La casa del siglo XVII en la que trabajó Renoir, recuperada a través de las escenas de sus cuadros

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A pasos de la famosísima basílica de Sacré-Coeur, en el número 12 de la calle Cortot, este histórico edificio acogió a un sinfín de artistas como Renoir, que instaló allí su taller en 1876. Los espacios exteriores de esta mansión en la colina se reconstruyeron a través de obras del pintor que realizó in situ, e incluyen una viña que data de la Edad Media.

Desde 1960, la propiedad es sede del Museo de Montmartre y alberga las colecciones de la Sociedad de Historia y Arqueología “Le Vieux Montmartre”: un grupo voluntario de artistas que en 1886, indignados por los excesos arquitectónicos de la época, se unieron para proteger y preservar la cultura del barrio más bohemio de París.

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Construida en el siglo XVII, la casona se convirtió en un punto de encuentro de artistas y hoy alberga el Musée de Montmartre

El suburbio que se hizo epicentro del arte

La Maison du Bel Air se localiza en el Distrito 18, muy cerca de la animada Place du Tertre, una de las principales atracciones de la capital francesa, donde hoy se encuentran los coloridos puestos y bastidores de numerosos artistas, retratistas y caricaturistas que recuerdan que Montmartre fue la cuna del impresionismo. A medida que París se transformaba en un centro urbano moderno, muchos pintores buscaron una alternativa a los grandes bulevares del centro de la ciudad, instalándose en esta colina de la zona norte.

Aquí vivieron y trabajaron figuras como Renoir, Émile Bernard y Raoul Dufy; la mansión fue testigo de la efervescencia creativa que definió el espíritu de “la Butte”

Así es como hacia 1860, el pequeño suburbio de Montmartre toma relevancia hasta convertirse en un polo artístico que hoy es mundialmente reconocido. Figuras como Renoir, Manet, Degas y Pissarro vivieron en Montmartre o sus alrededores; frecuentaban los cafés de la zona y pintaban los salones de baile y otros lugares de “la Butte”. Por ejemplo, una de las obras más famosas de Renoir, que representa a la juventud parisina disfrutando de un baile vespertino, la pintó precisamente en la Maison du Bel Air. Los exteriores de esta casona componen un edén de naturaleza y cultura en el corazón de la colina más alta de París, en uno de los edificios más antiguos de Montmartre, construido en el siglo XVII. Rodeada de jardines, la mansión fue el lugar de refugio y creación de numerosos artistas como Auguste Renoir, Émile Bernard, Raoul Dufy y Charles Camoin.

El estudio

En 1912, Suzanne Valadon, Maurice Utrillo y André Utter se instalaron en el apartamento-taller del edificio y dejaron una huella simbólica. Lamentablemente, no quedó mucho de su ambientación original, pero gracias a su remodelación, el espíritu del trío infernal se ha recuperado: el entrepiso se reconstruyó en el estudio y las paredes del dormitorio de Utrillo aún conservan sus paneles originales y la protección en las ventanas.

El espacio conserva parte de la ambientación original, incluyendo los paneles de madera y protecciones de las ventanas del dormitorio de UtrilloLa habitación de Maurice Utrillo conserva elementos originales como los paneles de madera y detalles arquitectónicos que remiten a la vida cotidiana de los artistas que habitaron el lugar

Para dar vida a esta reconstrucción, el diseñador Hubert Le Gall ha seguido letras y escritos de la época así como fotografías históricas.

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Proteger el arte y la historia

Hoy convertida en museo, a través de sus colecciones permanentes se puede descubrir la magia de sus ateliers y la historia de “la Butte”. La efervescencia de sus artistas. Los vecinos cabarets. La viña de Clos Montmartre. Los jardines de Renoir, inspirados en los cuadros que él pintó cuando estuvo aquí. Fue en 1960 que la Maison du Bel Air se constituyó como un museo para honrar las residencias artísticas que grandes nombres de la historia de la pintura hicieron en esta casa. Y así, convirtieron al icónico edificio de “la Butte” en un punto de encuentro de la bohème.

Los jardines de Renoir

Tres jardines dedicados a Auguste Renoir rodean el Museo de Montmartre. Reciben su nombre en memoria del pintor impresionista que residió en el lugar entre 1875 y 1877. En la Maison du Bel Air pintó varias obras maestras, entre ellas el consagrado Baile del Moulin de la Galette, La Balancoire y el Jardín de la rue Cortot. Los fabulosos espacios exteriores ofrecen vistas del viñedo medieval, el Clos Montmartre y el paisaje urbano del norte de París, y hoy pueden disfrutarse en el bellísimo Café Renoir que se emplaza en el jardín de la maison, para replegarse en esta naturaleza inspiradora, como hacían los artistas.

Este espacio al aire libre invita a recorrer con calma el entorno que inspiró a RenoirLos jardines que rodean la Maison du Bel Air recrean el espíritu bucólico de Montmartre en el siglo XIXInspirados en las obras del pintor impresionista, estos espacios recrean el entorno natural que motivó algunas de sus piezas más emblemáticas, como La Balancoire y El Jardín de la rue Cortot

Le Vieux Montmartre

La Société d’Histoire et d’Archéologie Le Vieux Montmartre fue fundada en 1886.

Desde 1960 sus colecciones se presentan en esta propiedad, con la apertura del Musée de Montmartre. Un acervo de 6000 obras de arte con pinturas, esculturas, estampas, objetos, fotografías e ilustraciones que narran la historia de Montmartre y piezas ejecutadas por artistas “montmartrois”. También conservaron más de 100.000 documentos, muchos de ellos dedicados a la chanson française. Cada año publican un boletín académico sobre la historia de Montmartre. Apuestan todo a la conservación de este lugar mítico y lleno de personalidad que está bajo un trabajo de rehabilitación constante, también gracias al aporte de mecenas. La misión de Le Vieux Montmartre es perpetuar el espíritu de “la Butte” y su sensibilidad artística.

El espacio conserva paneles, carpinterías y detalles arquitectónicos que pertenecieron a la época en la que Maurice Utrillo y Suzanne Valadon residieron en la Maison du Bel Air

La colección

La propuesta es sumergirse en la historia del barrio y su rica cultura. Durante el siglo XIX, su paisaje comenzó a cambiar. Los molinos cesaron su actividad y los viñedos desaparecieron lentamente debido a la urbanización. En 1860, Montmartre fue anexionado a la ciudad de París. Los artistas comenzaron a mudarse a Montmartre en 1870 y los cafés y cabarets se multiplicaron hacia 1880.

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Lo que rápidamente caracterizó a Montmartre a ojos de todos fue su espíritu bohemio, su energía creativa. Este flair también estaba presente en los estudios de los artistas: esta mansión de la calle Cortot presenció el paso de varios de ellos, la mayoría de los cuales pintaron con cariño su residencia. Actualmente, podemos apreciar tanto sus obras como los ambientes creativos que los acogieron en esta legendaria propiedad.

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