La difusión de un video este martes que muestra la ejecución pública de siete hombres acusados de colaborar con facciones rivales dejó a la vista la grieta interna y la feroz disputa territorial dentro del grupo terrorista Hamas en la Franja de Gaza. Más allá del impacto de las imágenes —grabadas en plena calle y compartidas ampliamente en redes sociales—, el episodio revela la magnitud de la batalla por el control real del territorio, después de la retirada de las fuerzas israelíes y la firma del acuerdo de paz internacional.
La reciente ola de violencia es solo la manifestación más visible de una lucha subterránea por la hegemonía en el territorio, que ha cobrado fuerza a medida que una parte del aparato armado de Hamas busca reafirmar su supremacía frente al avance de milicias insurgentes y clanes armados con poder propio. El informe de Reuters señala que, tras la retirada israelí posterior al pacto mediado por Estados Unidos, Egipto, Qatar y Turquía, Hamas desplegó cerca de 7.000 miembros de sus fuerzas de choque para recuperar el control en zonas abandonadas, especialmente en el sur y este de Gaza, donde su mando es cuestionado.
En esos territorios del sur, dos grupos armados han emergido como los principales desafiantes del control de Hamas: las Fuerzas Populares, dirigidas por Yasser Abu Shabab en Rafah, y la Counter-Terrorism Strike Force (CSF), encabezada por Husam al-Astal en Khan Younis. Las Fuerzas Populares operan principalmente en el este de Rafah, donde afirman controlar varios kilómetros de territorio y encargarse de la distribución de ayuda humanitaria. Según informes de Euronews y The Guardian, el grupo está integrado por unos 300 hombres y se define como una fuerza “defensiva” formada por antiguos combatientes y civiles que buscan garantizar el suministro de alimentos y medicinas tras el repliegue de Hamas.
La Counter-Terrorism Strike Force (CSF) —también conocida como Strike Force Against Terror— fue creada el 21 de agosto de 2025, con base en la aldea de Kizan al-Najjar, al sur de Khan Younis. Su líder, Husam al-Astal, ex oficial de seguridad de la Autoridad Palestina, afirma que el CSF actúa para “proteger a los civiles de la represión de Hamas” y mantener una “zona humanitaria” donde se refugian desplazados del conflicto. Según The Times of Israel, la milicia ha establecido un enclave parcialmente autónomo en el sur de Gaza y mantiene cooperación táctica con las Fuerzas Populares, aunque ambos grupos conservan mandos y estructuras independientes.
El conflicto territorial no se limita a enfrentamientos entre brigadas armadas. Clanes tribales como los Dughmosh, Al-Majayda y Barbah, históricamente autónomos y con control local sobre la distribución de ayuda y recursos básicos, rechazan el mando único de Hamas. De acuerdo con el reporte de Reuters de este martes, el grupo terrorista ha intensificado redadas y represión contra estas estructuras, mientras las tribus aprovechan el debilitamiento del poder central para reafirmar sus propios dominios y prolongar el caos en el reparto de alimentos, medicinas y protección.
El contexto de esta fragmentación es el vacío de poder provocado por la eliminación sistemática de líderes de Hamas en ataques israelíes durante los últimos dos años. Las bajas de jefes como Marwan Issa, Rashid Jahjouh, Amin Eslaiah, Yasser Mohammed Harb Musa, Abu Obaida y Mohammed Sinwar —según reportes de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI)— desarticularon la cadena de mando y dejaron amplias zonas sin gobernanza clara. La falta de una autoridad cohesiva permite que las milicias y clanes consoliden cuotas de poder y controlen regiones enteras.
Según fuentes médicas consultadas por Reuters, los enfrentamientos por el control territorial han ocasionado decenas de muertes en los últimos días, tanto entre combatientes como civiles atrapados en el fuego cruzado. Paralelamente, el ejército israelí confirmó ataques con drones en zonas de frontera, adjudicados a violaciones de la línea de seguridad.
Aunque el acuerdo de paz internacional intentaba restaurar la estabilidad en Gaza —incluyendo la liberación de secuestrados y la llegada de ayuda para la reconstrucción—, la multiplicidad de actores armados y la fractura territorial dentro de Gaza desafían la capacidad de Hamas para ejercer un mando unificado. El enclave, lejos de consolidar la tregua, enfrenta una reconfiguración acelerada de sus fronteras internas, donde el territorio se negocia diariamente entre fusiles de organizaciones disidentes, líderes tribales e insurgentes.