A los 25 años, de la noche a la mañana, Omar Youssef Souleimane debió dejar atrás su vida y su país, Siria, para escapar de las garras represivas del dictador Bashar al-Assad, que ya había secuestrado, torturado y asesinado a muchos de sus amigos por haber reclamado mayor libertad y democracia para su país.
Souleimane recaló primero en Jordania, donde fue encarcelado y torturado, pero su solicitud de asilo político en la embajada de Francia rindió frutos y en 2012 pudo emigrar. Comenzó allí una vida nueva en una sociedad que hace un culto a la libertad de expresión y los derechos del individuo. En ese contexto, pudo retomar su pasión por la escritura y el periodismo.
Souleimane creció en una familia musulmana y conservadora, y fue expuesto a una enorme dosis de prejuicios antisemitas a lo largo de su vida. Francia se encargaría de derribar todas esas ideas preconcebidas. Allí, abandonó la religión y abrazó los ideales del laicismo, el universalismo y las libertades individuales, elementos fundantes del país que lo adoptó.
No quiero que los islamistas que destruyeron mi país hagan lo mismo en Francia
Hoy, este multipremiado escritor y periodista de 38 años está embarcado en la defensa de esos ideales que tanto valora y que ve amenazados por la creciente alianza entre islamistas extremos y la izquierda radical francesa nucleada en torno al partido La France Insoumise (LFI), que dirige el veterano político francés Jean-Luc Melenchon. Con 7.7 millones de votos, Melenchon se ubicó tercero en las elecciones presidenciales francesas de 2022, apenas detrás de Marine Le Pen, que entró segunda. Hoy su popularidad en la población está en franco retroceso.
El mes pasado, Souleimane publicó su quinto libro de ensayos, Les complices du mal (Los cómplices del mal), en el que narra su trabajo de un año infiltrado en las filas de LFI, participando de sus manifestaciones y escuchando definiciones políticas antisemitas y anti francesas. Escuchaba con frecuencia propuestas como la eliminación del Estado de Israel y la globalización de la Intifada, así como el apoyo a la implementación de la sharia (un conjunto de estrictas reglas de vida islámicas basadas en el Corán). En una audiencia en el congreso francés, Souleimane hizo una presentación ante legisladores sobre la investigación que detalla en su libro.
“Escribí este libro porque no quiero que los islamistas que destruyeron mi país hagan lo mismo en Francia”, dice, en conversación telefónica desde París. “Volver a ver a estos islamistas en mi país de adopción me resulta insoportable. Es el país que me adoptó y lo quiero defender”.
LFI hizo un intento de censurar el libro, pero la editorial rechazó la demanda y la Justicia defendió el derecho a la publicación sin censura previa. “Imagínese, yo vengo de Siria, donde viví la censura de Bashar al-Assad, y de pronto me encuentro con políticos franceses que intentan algo similar en el país de Voltaire”, dice Souleimane, que estudió literatura árabe en la Universidad Al-Baath de Homs y trabajó como periodista en Siria entre 2006 y 2010. Su novela Le dernier Syrien, protagonizada por jóvenes sirios durante la revolución de 2011 y escrita en francés, ha sido traducida al italiano, alemán e inglés.
A un mes de su publicación, el libro lidera las ventas en Amazon Francia para textos políticos, lo que su autor interpreta como una prueba de la preocupación que existe en Francia por el crecimiento del islamismo radical.
-Usted ha sido acusado de islamófobo y ultraderechista. ¿Cómo responde a esas acusaciones?
-Es tan patético. Viví diez años como refugiado político. Luché por la democracia en mi país buscando la igualdad entre las personas. No creo que sea yo quien traicionó los valores de la izquierda.
-¿Por qué cree que su libro ha tenido tanta repercusión?
-Porque necesitamos voces que nos permitan aclarar el peligro de la complicidad entre la izquierda radical y el islamismo. Pienso que nosotros, los franceses que venimos del Medio Oriente, podemos acercar este problema a la población francesa gracias a nuestro conocimiento del Islam. Creo que la buena noticia es que la mayoría de los franceses están muy en contra de este islamismo creciente. Pero, lamentablemente, no conforman una mayoría organizada.
-¿Qué parte juega el antisemitismo en todo esto?
– La izquierda radical, cuando se une con los islamistas, busca promover el odio entre judíos y musulmanes en Francia y crear un caos para imponerse, generando miedo en los franceses musulmanes. Miedo a Francia y miedo al hombre blanco y a los judíos.
-¿Es una estrategia electoral?
-Sí. Quieren los votos de los musulmanes franceses porque es una comunidad muy numerosa. De hecho, la más numerosa de toda Europa. Pero la realidad es que los musulmanes radicalizados son una minoría en Francia y en Europa. Sin embargo, son una minoría muy bien organizada que tiene el respaldo de grupos terroristas, de la hermandad musulmana y de Qatar.
-Usted pasó más de un año infiltrando estos movimientos utilizando disfraces. ¿Qué aprendió?
-Yo me infiltraba en las manifestaciones que se sucedieron desde el 7 de octubre de 2023 y ahí constaté que hay un proyecto común entre la izquierda y grupos terroristas en Francia. Es mucho más que antisionismo. Es antisemitismo puro y duro con diferentes rostros. El odio al judío con llamados a la destrucción del Estado de Israel. Slogans de apoyo a Hamas. Slogans de apoyo a Hezbollah.
-¿Cómo explica que aparezca como un valor de la izquierda defender a Hamas?
-Creo que viven una crisis de identidad. Han llenado un vacío con un discurso woke que ataca a Francia y a toda Europa. Por ejemplo, cuando veo a personas de la comunidad LGBTQ en manifestaciones, ondeando la bandera palestina, apoyando a Hamas, me parece ridículo, porque no se dan cuenta que si regresan a Gaza hoy Hamas los matará en cinco minutos. Hay una crisis de identidad e ignorancia.
-Es un fenómeno que ya alcanza a varios países europeos.
-La alianza entre islamistas y la izquierda no se limita a Francia. Existe en otros países europeos, en particular se ve mucho en Alemania. Es un enorme amenaza a la democracia de la región, un peligro para nuestra capacidad de convivir, un peligro para la laicidad y todos los valores que queremos defender. Incluso abre la posibilidad de enfrentamientos entre comunidades religiosas.
-Usted ha escrito que esto le recuerda los sucesos en su país.
-Exactamente. Yo crecí en un ambiente dominado por el antisemitismo. La sola palabra judío era un insulto en Siria y se vivía en un clima de miedo donde todo está ligado a la religión y donde las libertades no existen. Yo luché por la democracia, por la laicidad en mi país y me tuve que escapar. La igualdad es un principio de la izquierda, y sin embargo ese espacio político hoy está dominado por el islam.
-Usted distingue el islam radicalizado de los millones de musulmanes franceses que viven de acuerdo a las normas de su país.
-Yo creo que los musulmanes en Francia no son radicales de origen. Son seres humanos, como todos. Mi trabajo es atacar el islam político que utiliza a los musulmanes comunes para un proyecto político y electoral. Manipulan para presentar al islam como una identidad y no como una religión. Yo creo que el islam debe ser practicado en el hogar y no como proyecto político que quiere dominar el espacio público. En otras palabras, el islam se debe adaptar a la república y no la república al islam.
-¿Qué se debe hacer para frenar esta ola?
-Primeramente, prohibir la Hermandad Musulmana como organización. Ya está prohibida en varios países árabes, donde se los considera una organización terrorista. En segundo lugar se deberían prohibir los medios islamistas que hacen apología del terrorismo. En tercer lugar, cultivar la laicidad entre la juventud francesa.
-Hoy la comunidad judía francesa está muy amenazada por este islamismo creciente.
-Exacto. Viven con un nivel de vulnerabilidad muy alto. Muchos no se animan a decir sus nombres o expresar su identidad en público. Yo mismo en una oportunidad sufrí una agresión porque fui sospechado de ser judío. Y quiero precisar que efectivamente soy judío si cualquier judío de Francia es agredido. Yo no soy judío y hoy me considero ateo, pero soy judío si alguno de mis compatriotas judíos sufre una agresión, y esto es un compromiso hasta el último día de mi vida.
