La hostería patagónica, entre el lago y el bosque, que sobrevivió a un incendio feroz y asegura lujo y desconexión total

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La madera es protagonista en Bahía Arenal

Llegar es parte de la aventura. Como en buena parte de la Patagonia, el desierto templa el espíritu y el ripio, la paciencia. Si bien hay quienes aterrizan en avión y despues se suben a una lancha, la mayoría de los huéspedes –como nosotros– lo hace por ruta tras varias horas de ripio y con el ánimo expectante. Y porque llegar es parte de la aventura, todo se vuelve más único, más especial.

Nosotros vamos por la RN 40 –muy poceada– y tomamos la RP 43 –de ripio– para entrar a Alto Río Senguer. Localidad fundamental de Chubut, es el último sitio para cargar nafta y abastecerse antes de meterse en la cordillera y sus lagos. Luego avanzamos hacia el lago Fontana para bordearlo por su margen norte y entrar al Parque Protegido Municipal Shoonem, que vela por la preservación del huemul.

Nuestro primer destino es Huente-Co, en la cabecera del lago La Plata y de espaldas al lago Fontana, conectados por el cortísimo río Unión. Propiedad de Enrique Verde, es un complejo de cabañas que también funciona como base logística para adentrarse en el lago La Plata. De su muelle salen lanchas con quienes vuelan desde Hollywood para alojarse en La Soplada de Francis Mallmann, al final del lago; con científicos que estudian los huemules; y con quienes se hospedarán, como nosotros, en Bahía Arenal, la hostería principal de la familia Verde.

Pero antes sigamos con Huente-Co, donde nos recibe Mariana Verde, hija del dueño, en compañía de Daniela Panisse, su amiga y mano derecha. Mariana me cuenta que Enrique, empresario del petróleo y del campo en Rada Tilly, y expiloto de automovilismo, le compró las cabañas a Juan Brondo en el año 2000, luego de varias temporadas de veranear allí con su familia.

Lago La Plata desde los decks de Bahía ArenalBaño de bosque en Huente - CoPara almorzar, el sandwich de trucha puede salir con una copa de muy buen vino blancoSalida por el lago en kayak

Para empezar a descubrir el lugar cruzamos el río Unión por una pasarela colgante, envueltos en bufandas, para que el viento no afecte nuestros oídos. Después, caminamos por la orilla del inmenso lago La Plata, uno de los pocos que la frontera con Chile no parte al medio. Entonces, los ñires y las lengas nos proponen un baño de bosque espontáneo e introspectivo. Un rato de oxigenación profunda para los pulmones, la mente y el alma.

Al día siguiente, con la salida programada en función del viento, zarpamos para Bahía Arenal. La lancha (cubierta y calefaccionada) va cargada de víveres y se agita con las olas. “Salimos porque hay 60 km/h de viento. Si hubiera 80, sería complicado. Con más, habría que esperar al otro día”, me explica Mariana sobre lo imprevisible y categórica que puede ser la Patagonia. Con los cerros Cóndor, Catedral y Dedo en el frente, tardamos poco más de media hora en llegar a la hostería, sólo accesible por vía lacustre. El agua se plancha cuando entramos a la bahía, en la margen sur del lago.

Picnic junto al lagoEl encanto del bosque en Huente - CoBahía Arenal tiene lindos ventanales y espacios para la contemplación

En la hostería, dos habitaciones tienen vista al lago y están junto a un living comedor de ventanales generosos. “Mayer recibía con mozos de guante blanco”, me cuenta Mariana sobre Eduardo Mayer, el mentor de este lugar idílico. Empresario exitoso del mundo de los seguros (La Estrella y grupo Juncal), culto y apasionado de su país, abrió Bahía Arenal en 1999 porque quería hacer “algo por la patria, como hicieron mis abuelos”. Fue tildado de “loco” por lo remoto del emplazamiento y por su avanzada edad –83 años– al emprender las obras. Lo logró tras más de 200 viajes en lancha y cuatro años de trabajo. Y no claudicó en diciembre de 2005, cuando la hostería se prendió fuego. La reinauguró cuatro años más tarde, después de reconstruirla, y logró verla reinaugurada. Murió al año siguiente, con 98 años.

Enrique Verde maneja Bahía Arenal desde 2011, primero con la concesión y luego como propietario. El incendio de 2005 pudo haber terminado con todo, pero el tesón de los patagónicos –nacidos o adoptivos– pudo más. El único sector que el fuego no destrozó es La Experimental, divina casa de madera que se encuentra a un par de metros del comedor. Con muelle privado, salamandra y deck, tiene pisos que crujen con hidalguía. Al igual que la hostería, está refaccionada a nuevo: todo funciona a la perfección, y fiel al estilo que impuso Mayer. Una turbina que abastece de electricidad al sitio resulta una genial obra de ingeniería.

El living de Bahía Arenal es cálido y muy bonitoDesayuno en Bahía ArenalPasarela sobre el río Unión en Huente - Co

Tras un almuerzo frugal, el primer plan de la estadía es hacer un sendero panorámico, sin grandes ascensos y que da la vuelta a la península. Dos horas de deleite para nuestros sentidos, entre colchones de hojas de todo tipo, helechos, calafates, hongos anaranjados y, siempre, ñires y lengas. De regreso en la hostería, se orean en el deck cinco truchas –entre fontinalis y arcoíris– que acaban de pescar los guías Damián Aravena y Martín Galarce. A la noche Yolanda Quiroz, la cocinera del lodge, se luce al prepararlas. Compruebo que todo pierde sabor en Buenos Aires.

El desayuno con scones es otra gloria que dan ganas de prolongar, pero una salida en kayak es el plan para la mañana y el trekking de la tarde se presenta como la gran aventura de la estadía. Con ritmo y esfuerzo llegamos hasta las proximidades de la cima del cerro Blanco. Tomamos mate con torta, sin apuro, y con una vista privilegiada del lago. El regreso es veloz, para disfrutar de un cordero que se asa a la cruz, como merecido premio.

Tiempo de relax en Bahía ArenalLa comodidad de las habitaciones en Bahía ArenalVista del lago La Plata desde el cerro Blanco

El último día, Damián nos guía hacia mamá lenga, un árbol de 800 años que, de alguna manera, custodia los destinos de lugar. Lo abrazamos, le agradecemos y lo contemplamos. Mariana cuenta que durante años Mayer siguió atento el devenir de mamá lenga y les pedía que le enviaran fotos de su evolución. Como tantas otras veces a lo largo de mi estadía, nuestra anfitriona menciona a los antiguos dueños del lugar. Habla con respeto y consideración de lo que hicieron y dejaron quienes precedieron a su padre; de aquellos que soñaron, apostaron y se aquerenciaron con la zona. “Aquerenciarse”, pienso. De eso se trata. De hacer vínculos, como raíces, con un sitio.

Aguas cristalinas en los arroyos de los alrededores de la hosteríaLas mañanas de bruma mágica sobre el lago La PlataAbrazo a mamá lenga, que ronda los 800 años

Datos útiles

Huente – Co. Complejo de habitaciones y cabañas en la cabecera del lago La Plata. Muy buena atención de Sandro Blanco con Luis Jaramillo y equipo. Desde u$s 330 la cabaña para dos. Menú de tres pasos, u$s 40 almuerzo, u$s 50 cena, u$s 28 desayuno. Abre de noviembre a abril. RP 21 s/n. T: (297) 416-1619. IG: @lagolaplatapatagonia

Bahía Arenal. De acceso únicamente por vía lacustre, la desconexión y la belleza del lugar es total. Divina decoración. Muy buenos senderos autoguiados y para hacer con guía. Salidas para pesca, en kayak y lancha. Cocina de buen nivel. Desde u$s 600 la doble con media pensión. Estadía mínima dos noches. Lago La Plata. T: (297) 416-1619. IG: @lagolaplatapatagonia

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