“La Argentina ya no es un país joven”: figura entre los de menor tasa de fecundidad en América Latina

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La Argentina atraviesa una de las transiciones demográficas más avanzadas de América Latina. Los datos muestran que el proceso va más rápido que sus vecinos: registra una de las menores tasas de natalidad de la región y expresa este nuevo estilo de vida, por ejemplo, al liderar en los hogares unipersonales.

Así lo muestra un informe de regional de la Red de Institutos Universitarios Latinoamericanos de Familia (Redifam) y de la Universidad Austral, difundido por el Día Mundial de la Población, que se celebra este viernes. América Latina y el Caribe están atravesando una transición demográfica marcada por un proceso de envejecimiento acelerado. La región pasó de ser una sociedad joven a una adulta joven en 2021 y se proyecta que para 2050 se convierta en una envejecida, según describió la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).

Apenas dos de los 10 países analizados en la región alcanzan el umbral mínimo necesario para el reemplazo generacional: Paraguay y Bolivia. Mientras que los seis restantes (Chile, Colombia, Uruguay, la Argentina, Brasil, México, Perú y Ecuador) están por debajo del promedio de la tasa global de fecundidad de la región. De hecho, la Argentina se ubica cuarta en este ranking, luego de Chile, Colombia y Uruguay.

Los datos muestran una sociedad cada vez más envejecida: en la Argentina se estiman 1,4 hijos por mujer, mientras que hace casi 20 años era 2,1; una edad mediana de casi 33 años y una esperanza de vida de 78 años.

“La Argentina ya no es un país joven, y eso exige decisiones políticas firmes e integrales. Debemos repensar nuestros sistemas de salud, laboral, de previsión social y cuidado familiar para sostener una población cada vez más longeva”, señala Lorena Bolzon, una de las autores del informe, presidenta de Redifam y decana del Instituto de Ciencias para la Familia de la Universidad Austral.

Para analizar este descenso, Bolzon resalta tres factores: la caída abrupta de la natalidad, el aumento de los hogares unipersonales y una tasa de dependencia (indicador que relaciona la población en edad laboral con la que no se encuentra en edad de trabajar) baja.

Caída de la natalidad

La caída más abrupta en los nacimientos comenzó alrededor de 2015, profundizándose después de la pandemia. En 2005, se producían a nivel país unos 710.000 al año. El número subió a 750.000 en 2014 y luego comenzó a descender hasta terminar en 490.000 para 2022, según el Reporte interactivo de Estadísticas del Ministerio de Salud de la Nación.

La natalidad está disminuyendo de manera sostenida en casi toda la región. De mantenerse esta tendencia, el informe alerta que los países podrían entrar en una fase de crecimiento negativo, si no hay inmigración significativa que compense. La Argentina (9,9) y Chile (7,7) registran las menores tasas de natalidad de la región, con menos de 10 nacimientos por cada 1000 habitantes, muy por debajo del promedio regional de 14,5. Lo cual muestra que el crecimiento natural de la población es lento o casi nulo.

La sociedad envejecida se observa en la composición de la población. Los datos muestran que la proporción de personas de 0 a 14 años se sitúa entre el 18% y el 26% en la mayoría de los países analizados, con los porcentajes más bajos en Uruguay, Chile y la Argentina. Mientras que la población mayor de 65 años ha crecido de manera constante en todos los países, alcanzando cifras cercanas al 15%. Este envejecimiento se refleja en indicadores como la edad mediana, que ya supera los 30 años en la mayoría de los países (Colombia, Ecuador, la Argentina, Chile, Brasil y Uruguay).

En cuanto a la relación entre la tasa de natalidad y la de mortalidad, se advierte una relación 1 a 1 (nace una persona por cada una que fallece) en Chile, la Argentina y Brasil. La situación es crítica para Uruguay dónde especialmente durante la pandemia se produjeron más muertes que nacimientos, dato que se mantiene hasta la actualidad: en 2022 hubo 7000 muertes más que nacimientos.

Hogares unipersonales

“La Argentina lidera la región en los hogares unipersonales, que en definitiva nos está hablando de un nuevo estilo de vida“, describe Bolzon. Y están en aumento. Según el Censo Nacional de Población de 1991, eran el 13% del total. Para 2010, aumentaron al 17% y para 2022 ya representan el 24,6%. Mientras que disminuyen los hogares nucleares (padres e hijos) que en ese período pasaron de representar el 19% al 17%.

En este escenario, Bolzon marca que es crucial reconocer que el envejecimiento no es solo un fenómeno demográfico, sino un “desafío social integral” para el cual la región deberá adaptar sus políticas familiares, laborales y sanitarias.

“Pese a que la esperanza de vida en promedio está dentro de los niveles esperables, la tasa de dependencia es baja. Por lo que estamos en un momento propicio para empezar a pensar las estrategias de cuidado”, señala Bolzon. Y enfatiza que es necesario pensar políticas para la integración de personas mayores. “Si bien la mujer vive más, la pasa peor. Sobre todo es necesario pensar en la prevención de la salud de la mujer. La comorbilidad de enfermedades degenerativas en la mujer es alta. Tenemos mucho para hacer, pero tenemos que apurarnos”.

“Hay que prepararse”

“En general el envejecimiento es el resultado de algunas buenas noticias: vivimos más años y la gente tiene más chances de decidir si tener o no hijos, cuándo y cómo. Aunque, por supuesto, que también trae desafíos grandes. En principio lo que hay que hacer es horrorizarse menos por la caída de la natalidad y prepararse para la consolidación del envejecimiento poblacional”, plantea María Nieves Puglia, Directora de Género de la ONG Fundar y una de las autoras de un informe titulado “El futuro de los cuidados”.

La socióloga enumera dos puntos importantes sobre este último aspecto: generar las condiciones económicas y simbólicas para que la gente que quiera tener hijos pueda hacerlo y diseñar una estrategia de cuidados para las personas mayores.

Hoy el 70% del cuidado de las personas mayores lo hacen las familias. Y en especial las mujeres: en 2022, ellas destinaron un promedio de 6 horas y 31 minutos diarios a tareas no remuneradas de cuidado, mientras que los hombres dedicaron 3 horas y 40 minutos, según datos del Indec.

“Las proyecciones que hicimos y que coinciden con la de otros organismos muestran que a partir de 2040 el 20% de la población la Argentina tendrá más de 60 años. Hay prepararse para ello”, marca.

Y ahonda: “Costa Rica, por ejemplo, diseñó su propia estrategia nacional de cuidados para la vejez. Nosotros estamos muy atrás. Hay que robustecer la disponibilidad y calidad de infraestructura y servicios de cuidado (residencias de larga estadía, centros de día, trabajo de casas particulares y cuidado), adecuar el sistema previsional y el sistema de salud. No hay que perder de vista que a medida que crece la proporción de personas mayores, la sobrecarga de servicios de cuidado crece. Es necesario abordarlo inteligentemente y tempranamente para que la vejez sea digna y que el trabajo de cuidados no recaiga en mayores inequidades de género”.

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