Laurence des Cars, directora del museo de París, declaró ante el Senado que había ofrecido su dimisión tras el impresionante robo de joyas reales.
En sus primeras declaraciones públicas luego del escandaloso robo de joyas ocurrido en el Louvre de París, la directora del museo reconoció el miércoles que gran parte de su sistema de seguridad era muy anticuado y que la única cámara exterior cercana al punto de entrada de los ladrones estaba orientada en sentido contrario a ellos.
Como consecuencia, el sistema de seguridad del museo no les vio llegar el domingo en un camión que estacionaron justo contra los muros del Louvre, ni les captó desplegando una escalera eléctrica para trepar a un balcón del segundo piso.
El sistema de seguridad solo se activó cuando los ladrones forzaron una ventana con herramientas eléctricas, lo que redujo en varios minutos cruciales el tiempo de respuesta de las autoridades.
«No detectamos la llegada de los ladrones con suficiente antelación», dijo la directora, Laurence des Cars, durante una tensa audiencia de dos horas, en la que los senadores franceses la interrogaron sobre los fallos del anticuado sistema de seguridad del museo.
«Reconozco plenamente que tenemos un punto débil en la protección del perímetro del Louvre», dijo, señalando que el museo, que reabrió el miércoles por primera vez desde el robo, carecía de cámaras exteriores de vigilancia.
Cuando los ladrones irrumpieron en el edificio, el sistema de seguridad funcionó bien, insistió, con alarmas que sonaron para avisar a los miembros del personal de seguridad, quienes llamaron rápidamente a la policía.
Pero dijo que el Louvre no estaba preparado para lo que las autoridades han definido como un tipo diferente de delito, a menudo realizado por bandas organizadas, en el que el objetivo es romper objetos preciosos para revender sus piedras y metales. Des Cars dijo que, en cambio, en los últimos años los planes de seguridad se habían centrado en proteger las obras de arte de los activistas que arrojan sopa o pintura.
El descarado atraco al museo más visitado del mundo ha dejado a Francia atónita y furiosa, y muchos exigen saber cómo cuatro ladrones pudieron huir a plena luz del día con ocho preciosas joyas de la corona valoradas en más de 100 millones de dólares.
Más de 100 investigadores se apresuran a encontrar a los culpables. La dirección del museo y el gobierno francés se han visto sometidos a una intensa presión pública, y algunos senadores han exigido que Des Cars, quien fue nombrada para el prestigioso cargo por el presidente Emmanuel Macron en 2021, dimita.
«Lo que nos parece importante, directora, es establecer la cadena de responsabilidades», dijo Max Brisson, senador del partido conservador Los Republicanos. «¿Nuestro país se ha convertido en el campeón de la evasión de responsabilidades?».
Yan Chantrel, senador socialista, fue igual de tajante. «Creo que el mundo entero se ríe de nosotros», dijo.
Des Cars declaró que había presentado su dimisión al ministro de Cultura francés tras el robo, pero que su oferta había sido rechazada.
«Creo que he servido a Francia y a la cultura lo mejor que he podido», dijo.
También rechazó las acusaciones de que no se había tomado en serio la seguridad. Dijo a los senadores que, en 2021, recibió un sistema de seguridad «envejecido», con tecnología anticuada, puestos de mando estrechos y dispersos, y un número cada vez menor de encargados de museos.
«Cuando llegué, me horrorizó la situación de la seguridad en el Louvre», dijo Des Cars, quien anteriormente fue directora del Museo de Orsay. «Lo convertí en mi prioridad».
Ante la lluvia de preguntas de los senadores, que la acusaron de actuar con demasiada lentitud para resolver esos problemas, respondió que había tardado años en analizar un sistema extenso que abarca más de 400 salas, superar las complejidades burocráticas y seleccionar a las empresas adecuadas. Uno de sus colaboradores les dijo a los senadores que la construcción de los cambios en los sistemas de seguridad, que se espera que comiencen apenas en 2026, requeriría unos 59 kilómetros de cables eléctricos.
Este año, Macron anunció un plan de renovación de 500 millones de euros (más de 580 millones de dólares estadounidenses), que incluye 80 millones de euros, unos 93 millones de dólares estadounidenses, para centros de mando de seguridad renovados, más cámaras de vigilancia y un sistema de tarjetas de identificación actualizado. Des Cars dijo que había aumentado el personal de seguridad en 41 puestos a tiempo completo, de 2021 a 2024, aumento que los sindicatos han calificado de insuficiente.
El miércoles, Des Cars pidió un sistema para impedir que los vehículos aparquen demasiado cerca de las paredes del museo y que se abra un comando de la policía en el interior del museo. En la actualidad, el Louvre cuenta con una dotación permanente de 52 bomberos.
Los fallos del sistema costaron al personal de seguridad cuatro minutos preciosos, mientras los ladrones se estacionaban y ascendían al balcón. Pero, una vez que irrumpieron en el interior, las alarmas funcionaron con normalidad y el personal reaccionó adecuadamente, dijo Des Cars.
«El protocolo de seguridad se siguió al pie de la letra», dijo.
Cuando dos de los ladrones irrumpieron por la ventana del balcón a las 9:34 de la mañana del domingo, se activó una alarma que envió una señal a un puesto de seguridad del museo, explicó Des Cars. También dijo que, a las 9:35, uno de los cuatro guardias del museo en la galería –quienes no están armados– llamó por radio al centro de mando de seguridad principal del Louvre.
Una primera llamada a una comisaría de policía cercana se emitió en los 33 segundos siguientes a esa llamada de radio, dijo, y añadió que a las 9:36 un empleado del museo en el centro de mando pulsó un botón de seguridad que alertó a la jefatura de policía de París.
«Se avisó a la policía; y tres minutos después estaban en el lugar», declaró el miércoles Laurent Nuñez, ministro del Interior francés, a la radio Europe 1. Pero para entonces, los ladrones habían huido en dos motonetas.
Las dos vitrinas atacadas por los ladrones eran relativamente nuevas y de «muy alta calidad», dijo Des Cars. Refutó las insinuaciones de que las anteriores vitrinas de la galería, que caían dentro de una caja fuerte cuando eran atacadas, eran mejores, señalando que su mecanismo a veces se atascaba o era perjudicial para las obras de arte.
Dijo que los gruesos laterales de cristal de las nuevas vitrinas, que se instalaron en 2019, se construyeron para resistir balas y no para las herramientas eléctricas que permitieron a los ladrones abrir agujeros lo suficientemente grandes como para introducir las manos.
A las 9:38 de la mañana, los ladrones salieron por la ventana e intentaron prender fuego al camión en el que habían entrado, pero fueron ahuyentados por los guardias del museo. En su precipitación, a los ladrones se les cayó la corona de la emperatriz Eugenia, esposa de Napoleón III, que fue dañada cuando la sacaron de su vitrina. Pero los conservadores del museo tenían esperanzas de poder restaurarla, dijo Des Cars.
Algunos visitantes que regresaron al Louvre el miércoles expresaron su conmoción por el hecho de que partes fundamentales del patrimonio francés hubieran desaparecido en menos de 10 minutos y su decepción por el hecho de que la Galería Apolo –la sala de 60 metros de largo que fue el objetivo de los ladrones– permaneciera cerrada.
«Me hubiera gustado verla», dijo Karine Pivetta, visitante del sur de Francia de 38 años. «Son las joyas de nuestra historia, de la historia de Francia».
A su hijo Lucas no pareció importarle. Le interesaba sobre todo ver la «Mona Lisa».
Pero Emilie Sarran, de 39 años, quien acompañaba a los dos, dijo que estaba atónita por el robo. «Es sorprendente que en un gran museo como el Louvre hayan podido hacer eso», dijo.
Aurelien Breeden
es reportero del Times en París, desde donde cubre noticias de Francia.
Catherine Porter
es reportera internacional del Times y cubre Francia. Está radicada en París.
Ségolène Le Stradic
es una periodista e investigadora que cubre Francia.