La grave crisis humanitaria en Afganistán

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La pobreza, la sequía y el hambre en una economía colapsada castigan a millones de afganos cuya situación empeorará con la llegada del invierno. El país, ubicado en zona de de alta inestabilidad geológica, sufrió a fines de agosto un devastador terremoto de magnitud 6, que se cobró las vidas de 2200 personas, dejando más de 600 mil heridos y 700 mil viviendas afectadas, con muchísimas familias viviendo a la intemperie. Un nuevo sismo de menor impacto afectó el martes último al este del país.

Las Naciones Unidas habían reportado que la ayuda humanitaria internacional ya se había reducido en un 50% cuando el sismo jaqueó a las provincias orientales de Afganistán. Con un sistema sanitario también colapsado, los recortes en el financiamiento de ayuda impuestos por Donald Trump en enero pasado y el regreso masivo de numerosos refugiados aumentan la preocupación. Se suman también las violaciones a los derechos humanos por parte del régimen talibán que afectan en particular a mujeres y niñas, como reiteradamente denunciamos desde este espacio, privadas de derechos básicos fundamentales como el de trabajar y educarse.

Más de 2,6 millones de afganos han sido devueltos por la fuerza al país, muchos provenientes de los vecinos Irán y Pakistán, países cuyo empeoramiento económico los ha expulsado. Los equipos de la agencia de la ONU para los refugiados (Acnur), trabajan en las desbordadas fronteras a las que llegan miles de personas agotadas, hambrientas y asustadas, sumando una nueva presión sobre los limitadísimos servicios básicos disponibles.

Casi 600 mil afganos han debido regresar repentinamente desde Pakistán y más de 1 millón desde Irán. La Acnur trabaja para que el retorno sea voluntario, seguro, digno y sostenible, en particular desde Pakistán, donde muchos refugiados afganos vivieron por más de 40 años. Lo cierto es que los repatriados enfrentan el desafío de reconstruir sus vidas sin documentación, vivienda, educación ni atención médica en el castigado país.

Con recursos prácticamente agotados, la Acnur denuncia también que ha debido suspender temporalmente las operaciones en los centros de apoyo de todo Afganistán porque las autoridades impiden que trabajadoras de la ONU ingresen en recintos de la organización. Piden que se levanten de inmediato las restricciones pues no es posible atender a mujeres sin personal femenino, de acuerdo con las exigencias del propio régimen.

La situación es crítica. Casi 23 millones de afganos necesitan ayuda. Unicef reporta que 12 millones son niños y niñas. Este año, 820 pequeños cuyas vidas peligran requerirán tratamiento para la desnutrición aguda grave. Brindar socorro humanitario contrarreloj es imposible si la comunidad internacional no compromete efectivamente su apoyo para dotar de recursos y financiamiento a las organizaciones humanitarias que actúan en el terreno.

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