La historia del último gran jefe de los tehuelches en la Patagonia

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La imagen del cacique Mulato sentado en una silla de un estudio fotográfico es el punto de partida para contar el último acto sobre la tragedia de las comunidades originarias de la Patagonia. La historia del pueblo tehuelche, injustamente desplazado de sus tierras.

Siempre se argumentó que los tehuelches no supieron adecuar su cultura de cazadores nómades a los cambios de una economía sedentaria que proponía el avance de la ganadería en la Patagonia. No fue ese, sin embargo, el horizonte del cacique tehuelche Chümjaluwun, llamado “Mulato” por el color de su piel.

Cacique Mulato y su esposa

En 1893, el gobernador de Punta Arenas, Magallanes, les concedió a Mulato y a su comunidad un permiso provisorio para ocupar y explotar 10.000 hectáreas fiscales, en el valle del río Zurdo, ubicadas casi en el límite con la Argentina. En el decreto se fijaban ciertas condiciones estrictas, so pena de perder la tierra si no se cumplían.

En el término de un año debían alambrar su campo, pagar un tributo de arrendamiento y construir una “casa” cristiana. Mulato cumplió con todos los requisitos. “Se hizo edificar una casa en forma, tal como la tenían otros establecimientos de la campaña, dejando su antiguo toldo para usarlo en sus expediciones cinegéticas” explica el historiador Mateo Martinic en Los Aónikenk. Historia y Cultura.

Pero, además logró una organización laboral y productiva con su gente que le permitió contar con cobertizos, galpones y dedicarse a la crianza de caballos, mulas, ovejas y vacunos. Sus equinos, ya domados, se comercializaban en la colonia de Punta Arenas y en el caserío de Río Gallegos.

Chümjaluwun, cacique tehuelche también conocido como Mulato

Ante el avance a gran escala de la ganadería, sintió la presión sobre su solar ancestral por parte de estancieros ingleses vecinos. Observó que los tehuelches se veían limitados en sus cacerías trashumantes comunitarias por el alambrado, símbolo de la propiedad privada, y eso lo llevó a protestar ante las autoridades locales. Luego de varias evasivas del gobernador de Magallanes, resolvió viajar a entrevistarse con el Presidente, en una odisea que incluyó un viaje en barco de Punta Arenas a Valparaíso y desde allí en tren a Santiago de Chile.

Mulato llegó acompañado por dos mocetones, Canario y Purom. “Los tres viajan por primera vez: no sabían lo que era una navegación a bordo de un vapor, ni mucho menos una estación de tren” comenta el diario La Unión de Valparaíso.

Caciques Canario, Mulato y Purom

En esta importante ciudad puerto del Pacífico, Mulato y sus compañeros tuvieron un encuentro con el prestigioso fotógrafo Eduardo Clifford Spencer. Este ciudadano norteamericano, establecido en Chile a partir de 1870, con galerías fotográficas en Valparaíso y Santiago había retratado en sus estudios a las principales figuras políticas de la época y documentado escenas de la guerra del Pacífico.

Spencer realizó tres fotografías de los visitantes, al intentar realizar la cuarta, comentó el diario El Chileno, que Mulato se plantó y le solicitó cortésmente un honorario al fotógrafo “puesto que la fotografía hacía negocios con ellos, muy justo era que se les participara a ellos del negocio. Como se ve el cacique resulto a ser tan buen negociante como el señor Spencer”.

Cacique Mulato y su familia

En noviembre de 1896 fue recibido por Federico Errázuriz Echaurren. El primer mandatario los escuchó e intercedió mediante órdenes a la Gobernación de Magallanes para que no fueran molestados.

Errázuriz procedió con rapidez para resolver el conflicto en Magallanes: ya tenía bastantes problemas con los abusos que hacendados y mineros cometían en Tierra del Fuego con los pueblos indígenas.

Este reconocimiento presidencial a la delegación tehuelche fue un logro para Mulato. Sin embargo, afirmaba el diario El Magallanes de Punta Arenas, que uno de sus acompañantes no se mostró muy satisfecho: “El presidente no dio chauchas, ni camisas” reclamó Canario. Acostumbrado a las dádivas de los funcionarios regionales, extrañó que el jefe de los chilenos no hiciera entrega de presentes y obsequios.

Cacique Mulato junto a criollos y colonos. 1904

La tregua en Magallanes con los ganaderos duró nueve años. El alza del precio en la lana de ovejas en la bolsa de Londres requirió de más tierras en la Patagonia, incluso de aquellas declaradas como reservas indígenas.

En 1905, las tierras tehuelches fueron demandadas a nombre de la Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego, propiedad de Sara y Mauricio Braun para ser sometidas a remate. El latifundio era el modelo de la explotación lanar. No requería de familias en el campo, tampoco pequeños productores. Menos todavía, indios asentados en fértiles pasturas.

Mulato viajó nuevamente a Santiago acompañado de su familia y un traductor.

El diario El Porvenir en recuadro de su tapa destacaba: “Desde hace algunos días se encuentra en esta capital el cacique Mulato que ha venido a reclamar ante la Inspección General de Colonización sobre un despojo de terrenos de que fue víctima. Pero, como en los casos anteriores, el pobre cacique recorría diariamente las oficinas sin encontrar quien tomara nota de su justo reclamo”.

Cacique Mulato y su familia

El diario comentaba que el cacique tehuelche se encontraba alojado en calidad de visitante en una comisaría.

Finalmente, el presidente Germán Riesco lo atendió. La reunión terminó con un palmeo afectuoso en la espalda de Mulato y la promesa de que regresara tranquilo. Tras el silencio de los escritorios y como obsequio del viaje de regreso: la viruela.

Una sobrina que lo había acompañado contrajo la enfermedad en Valparaíso y falleció al llegar a Punta Arenas. Al poco tiempo murió por contagio Mulato, su hijo y gran parte de los tehuelches del valle del Zurdo. Su mujer Chalagüle, creía que un gran gualicho (embrujo) afectaba a la reserva. Abandonó la casa y viajó al Coyle, territorio de Santa Cruz, donde vivían otros parientes. Llevó con ella la peste y los contagió. “Muere casi toda la indiada”, escribe en sus memorias el salesiano Maggiorino Borgatello. De tal modo que, en un mes o dos, fueron diezmadas dos comunidades indígenas, una en Chile, otra en Argentina.

Chümjaluwun, cacique tehuelche también conocido como Mulato.

La paisanada de la reserva abandonó el lugar, sus animales fueron apropiados en parte por los ganaderos vecinos y el gobierno de Punta Arenas. La estancia que había construido Mulato terminó rematada y la tierra de sus ancestros bajo el dominio del latifundio ganadero.

La historia de la conquista de América es la historia de la conquista de la tierra. Los pueblos indígenas que se opusieron con las armas sucumbieron, los que intentaron establecer una convivencia pacífica, también.

Osvaldo L. Mondelo es periodista diplomado (UNLP), ex docente universitario y autor del reciente libro Mulato (Chümjaluwun).

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