Esther Soto, una española de 45 años, fue deportada el pasado 26 de julio tras pasar más de seis meses detenida en diferentes centros de detención. Formaba parte del programa de regularización de migrantes basado en la Ley de Violencia contra la Mujer (VAWA, por sus siglas en inglés) tras sufrir agresiones por parte de su segundo esposo.
De sufrir violencia de género a ser detenida en Estados Unidos: el caso de Esther Soto
La sevillana vivía con su esposo en Miami en un ambiente marcado por la violencia. En diálogo con El País, Soto pasó de recibir amenazas por parte de su pareja a ser arrojada contra una pared.
Tras ser herida en un brazo y rodilla, Soto tomó la decisión de sacarlo de la casa el 8 de agosto del año pasado. Sin embargo, tres días después, su esposo la denunció ante las autoridades por no contar con papeles de residencia.
Esther Soto estuvo detenida por 14 días y fue liberada con una tobillera eléctrica. Seis meses después, la sevillana volvió a ser arrestada y trasladada a varios centros de detención.
“Cita trampa” y condiciones complejas en los centros de detención: cómo fue el segundo arresto de la española
El 28 de enero -ocho días después que Donald Trump asumiera su segundo mandato-, Soto fue convocada a una cita de inmigración. Para asistir, decidió llevar consigo un documento que acreditaba su condición como víctima de violencia de género basado en la Ley de Violencia contra la Mujer (VAWA, por sus siglas en inglés).
Cuando llegó a la oficina, un oficial le ordenó ponerse de cara a la pared y le espetó que “ese papel ya no valía nada con Trump”. Le colocó las esposas y grilletes en los tobillos y fue trasladada hacia el Centro de Procesamiento de Migrantes de Krome (Florida), según consignó El País.
La sevillana estuvo en el centro de detención por cinco días. En ese tiempo, se enfrentó a condiciones precarias como comer manzana una vez al día, dormir en el suelo y estar “hacinada” en una celda con más de 30 mujeres.
“Dormíamos en el suelo de hormigón, amontonadas. No había sitio para estirarse”, recordó Soto sobre su tiempo detenida en Krome.
Pasado los cinco días, Esther se enfrentó a varios traslados. Primero, fue enviada a la Cárcel de mujeres de Orlando. Luego, regresó a Krome y diez días después, la llevaron al Centro de Transición de Broward, donde se enfrentó a “gritos e insultos” por parte de las funcionarias.
El 3 de marzo de este año, a solo 20 días de comparecer ante un tribunal en Florida, fue trasladada al Centro de detención El Valle (Raymondville, Texas). El viaje duró 30 horas y tuvo que iniciar desde cero su proceso judicial.
La deportación de Esther Soto
Durante su período en Florida, su abogada le aconsejó que no firmara ninguna orden de deportación, ya que su condición como víctima de violencia de género le permitía obtener el permiso de residencia. Sin embargo, cuando compareció ante un juez en junio de este año, imploró su deportación.
El 19 de julio de este año, fue deportada a Madrid con las siglas DEPU (“deportee unaccompanied”, “deportada sin acompañante”) junto a su nombre en el billete del avión.