actriz que apenas podía entenderlo?”, recordó hace unos meses Kate entre lágrimas durante una entrevista en televisión. Aquello la marcó tan profundamente que se convirtió en una defensora de la imagen real. Por ejemplo, cuando fue embajadora de Lancôme, en 2015, impuso una cláusula para que sus fotos no fueran retocadas. La propia marca confirmó que la actriz exigió aparecer “al natural”. Su intención era clara: enviar un mensaje a los más jóvenes para evitar la falsa idea de perfección que generan las imágenes alteradas digitalmente. Durante el rodaje de Mare of Easttown también se negó tajantemente a que editaran su cuerpo. Según contó ella a The New York Times, rechazó que suavizaran un “rollito de su panza” en una escena íntima. Y cuando vio los carteles promocionales, pidió que devolvieran sus líneas de expresión: “Sé cuántas arrugas tengo al lado del ojo, deben ponerlas de vuelta”. Prefería aparecer mayor que aparecer irreal.
SUS GRANDES AMORES
A sus 15 años y durante el rodaje de Dark Season conoció al actor y escritor Stephen Tredre, doce años mayor que ella. Salieron durante cuatro años, hasta que él murió de cáncer. De hecho, Kate no estuvo en el preestreno de Titanic en Los Ángeles para poder asistir a su funeral. En 1998 se casó con el asistente de director Jim Threapleton, con quien en 2000 tuvo su primera hija, Mia Honey, quien sigue los pasos de su madre en la actuación y ya participó de varias producciones usando su apellido paterno para evitar comparaciones. Algo que llena de orgullo a Winslet. Un año después de la llegada de Mia, la pareja se divorció y en 2003 Kate se casó con Sam Mendes, a quien había conocido cuando él le propuso actuar en una obra de teatro en Donmar Warehouse, donde era director artístico. Fue una boda íntima, en presencia de tres amigos, en la isla caribeña de Anguila. Poco después la actriz dio a luz a su segundo hijo, Joe Alfie, ese mismo año. La familia dividía su tiempo entre Nueva York y su casa en la campiña inglesa en los Cotswolds. Tras siete años de matrimonio, la pareja anunció su divorcio amistoso en febrero de 2010, pero la estrella no estuvo soltera por mucho tiempo: en 2011 conoció a quien sería su tercer marido, durante unas vacaciones en la finca de Richard Branson, el multimillonario británico fundador de Virgin Group. Edward Abel Smith, sobrino de Branson, conquistó a Kate. “Sabía que iba a pasar mi vida con este hombre… Estaba a punto de recibir un Emmy y yo estaba tan envuelta en el torbellino de haberlo conocido que ni siquiera podía concentrarme. Y recuerdo haber pronunciado un discurso absolutamente espantoso porque no estaba en el planeta Tierra. Me había enamorado perdidamente de esta persona que acababa de conocer”, confesó la actriz. Fruto de ese amor nació su tercer hijo, Bear, en 2013.
Este año Kate cumplió 50 y cuando le consultaron cómo planeaba festejarlos, reveló que será de una forma particular: haciendo este año cincuenta cosas memorables, una por cada año, porque está más enfocada en vivir experiencias únicas que en organizar fiestas ostentosas.