El Instituto de Finanzas Internacional (IIF, por sus siglas en inglés), el poderoso think tank con sede en Washington que nuclea a los grandes bancos y fondos internacionales, tiene previsto realizar un foro económico en Buenos Aires a fin de mes. Es la primera vez en décadas que lo hace. Ni siquiera en tiempos de Mauricio Macri lo había intentado.
Hay en la Argentina de Javier Milei una historia que al mundo le parece atractiva. No hay dudas. Para los inversores, sin embargo, esa historia que atrapa es, al mismo tiempo, una que empieza a rodarse en cámara lenta.
Con las elecciones de medio término nacionales pendientes, el mundo inversor parece decidido a esperar para avanzar en grandes decisiones. “Hay muchas operaciones de compraventa de empresas frenadas hasta septiembre/octubre. El negocio de fusiones y adquisiciones está parado”, reconoce un hombre que suele participar activamente en este tipo de operaciones.
La candidatura de Cristina Kirchner, aunque más no sea como diputada provincial por la tercera sección electoral, no pasó inadvertida para nadie. Es una alerta de que el modelo que ahuyentó a los grandes capitales durante años todavía podría tener respaldo social. También la política empieza a jugar con más fuerza a medida que se acerca el calendario electoral.
La sesión del miércoles en Diputados es apenas un ejemplo. Más allá de lo genuino del reclamo en pos de una mejora para jubilados y personas con discapacidad, la realidad es que los proyectos pecaban de superficiales a la hora de plantear las fuentes de financiamiento de ambas iniciativas.
Se entiende que el Gobierno, que hace del superávit fiscal el corazón de su plan económico, ya haya adelantado que los vetará. La votación parlamentaria, sin embargo, mostró algo más que una oposición que todavía puede hacer mella en los planes oficiales.
Y es que los gobernadores, aun los que hasta ahora vinieron acompañando -casos de Salta, Tucumán o Catamarca-, podrían aprovecharse de la debilidad legislativa del Gobierno para negociar en estos meses por compromisos que hasta ahora el presidente Milei no termina de cumplir. “El gobierno nacional no entiende que no puede transferirnos todas las obligaciones y no darnos la plata”, sentenció un gobernador sindicado como aliado. “No es sostenible. Hay provincias que estamos endeudadas y que además no tenemos con qué cubrirlo”, admitió.
A pesar del Gobierno, es posible que los meses que vienen sean más demandados en términos de gasto. “Tal vez el 1,8% del PBI que calculamos que salen los dos proyectos [por el de jubilaciones y el de discapacidad] no termine siendo tan caro como lo que nos van a exigir los aliados para no revertir los vetos”, bromeó un hombre del oficialismo apenas finalizada la votación. Volverá a ponerse a prueba la pericia política del oficialismo. Hasta ahora, mal no le fue.
Son tiempos de números finos. Hasta al Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) ha llegado la onda expansiva. En las últimas semanas se ha visto a algún intendente acercarse a la sede del organismo para quejarse por el dato de población relevado. Y es que algunas provincias reajustaron su coparticipación secundaria -la repartija que hacen de lo que recaudan entre sus municipios- y salieron menos beneficiados de lo que esperaban.
La Defensoría del Pueblo de Formosa, por su parte, envió una carta al titular del Indec, Marco Lavagna, explicándole cómo debiera medirse el IPC. En la página del Ministerio de Hacienda de Formosa, una nota publicada el 24 de mayo último sostiene que la “obsolescencia” de la canasta usada para medir los precios por parte del Indec “genera dudas sobre la precisión de los datos oficiales”, y culpa al gobierno nacional por no tomar medidas necesarias para mejorar la situación de la población.
La provincia que probablemente hace más trampa con los números -y, sin lugar a dudas, con las reglas de juego- dando clases de estadística. Toda una ironía. “Muchas veces se ponen en duda las estadísticas simplemente porque no gusta lo que dicen. Negarlas no cambia la realidad, sólo dificulta entenderla y transformarla”, escribió esta semana en la red X Lavagna, que ha tenido un comportamiento intachable al frente del Indec.
Pero el sector privado también comienza a ser testigo de una moderación en las expectativas. El Gobierno tuvo un primer año y medio de resultados que sorprendieron. Nadie esperaba que un outsider de la política, como lo era Milei, pudiera eliminar de un mes a otro el déficit fiscal, desacelerar fuerte la inflación –la media de las estimaciones para mayo, la ubican en 1,9% mensual, de confirmarse, el valor más bajo desde enero de 2018, exceptuando la pandemia en 2020– y además negociar con la política de manera tal de sostener su plan en el tiempo.
Fueron grandes resultados en poco tiempo. Ahora, propio de una economía de menores urgencias, el sector privado empieza a poner la lupa sobre cada uno de sus negocios. Muchas empresas empezaron la transición -no necesariamente suave- a una nueva realidad.
El Banco Nación, que este jueves recibió la noticia de que la Camara de Apelaciones de la Plata decidió suspender el decreto por el cual se lo habilitaba a transformarse en sociedad anónima, está haciendo de todas formas todos los deberes para poder emitir un bono en el exterior. Sería toda una novedad para el banco.
Pero el Nación necesita hacerse de liquidez si es que quiere seguir creciendo en créditos. El banco, que cuenta con casi 50 billones de pesos en su activo, tiene casi el 38% colocado en títulos públicos que no puede vender (haría que se desplome su precio). Para seducir a Wall Street, hace meses que trabaja en mejorar su estructura de costos. En silencio, por caso, recortó la plantilla de empleados de 17.500 a diciembre de 2023 a 16.800 a fines del año pasado, según el último dato disponible en el Banco Central (BCRA).
En el sistema financiero en general están buscando mejorar sus ratios de eficiencia. Ya no hay inflación ni bicicleta que financie gastos espúreos. De ahí que, en general, se haya encendido una luz de alerta en estos últimos meses por la tendencia al crecimiento en los niveles de morosidad. Si bien todavía no es una tasa preocupante, la tendencia es cuanto menos para monitorear.
Los bancos ven que hay muchas familias que estaban endeudadas en cuotas en pesos, que se habían acostumbrado a que se les licuara el gasto con la inflación, y que ahora se encuentran con resúmenes difíciles de pagar. Todos los grandes bancos tienen acotadas sus líneas de hipotecarios: aumentaron las tasas y los requisitos de otorgamiento. “No es un gran negocio y el fondeo es escaso”, justifican.
La morosidad también se ve entre pymes que estaban fuertemente apalancadas y que ahora no tienen el nivel de actividad esperado para solventar sus deudas. “Vemos sobre todo un tema entre las pymes de la construcción”, reconocieron en un banco líder. “Tomaron créditos en pesos a tasas altas y hoy no da el negocio para pagarlos”.
Pero no es un tema exclusivo de las pequeñas y medianas empresas. En las grandes también hay nuevos ejemplos de empresas endeudadas que empiezan a hacer malabares con sus finanzas. Esta semana, el mercado posó la mirada sobre Aconcagua Energía. El mes pasado, la empresa había intentado sin suerte emitir un bono internacional. Y si bien el miércoles pagó en tiempo y forma un vencimiento de deuda, ayer sus papeles se habían desplomado a US$59 de paridad.
Dos directores de la empresa, entretanto, anunciaron su renuncia en un comunicado a la Bolsa. Fuentes cercanas a la compañía, no obstante, señalaron que para salir de esta situación barajan desde un préstamo privado con instituciones internacionales, algo de financiamiento local y la ampliación de acuerdos de suministro de hidrocarburos de largo plazo, hasta la incorporación de socio estratégico mediante la ampliación de capital.
Difícil pensar que, en este contexto, el empleo vaya a mejorar. Un indicador que muestra que el trabajo formal está estancado es el de las cuentas sueldo del sistema. Desde diciembre de 2023 hasta febrero de este año, último dato disponible, bajó apenas en 100.000 unidades, a 10,3 millones de cuentas sueldo. Es, probablemente, una de las variables más sensibles a monitorear en los tiempos que vienen.
Serán meses desafiantes para el oficialismo. No tanto porque vaya a haber muchas malas nuevas, sino porque las buenas no serán tan evidentes como lo fueron en estos meses. Con el acuerdo con el FMI sellado, hasta las elecciones, no se ven grandes noticias que puedan modificar el humor del mercado. Todo será día a dia.