En Perú, 3 de cada 10 productores agropecuarios son mujeres, mientras que el resto son hombres. Esta es una de las principales conclusiones del informe presentado el jueves por Gaspar Morán, jefe del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI).
Durante la presentación de la Encuesta Nacional Agropecuaria (ENA) 2024, Morán detalló la situación de los 24 departamentos del país y subrayó que el estudio es una “herramienta clave” para la creación de políticas públicas dirigidas al sector agropecuario. La encuesta se realizó en colaboración con el Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego (MIDAGRI) y el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF).
El estudio también reveló que el grupo de edad predominante entre los trabajadores agropecuarios se encuentra entre los 50 y 64 años, con un 34,4 % de participación. En contraste, el segmento más joven, entre 15 y 34 años, representó solo el 8,7 % de los trabajadores del sector.
En cuanto al nivel educativo, el 49 % de los productores agropecuarios solo cuenta con educación primaria, mientras que el 5 % posee educación superior universitaria, lo que contrasta con la larga trayectoria de muchos de estos trabajadores, cuyo tiempo de experiencia en el campo supera los 46 años en el 12,1 % de los casos.
Brecha de género en el sector agropecuario de Perú
La brecha de género en el sector agropecuario persiste en Perú. A pesar de un aumento en la participación femenina, las mujeres representan solo el 31,5 % de los productores, frente al 68,5 % de los hombres.
Aunque las mujeres desempeñan un papel clave en la producción agropecuaria, enfrentan obstáculos significativos. El acceso limitado a recursos, tierras y financiamiento limita su desarrollo, lo que las coloca en una posición desventajosa frente a los hombres.
Esta disparidad se mantiene, a pesar de que el sector agropecuario sigue siendo una de las principales fuentes de empleo en el país.
El informe también destaca que, aunque las mujeres están presentes en la producción agrícola, su influencia en la toma de decisiones es reducida. Además, su participación en cargos de liderazgo dentro de las organizaciones agropecuarias sigue siendo escasa.
Las políticas públicas deben seguir evolucionando para garantizar que las mujeres puedan acceder a las mismas oportunidades. Es crucial que se implementen cambios en un sector que es vital para la economía peruana.
Contribución del agro a la economía y el empleo
El sector agropecuario es clave para la economía peruana. A pesar de su relevancia, solo representa el 6,7 % del Producto Interno Bruto (PIB) del país. Su contribución económica, aunque importante, es relativamente baja en comparación con otros sectores.
Por otro lado, su impacto en el empleo es significativo. Genera el 22,8 % del total de puestos de trabajo en Perú. Aproximadamente el 74 % de los productores nacionales trabaja en este sector.
El estudio también revela que solo el 25,9 % de los productores se dedican exclusivamente a la agricultura. En contraste, el 0,3 % está centrado en la ganadería, mostrando la variedad de actividades en el sector.
Esto pone de manifiesto la diversidad que engloba el sector agropecuario, que abarca tanto la producción agrícola como la pecuaria. La coexistencia de estas actividades fortalece la economía rural y nacional.
Cajamarca y Cuzco, las principales regiones agropecuarias
El informe destaca que los departamentos de Cajamarca y Cuzco concentran más del 10 % de los productores agropecuarios del país. Otras regiones como La Libertad, Arequipa, Amazonas y San Martín también tienen una participación relevante, con valores entre el 5,1 % y el 10 %.
Por otro lado, en los 15 departamentos restantes, la participación agropecuaria no supera el 5 %. Esto muestra la concentración de la actividad en algunas zonas del país.
En cuanto a las prácticas agrícolas, el estudio revela que un 85,5 % de los productores destinan su producción al consumo familiar. Sin embargo, un 72,2 % también vende parte de su producción en el mercado.
El informe también indica que el 85,4 % de los productores aplica al menos una buena práctica en el uso de insumos agrícolas. Esto incluye fertilizantes, abonos y plaguicidas, lo que subraya el esfuerzo por mejorar la productividad y la sostenibilidad del sector.