El peronismo de la provincia de Buenos Aires está atravesando un momento muy trascendente para su historia. La discusión interna del kirchnerismo, que se convirtió en las últimas dos décadas en la expresión política que condujo el armado justicialista provincial, pone de relieve un cambio de época. El fin de un ciclo y el inicio de otro. Y, como suele suceder en momentos conflictivos, están quienes quieren cooptar el mayor poder posible y quienes se resisten a entregarlo. Es parte de la naturaleza política.
En la última semana, la disputa de centralidad entre Axel Kicillof y Cristina Kirchner ha quedado en evidencia con absoluta claridad. El Gobernador levantó su perfil mediático y, a través de una instalación de su imagen y su discurso, buscó capitalizar el triunfo contundente en el territorio bonaerense. El mate a las 23, la marcha universitaria y la acumulación de actividades de gestión en tono electoral. Todo fue tema. Porque ahora las luces se posan, inevitablemente, sobre sus accionar. Mucho más que antes.
La ex presidenta se las ingenió para mantener su protagonismo en esos mismos días donde la cara de Kicillof apareció en todos lados. Recibió al primer candidato a diputado nacional por Buenos Aires, Jorge Taiana, hizo un largo posteo de X cuestionando el mensaje en cadena nacional de Javier Milei sobre el nuevo presupuesto, se mostró activa desde su balcón el día que se recordó la Noche de los Lápices y el miércoles por la tarde, cuando se llevó a cabo la marcha universitaria. En esa oportunidad una buena cantidad de militantes la fueron a saludar y corear en el barrio de Monserrat.
Esa hilera de acontecimientos tendrá un corolario este sábado, cuando se cumplan 100 días de su condena en la causa Vialidad. La Cámpora y los sectores más duros del kirchnerismo organizaron una movilización a la puerta de San José 1111 para reclamar por su detención y por lo que consideran que es un claro hecho de proscripción. La marcha, que tendrá lugar hoy a las 15, tiene un objetivo concreto. Darle visibilidad, centralidad e importancia al rol de CFK en el escenario político. Lo harán bajo el lema “Argentina con Cristina”.
Los detalles de la movilización se delinearon en una reunión que se realizó el último martes en la sede del PJ Nacional, en donde estuvieron dirigentes desde distintas terminales K. Luis D’Eleía, Guillermo Moreno, Vanesa Siley, Oscar Parrilli, Felipé Solá y Carlos Castagneto fueron algunos de los presentes. La idea es seguir manteniendo viva la lucha dialéctica por la libertad de CFK.
Allí también se resolvió que el próximo 17 de octubre, día de la Lealtad Peronista, se realizará una caravana denominada “Leales de corazón”. Saldrá de 12 puntos del Gran Buenos Aires: uno por cada año de los gobiernos de Néstor y Cristina. El cristinismo ya marcó la cancha en la organización del día histórico que tiene el peronismo y lo hizo sin darle un lugar visible a Kicillof. Pequeños gestos que desnudan las diferencias que nadie niega. Cada uno por su lado. Cada cual, aún en la unidad, atiende su juego.
Para este sábado el sector de CFK espera una marcha voluminosa que tenga impacto visual y político. Abraza a su líder frente al protagonismo creciente de Kicillof, que se convirtió en el gran ganador de la elección provincial, aunque para muchos dirigentes del camporismo aún falte el resultado de la elección de octubre para saber si le salió bien la estrategia del desdoblamiento.
Una sola frase, de un dirigente de La Cámpora de primera línea, alcanza para marcar lo que piensan en el corazón de ese campamento político respecto a la decisión que tomó Kicillof: “Si en octubre no entran 19 diputados, que es lo que deberíamos sacar con los 13 puntos de la elección bonaerense, entonces la estrategia del desdoblamiento fracasó”.
Esta tarde se va movilizar hasta San José 1111 una columna del Movimiento Derecho al Futuro (MDF). Hasta anoche no estaba confirmado, pero una posibilidad que se manejaba en La Plata es que Kicillof también forme parte de la marcha y esté presente en la puerta del edificio donde la ex presidenta cumple prisión domiciliaria.
En La Cámpora hay distintas miradas respecto al crecimiento en la centralidad que ha logrado Kicillof. Algunos reconocen que “los intendentes van a terminar detrás de él”, en referencia a los jefes comunales que deambulan en la órbita cristinista, mientras que otros creen que “es demasiado temprano para que la agrupación tenga que tomar una postura respecto al lugar que hoy ocupa Axel”.
Lo cierto es que ya nadie niega que, tras las elecciones bonaerenses, el Gobernador aumentó su nivel de influencia dentro del escenario político nacional y que se convirtió en un actor preponderante en el peronismo. Mucho más que antes debido a su proyección como candidato presidencial y a la audacia que tuvo para disputarle poder a CFK. Señales que en las bases de poder territorial se decodifican con rapidez.
En donde empieza a existir un consenso es en el reconocimiento de que fue un error jugar a fondo en contra del desdoblamiento que proponía Kicillof. Sobre todo en la presentación de un proyecto en la Legislatura para que las elecciones sean concurrentes. Es decir, para hacer exactamente lo contrario a lo que pedía el Gobernador. Jugada que ejecutaron los dos presidentes de los bloques de senadores y diputados de Fuerza Patria en la Legislatura bonaerense.
Hay algunas posturas que dejan expuesta una intención de restarle importancia al lugar de Kicillof en el triunfo. La secretaria general de La Cámpora, Lucía Cámpora, se refirió a la victoria bonaerense y aseguró, en una entrevista en el canal de streaming Gelatina, que “fue un triunfo de todo el peronismo en cabeza de Cristina”.
Además, explicó que “la condena y la proscripción” a la ex mandataria “generaron que mucha gente salga a votar”. Consultada sobre si hay un reconocimiento a Kicillof en la estrategia electoral y el triunfo obtenido por Fuerza Patria, respondió: “Hay un reconocimiento al peronismo de la provincia de Buenos Aires y al PJ de la provincia que preside Máximo Kirchner”.
Esos discursos tienen que ver con un proceso de resistencia que se enfoca en mantener todo el caudal de poder posible sobre la figura de CFK. En la agrupación ultra K hay quienes creen que el ciclo político de la ex presidenta empieza a cerrarse, en términos de influencia electoral, por una cuestión absolutamente concreta. No puede competir. Esos límites empujan la necesidad de discutir una sucesión progresiva, anclada en la construcción de un proyecto nacional de cara al 2027.
Hay otros dirigentes que consideran que seguirá pesando en todas las decisiones del espacio tanto como hasta ahora. A esa idea está atado el enojo de varios representantes del cristinismo, que ven en Kicillof a un líder emergente que se ha olvidado que llegó hasta ese lugar gracias a Cristina. Lo consideran un desagradecido que apresuró los tiempos de su proyecto político.
Kicillof está seguro con el camino que está siguiendo. Asume que su confrontación con CFK para generar autonomía generó rispideces en todo el peronismo, pero entiende que no había otra forma de mantenerse a flote con una dosis de poder, con protagonismo real en el armado justicialista y con dos años de gestión por delante, donde, inevitablemente, iba a perder capacidad de influencia debido al límite para una segunda reelección.
“Axel es soberbio, egocéntrico y personalista. Si no cambia, va a terminar como Rodríguez Larreta. Es decir, no va a ser presidente”, sentenció una voz de peso dentro del esquema de poder del cristinismo. El Gobernador sabe que, de aquí en adelante, va a cargar con el peso de ser un presidenciable, tal como lo fue el ex jefe de Gobierno porteño, y por eso pone un freno de mano cada vez que le consultan sobre el tema. “Hablar de eso es ciencia ficción”, le aseguró al periodista Carlos Pagni. Corre el riesgo, como el ex candidato del PRO, de que las turbulencias de la gestión y el frenesí de la confrontación política diluyan su proyecto presidencial.
En la Gobernación toman distancia de los resquemores con La Cámpora. “Ya está. Ya pasó. La elección se ganó y el desdoblamiento salió bien. Es un tema terminado“, expresó un funcionario muy cercano al Gobernador. Y agregó: “No hay nadie que crea que Axel no fue partícipe indispensable del triunfo electoral. Están solos en esa postura. Completamente solos”.
Tal como adelantó Infobae el último fin de semana, Kicillof está seguro de que no puede ser el candidato a presidente de una fuerza política que esté tan resquebrajada como Fuerza Patria. Por eso le advierte a los suyos que la coalición debe cambiar el funcionamiento y que la interna debe tener un freno. Sino, pensar en un eventual gobierno, se vuelve una tarea completamente inviable. “Yo quiero a Cristina fuerte y a La Cámpora fuerte, pero que no jueguen en contra mío”, le aseguró a un intendente cercano algunos días atrás.
El Gobernador prometió visitar a la ex presidenta en los próximos días. No la ve desde el 10 de junio, día en que la Corte Suprema confirmó la condena en la causa Vialidad. Hablaron por teléfono varias veces durante las negociaciones electorales. Las listas, los nombres y las estrategias. Siguen teniendo una relación muy fría. Distante pero correcta. Por ahora, con eso alcanza para que el peronismo bonaerense no vuele por los aires. Pero esa convivencia atada con alambre es imposible que se sostenga en un mediano plazo.
Para transitar el campo minado que le espera por delante hasta el 2027, Kicillof se ve obligado a generar un acuerdo de convivencia con CFK. Sobre todo porque en sus planes no está romper la coalición. Si no quiere una guerra, ni un sometimiento, tal como se lo graficó a su entorno más íntimo, la salida es lograr un pacto político con la ex presidenta, para que ella ordene el vínculo con el camporismo y los dirigentes más duros del mundo K. Sino la interna seguirá hasta el límite de la fractura. Un paso final que a nadie le conviene.