El trabajo del Ministerio Público Fiscal es esencial para garantizar un servicio de justicia accesible y de calidad. Los fiscales representamos los intereses de la sociedad: impulsamos investigaciones, sostenemos acusaciones y exponemos nuestros argumentos ante los tribunales.
Somos piezas clave para proteger a la ciudadanía de las arbitrariedades y los atropellos que representan los delitos como el narcotráfico, la trata de personas o la gran corrupción. En muchas ocasiones, la sociedad nos ve como la última alternativa para frenar los abusos de poder de quienes se niegan sistemáticamente a someterse a la ley y a la Constitución Nacional.
En los casos complejos, el desafío consiste en lograr que nuestros destinatarios comprendan qué ocurrió, cómo lo demostramos y por qué llegamos a una conclusión
En esa tarea, la comunicación cumple una función decisiva: es una herramienta que puede acercar la Justicia a las personas. En los juicios orales, nuestro trabajo exige habilidades de oratoria, expresión corporal e improvisación. También requiere el uso preciso de las palabras y una comunicación asertiva y convincente, basada en un lenguaje claro. Supone, además, nociones de vocalización, entonación, persuasión y memorización. Es fundamental dominar la manera de presentar la prueba y usar imágenes o material audiovisual.
En los casos complejos, el desafío consiste en lograr que nuestros destinatarios comprendan qué ocurrió, cómo lo demostramos y por qué llegamos a una conclusión. Cuando hablo de “destinatarios”, incluyo no solo a quienes intervienen en el juicio —jueces, acusados, defensores, querellantes, testigos, peritos—, sino también a la ciudadanía, a los medios y a las personas afectadas por delitos de trascendencia pública.
El lenguaje claro es una herramienta clave para cumplir nuestro deber constitucional de promover la actuación de la Justicia en defensa de la legalidad y de los intereses generales de la sociedad
Comunicar con un lenguaje claro exige esfuerzo y dedicación. Además de convencer a los jueces con argumentos sólidos, debemos empatizar con quienes siguen el caso. Dicho de otra manera, debemos explicar cuestiones complejas con un lenguaje simple, sin perder rigurosidad técnica ni calidad jurídica.
Para lograr un mensaje efectivo, estructuramos la exposición con orden y coherencia. Usamos herramientas tecnológicas para graficar datos, exhibir imágenes y videos, y reforzar la información que presentamos. Elegimos palabras sencillas, reformulamos frases para aclarar conceptos y evitamos la jerga o los latinismos.
Esto genera múltiples beneficios: el mensaje resulta claro y consistente; el público comprende la información; la ciudadanía conoce cómo trabaja el Ministerio Público Fiscal y se involucra en las decisiones públicas; los medios pueden informar sin tergiversar; al mismo tiempo, los fiscales aclaramos nuestras propias ideas antes de expresarlas.
En conclusión, el lenguaje claro es una herramienta clave para cumplir nuestro deber constitucional de promover la actuación de la Justicia en defensa de la legalidad y de los intereses generales de la sociedad (art. 120 de la Constitución Nacional). De este modo, contribuye a la transparencia institucional y fortalece el vínculo entre la Justicia y la sociedad.
Fiscal general ante los Tribunales Orales en lo Criminal Federal de la Ciudad de Buenos Aires. Doctor en derecho, autor del libro Corrupción: un atentado contra la democracia y los derechos humanos (Aranzadi, 2024).
