Kenya, la última elefanta que queda en la Argentina, se encamina a viajar a un santuario en Brasil

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MENDOZA.— Ya Kenya, la última elefanta que vivía en cautiverio en Argentina, está lista para viajar rumbo al Santuario “Global Sanctuary for Elephants”, en Brasil. Hace pocas horas ingresó en la caja en la que será transportada en camión, desde el Ecoparque de Mendoza, acompañada por su cuidador Marcos Flores, Trish London, Scott Blaise, Johana Rincón, sus tradicionales cuidadores, y Leandro Frutos de la Fundación Franz Weber.

También la acompaña el actor Nicolás Pauls, entre otras personas que tienen o tuvieron que ver con toda la preparación de Kenya. Ellos recorrerán, como ya lo hicieron las elefantas Pocha y Guillermina, casi 4000 kilómetros dentro de una caja de hierro. Las paradas van a ser para alimentarla, limpiar la caja, o cuando la elefanta muestre señales de inquietud y necesite detenerse.

Una cámara ubicada dentro de la caja de hierro permitirá observar sus estados de ánimo y tener el control de lo que sucede. El objetivo es llegar al santuario lo antes posible, para evitar cualquier inconveniente que pudiera surgir. Pero será Kenya, la elefanta, quien irá determinando el ritmo del viaje. La caravana se detendrá para dormir solo si ella lo necesitara.

La historia de Kenya

Kenya, la última elefanta en cautiverio del país, llegó a la Argentina en el año 1984 desde un zoológico alemán. Tenía solo 4 años. Probablemente su madre murió intentando defenderla para que no la separaran de su lado… Así capturaban a los elefantes (todavía sucede) que se vendían a los circos y a los zoológicos. Casi siempre de pequeños.

Kenya vivió sola en un recinto del ex zoológico de Mendoza durante 40 años. El proceso de preparación de Kenya empezó hace siete años. El objetivo fue siempre el mismo: sacar a todos los elefantes cautivos de la Argentina y llevarlos al Santuario en Brasil, creado en el año 2012.

En el santuario fueron preparando los recintos y la estructura necesaria al mismo tiempo que los elefantes eran entrenados para poder llevar a cabo el viaje. Trasladar un elefante con malos tratos, con el tradicional bullhook o con descargas eléctricas, como se los usó en los circos, todavía en algunos zoológicos, o con los elefantes utilizados para turismo, juegos (como el polo o competencias), trabajo, o cualquier otra actividad que implique obedecer órdenes ajenas a su propia naturaleza, es más rápido, y cruel, claro.

Cada uno de los elefantes con los que se pudo concretar el viaje a la libertad, sufrieron maltrato, encierro y abuso. El trabajo que se requiere para que ellos vuelvan a confiar en el hombre es lento. Más allá de que son muchos los estudios que se requieren para entrar a Brasil, los trámites se agilizaron por las gestiones de la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei, y el Secretario de Ambiente, Daniel Scioli, y se concretaron en tiempo récord.

Kuky y Tamy, por ejemplo, murieron antes de conocer la libertad.

Durante todos estos años, la fundación suiza Franz Weber fue la encargada de articular todas esas voluntades y trabajo. En el año 2017, la Argentina comenzó un camino que inició con Pelusa, la elefanta del zoológico de La Plata, y que culmina con la salida de Kenya. En el camino, quedaron Pelusa (que murió antes de poder ser trasladada), Sharima, Kuky, Berry, y Tamy, además de todos los que murieron anteriormente. Solo para dimensionarlo, en el recinto del actual Ecoparque de Buenos Aires, vivieron y murieron 14 elefantes.

Los elefantes necesitan caminar al menos 10 kilómetros por día para mantener cuerpo y mente sanos. Al estar encerrados y no poder hacerlo, se les infectan las manos y las patas. Más de la mitad de los animales en cautiverio mueren por esa razón.

En el Mato Grosso, en Brasil, Kenya vivirá en una selva similar a la de la cual se la sacó cuando tenía solo cuatro años. Allí estará con otros elefantes rescatados de circos y zoológicos de otros países de América del Sur. Entre ellas Mara, Guillermina y Pupy.

“Pelusa, Mara, Merry, Pocha, Guillermina, Pupy, Kuky, Tamy y Kenya —dice Tom Sciola, el representante de la Fundación Franz Weber en la Argentina—. Cada uno de estos nombres representa una historia, un proceso único y una deuda histórica que quisimos reparar».

“Todo empezó con Pelusa. Para ella fue demasiado tarde. Mara fue la primera en viajar. Hoy termina con Kenya. Pero es importante recordar que cada elefanta que pisa el santuario en libertad representa muchos años de trabajo incansable, estrategias legales, coordinación técnica y una entrega total al bienestar animal de muchas personas. Nada fue improvisado: detrás hubo entrenamientos específicos para que los elefantes colaboraran en su propio traslado, planificación veterinaria, nutricional y comportamental, la obtención de permisos internacionales y diálogos diplomáticos entre países para avanzar en estas gestiones titánicas”.

“Hoy, gracias a un esfuerzo impulsado y liderado por la fundación Franz Weber, la Argentina ya no tiene elefantes en cautiverio. Espero que este ejemplo inspire a otros países a tomar la misma decisión, basada en la ética y la evidencia científica, de llevar a sus elefantes a santuarios, donde puedan vivir con la dignidad que requieren, capaces de experimentar emociones tan complejas como las que sentimos los seres humanos”, agregó.

En Brasil espera Pupy, la primera elefanta africana en llegar al santuario. Hoy recorre sus caminos, come arbustos, se tira al agua y se echa sobre la tierra roja. ¡Toda una elefanta africana! En pocos días, llegará Kenya, la segunda elefanta africana en llegar al Santuario de Brasil. Las elefantas africanas y las asiáticas no se pueden juntar: viven en diferentes climas y tienen distinto temperamento.

Kenya y Pupy no se conocen. La presentación será de a poco. Pero todos esperan que Pupy pueda mostrarle a su nueva compañera los senderos por los que pasea en libertad, y en poco tiempo verlas juntas viviendo como verdaderas elefantas. Será un homenaje a Kuky, Tamy, Sharima, Pelusa, Merry y todo el resto de los elefantes que nunca conocieron la libertad. Y a todos los humanos que lo hicieron posible.

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