Para vivir vidas plenas, es necesario colocarse siempre en primer lugar. ¿Qué significa esto? Significa conocerse, cuidarse, tratarse bien, permitirse pequeños regalos, descansar, practicar la gratitud y disfrutar de la vida. Las personas con rasgos de omnipotencia —quienes creen que pueden con todo— suelen anteponer a los demás antes que a sí mismas. En cambio, quienes son realmente potentes —aquellos que conocen sus capacidades y límites— hacen de su propio bienestar una prioridad.
¿En cuál de estos grupos te encontrás?
Cuando no somos potentes, generalmente porque nos han enseñado erróneamente que debemos ser humildes y no conocemos ni valoramos nuestro propio potencial, estamos privando a los demás de nuestros talentos. Por ejemplo, si soy un excelente músico, pero no desarrollo ese don, no permito que otros disfruten de algo que podría enriquecer sus vidas. Por eso es fundamental, sin temor ni vergüenza, reconocer para qué somos buenos y ponerlo en práctica. Quien es capaz de identificar y valorar sus fortalezas puede aceptar sugerencias de mejora sin dificultad, y así crecer hasta alcanzar su mejor versión.
Se requiere de una autoestima equilibrada para poder descubrir y desplegar nuestras fortalezas personales. Nadie es perfecto ni sabe hacerlo todo bien, pero todos destacamos al menos en un área, y no deberíamos sentirnos menos por ello. Al fin y al cabo, nuestro valor depende de quiénes somos, no de lo que somos capaces de hacer. Aquel que solamente reconoce sus virtudes, procura ser reconocido y validado; pero aquel que solamente es consciente de sus defectos, hace todo lo posible por ocultarlos y que nadie se entere de ellos. En cambio, cuando somos capaces de ver con conciencia “el cuadro completo” (virtudes y defectos), no necesitamos el aplauso externo porque nos lo damos a nosotros mismos.
Si sos padre o madre, debés saber que la mejor manera de criar hijos con una autoestima sana es modelando la capacidad de aceptar y celebrar todo lo que hacemos bien, así como mejorar o corregir aquello que hacemos mal. De nada sirve decirles que se amen a sí mismos si no ven que nosotros, como padres, también lo hacemos.
¿Y vos, cómo te llevás con tus puntos fuertes y tus debilidades? Recordá que la autoestima no consiste en mirarse al espejo y repetir “me amo” (eso puede hacerse sin problema); más bien, se trata de conocernos profundamente, hacer las paces con nosotros mismos y usar y multiplicar nuestras habilidades. Solo así podremos ser libres de la opinión de los demás y cumplir nuestros sueños.