La deflación mayorista de mayo, ¿anticipa el IPC de junio?

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Entre abril y mayo pasados, en promedio los precios mayoristas descendieron 0,3%, como consecuencia de que los precios de los productos nacionales se mantuvieron constantes, y los de los importados, en promedio, declinaron 4%. ¿Deflación? No diría tanto, porque estabilidad de precios no es una línea, sino un rango. Más importante todavía para la toma de decisiones, que siempre es prospectiva: ¿qué fundamento conceptual, o empírico, tiene la afirmación de que la evolución de los precios mayoristas durante determinado mes es un buen indicador de la evolución de los precios al consumidor del mes siguiente?

Al respecto, conversé con el inglés William Newmarch (1820 – 1882), quien fue miembro del Political Economy Club, creado en 1821 por Thomas Robert Malthus, David Ricardo y Robert Torrens, cuya tesorería ocupó entre 1855 y su fallecimiento. Presidió la Royal Statistical Society entre 1869 y 1871.

–Lindley Macnaghten Fraser lo coloca entre los partidarios de la escuela bancaria, contrarios a los de la escuela monetaria.

–“Escuelas” informales, generadas como consecuencia de los debates monetarios que se desarrollaron en Inglaterra a comienzos del siglo XIX. Para mí, la influencia de los factores monetarios sobre las fluctuaciones de los precios había sido muy exagerada. Si la circulación monetaria resultara de un aumento de la producción de oro, el resultado sería un estímulo a la industria y la producción más que a los precios; si resultara de una emisión excesiva de dinero bancario, éste volvería a los bancos y los precios no se afectarían.

–Historia de los precios, que en 1857 publicó en colaboración con Thomas Tooke, está en la misma línea.

–Así es, buscamos refutar las teorías de la escuela monetarista, que fundamentaron la Ley Bancaria de 1844. Como bien recuerda D. P. O’ Brien, yo estaba convencido de que el control monetario, como había sido incorporado en dicha ley, no solo no era efectivo sino que cada tanto produciría fluctuaciones innecesarias y costosas en las tasas de interés.

–¿Cabe esperar que en junio de 2025, en promedio, los precios al consumidor desciendan 0,3%, porque esto fue lo que ocurrió con los precios mayoristas en mayo?

–No, tanto por razones conceptuales como empíricas. Las primeras tienen que ver con el hecho de que la estructura de ponderaciones de ambos índices, lo que popularmente se denominan las “canastas”, es diferente. El índice de precios mayoristas se basa en la evolución de los precios de las mercaderías, mientras que el de los precios al consumidor también incluye los precios de los servicios. El abandono de la convertibilidad, entre diciembre de 2001 y abril de 2002, aumentó los precios mayoristas en 61%, y los precios al consumidor en 21%, porque el productor local de televisores está más expuesto que el peluquero a las variaciones del tipo de cambio.

–Cuando el tipo de cambio se estabiliza ocurre exactamente lo contrario.

–Así es. En el ejercicio numérico que sintetizaré a continuación se analizan las estimaciones del Indec a partir de abril de 2016, cuando de la mano de Jorge Todesca la institución dejó de “dibujar” las estimaciones de precios. Hasta abril de 2025 se registraron 109 observaciones mensuales. Durante dicho período el promedio aritmético de la tasa de inflación consumidor fue de 4,4% mensual, y el de los precios mayoristas ¡exactamente igual! Si las canastas fueran iguales, la discrepancia entre los referidos promedios hubiera servido para estimar el margen bruto de la comercialización de los productos.

–¿Resuelve esta coincidencia la inquietud planteada?

–No tan rápido, porque utilizar una coincidencia que surge de promediar nueve años como pronosticador de cada mes sólo por casualidad resulta ser una buena idea. Acuérdese de la persona que tuvo la mala suerte de ahogarse en un lago cuya profundidad promedio era de 10 centímetros.

–Sigamos con el enfoque empírico.

–Si la variación de los precios mayoristas de un mes fuera un perfecto predictor de la variación de los precios al consumidor del mes siguiente, entonces el cociente entre la inflación mayorista de un mes, con respecto a la inflación consumidor del siguiente, sería igual a 1..

–¿Cuál fue el resultado del ejercicio?

–En 10 de las 109 observaciones, el cociente fue 1, es decir, la correspondencia fue perfecta. Pero no seamos tan exigentes. En 41 observaciones el cociente se ubicó entre 0,8 y 1,2.

–Vaso medio lleno, vaso medio vacío.

–Efectivamente. La realidad nunca es tan simple como lo plantean los modelos simplificados, pero puede servir como guía. Pero antes de apresurarnos a festejar, le quiero dar un dato adicional.

–¿Cuál es?

–En la Argentina, a partir de diciembre de 2023 la lucha contra la inflación ha ocupado un lugar central en la política económica, lo cual es totalmente comprensible, a la luz de la dinámica que se estaba desarrollando al final del gobierno anterior. Actualmente, a Dios gracias, el aumento de los precios se ha desacelerado de manera pronunciada.

–¿Y entonces?

–Que cabe volver al ejercicio, pero prestándole mayor atención a lo que hoy está viviendo su país. Más que mirar en general la evolución de los precios mayoristas como predictor de los precios al consumidor, hay que mirarlo en los meses en los cuales el aumento de los precios mayoristas fue muy pequeño.

–¿Y qué ocurrió, entonces?

–Que, en estas condiciones, lo que pasa con los precios mayoristas de un mes es un muy pobre predictor lo que ocurra con los precios al consumidor del mes siguiente. Entre abril de 2016 a 2025, todo aumento mensual de los precios mayoristas menor o igual a 0,6% fue seguido por subas mucho mayores en los precios al consumidor.

–¡Qué macana!

–Macana para la predicción de la inflación a nivel precios al consumidor, pero importante desde el punto de vista del resultado de la lucha contra la inflación. Lo que importa es la realidad, mucho más que los sistemas de predicción. ¿A quién se le ocurriría recomendar un aumento de la tasa de inflación mayorista para mejorar la predicción del aumento de los precios al consumidor?

– La inflación es un problema. ¿La deflación también?

– Tanto en un caso como en el otro, la cuestión es si se trata de un fenómeno esperado o inesperado. El problema con la deflación inesperada es que hace muy difícil el cumplimiento de los compromisos y los contratos, denominados en moneda local; mientras que el problema con la deflación esperada es que posterga compras, salvo en el caso de bienes imprescindibles. Nadie deja de comer, por más que espere una reducción en el precio de los alimentos; pero bien puede demorar la renovación de su auto o la cortina del baño de su casa.

– Don William, muchas gracias.

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