Kylie Minogue montó una pista de baile en el Movistar Arena y terminó al borde de las lágrimas en el escenario

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Con 57 años, poco más de un metro y medio de altura, energía sabiamente dosificada y un puñado de hits que parecen negarse a la nostalgia, Kylie Minogue demostró este jueves por la noche que no hace falta tanto para montar un buen show.

A las 21, puntualmente, el Movistar Arena se oscureció por completo mientras los músicos y coristas salieron a escena y los gritos comenzaron a multiplicarse entre la audiencia. Las luces láser dieron una pista de lo que vendría durante las próximas dos horas: un setlist marcado por el pop electrónico y el eurodance que casi no daría respiro. “Buenos Aires”, gritó la estrella australiana, aun sin revelar su figura frente a una ferviente audiencia.

Kylie Minogue en el Movistar Arena

“Lights Camera Action”, de su más reciente álbum de estudio, Tension II, abrió el juego, para luego seguir con “In Your Eyes”, uno de los singles de Fever, el disco que en 2001 le devolvió la estelaridad que le había sido algo esquiva en los 90. Rodeada de cinco bailarines en plan de oscuros samuráis y enfundada en un mono rosa chicle, Minogue celebró los cantitos del público entre aplausos y risotadas. “¿Cómo se sienten esta noche? Nosotros estamos en shock, realmente en shock“, dijo en una de sus no tantas intervenciones. Y no porque la ”princesa del pop» decida sumergirse en un show cronometrado y aséptico -por el contrario, tuvo momentos de sencilla espontaneidad que fueron muy agradecidos-, sino porque la prioridad estaba puesta en otro lado.

El Tension Tour -que comenzó el 15 de febrero en Perth, Australia, tuvo fechas en Asia, Europa, Estados Unidos y finaliza el 26 de agosto en Monterrey, México- está pensado como una celebración antes que una autocelebración. Tampoco pretende imponerse como una “experiencia sensorial” repleta de estímulos, pantallas de última generación y recursos inagotables entrando y saliendo de escena. No, nada de eso. Lo que Kylie Minogue quiso fue volver a las bases y montar, en cada parada, una pista de baile para que sus seguidores -los nuevos, los de siempre- disfruten de moverse libremente al son de las melodías pegadizas que forjaron su camino.

Kylie Minogue en el Movistar Arena

Kylie Minogue pasa de la nostalgia. Apenas abrió la puerta de su fase ochentosa al interpretar “The Loco-Motion”, y a decir verdad, lo hizo con tanta frescura que nadie en el Movistar Arena debió haberse quedado pensando que todo pasado fue mejor. Y no resulta exagerado decir que, a 37 años de la publicación de su primer disco, la música de esta diosa australiana elige mirar hacia adelante antes que detenerse en la melancolía.

“The Loco-Motion”, justamente, quedó en el medio de dos momentos que mostraron a Minogue como humana antes que como una diva inalcanzable: cuando divisó entre el público un ejemplar de su disco debut, Kylie, pidió prestada una fibra y lo firmó, para luego devolvérselo autografiado a su dueño, y sobre el final de la canción, cuando caminó junto a sus bailarines por una pasarela que la condujo hasta una plataforma montada en el medio del estadio. Allí, cumplió con los requerimientos que sus fans le hacían de canciones fuera del setlist oficial del show y repartió flores. “¿Quién va a ser mi rosa salvaje esta noche?“, dijo antes de divisar a una chica que asomaba entre la multitud. ”Es para vos, hagamos como si no hubiera nadie más acá“, le dijo antes de interpretar a capella un fragmento del tema que grabó con Nick Cave, «Where the Wild Roses Grow“.

Pasado el momento romántico, una bola de espejos bajó desde lo alto para abrir paso al último tramo del show. Cubierta en círculo por sus bailarines, Kylie volvió a cambiar su atuendo e interpretó “Supernova”, para luego regresar al escenario principal para finalizar con un set marcado por los sonidos disco.

El momento rocker asomó con “Confide In Me”, de su disco de 1994 Kylie Minogue. Enfundada en un amplio y vaporoso vestido negro, estaba claro que pronto habría una revelación. Y la hubo, cuando sobre el final de “Slow”, se descubrió un minivestido con tiras metalizadas en celeste y blanco, dibujando sobre su pecho la bandera argentina.

La tríada de “Tension”, “Can’t Get You Out Of My Head” y “All The Lovers” funcionó como una primera despedida perfecta, con el público coreando “Olé, olé olé, Kylie, Kylie”, y abriendo paso a las luces rojas que presagiaron al más reciente éxito de la australiana, “Padam, Padam”.

“Eso fue hermoso”, dijo sorprendida, cuando en “In My Arms” muchos decidieron prender las linternas de sus celulares. Con “Love At First Sight” llegó la explosión de papeles y la despedida definitiva, frente a un público rendido a sus pies. “Buenos Aires, los amamos. Muchas gracias”, gritó Minogue, antes de dar su última recorrida por el escenario. “Saben que fueron increíbles, ¿no? Mi corazón explota”, dijo luego, antes de mirar al cielo y lanzar un beso.

Kylie Minogue, con 57 años, poco más de un metro y medio de altura, energía sabiamente dosificada y un puñado de hits que parecen negarse a la nostalgia, estaba genuinamente emocionada de haber, una vez más, celebrado su música junto a sus fans.

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