Mohammed Emwazi, conocido como Jihadi John y figura central del Estado Islámico (ISIS), fue abatido en 2015 en Raqqa, Siria, tras un ataque con drone británico. Según información de inteligencia revelada hoy por los medios británicos, Emwazi fue abatido mientras sostenía un kebab (sandwich típico Medio Oriente), un detalle que aporta una perspectiva inédita sobre el operativo que puso fin a la carrera del notorio ejecutor de rehenes occidentales.
Su muerte representó un momento clave en la lucha internacional contra el terrorismo y sigue generando debate por las circunstancias que la rodearon y el destino de sus cómplices.
La operación, que culminó con la eliminación de Emwazi, fue el resultado de seis semanas de vigilancia por parte de los servicios de inteligencia británicos, incluyendo el MI6 y el GCHQ. Los agentes rastrearon sus movimientos hasta un local de comida rápida cercano a una mezquita, donde el terrorista solía detenerse durante breves intervalos.
Un operativo minuciosamente planeado
Un alto responsable militar, citado por el Daily Mail y The Sun, explicó que el equipo de seguimiento detectó un patrón: Emwazi llegaba en un vehículo todoterreno, permanecía entre tres y cuatro minutos y luego se retiraba. La confirmación de que el edificio era una tienda de kebabs llegó tras consultar con el MI6.
El día del ataque, los operadores de drones de la Fuerza Aérea británica y estadounidense, coordinados desde Qatar y con apoyo en Siria, esperaron a que un niño que acompañaba a Emwazi se alejara para jugar al fútbol antes de lanzar el misil Hellfire. Según detalló The Sun, la misión estuvo a punto de cancelarse cuando el menor intentó regresar, pero fue bloqueado por otros vehículos, lo que permitió ejecutar el ataque sin víctimas civiles. “Emwazi fue evaporado, kebab en mano”, relató uno de los responsables de la misión al Daily Mail.
Infancia, educación y radicalización de Emwazi
La trayectoria de Mohammed Emwazi comenzó lejos de los escenarios de guerra. Nacido en Kuwait, llegó al Reino Unido a los seis años y creció en el oeste de Londres, donde asistió a una escuela de la Iglesia de Inglaterra y era el único alumno musulmán de su clase. Vecinos y antiguos compañeros lo describieron como un niño tímido, educado y aplicado, aunque sufrió acoso escolar en la secundaria. Su vida cambió tras ingresar en la Universidad de Westminster para estudiar informática y gestión empresarial, institución que posteriormente se vinculó con círculos de islamismo radical.
Emwazi empezó a frecuentar distintas mezquitas y a relacionarse con figuras como Bilal al-Berjawi, quien también murió en un ataque con dron en Somalia. Tras graduarse en 2009, viajó a Tanzania con amigos bajo el pretexto de un safari, pero fue deportado y posteriormente interrogado por un agente del MI5, experiencia que, según él, alimentó su resentimiento hacia Occidente.
“The Beatles” y los rehenes occidentales
El grupo al que Emwazi se unió, conocido como The Beatles por su acento británico, estuvo implicado en la ejecución de al menos 29 rehenes, entre ellos el cooperante David Haines. La brutalidad de sus crímenes quedó registrada en videos que conmocionaron al mundo, como la decapitación del periodista estadounidense James Foley en agosto de 2014.
Posteriormente, Emwazi difundió grabaciones similares con las ejecuciones de Steven Sotloff y David Haines, así como de los estadounidenses Peter Kassig y Kayla Mueller. La identificación de Emwazi fue posible gracias a la labor del GCHQ, cuyo exdirector Robert Hannigan explicó en declaraciones recogidas por el Daily Mail que “su voz y acento británico fueron claves para descubrir su identidad”.
Además, Emwazi empleaba métodos de protección avanzados: utilizaba cifrado robusto, redes privadas virtuales y destruía los dispositivos tras cada comunicación, además de rodearse habitualmente de mujeres y niños para dificultar cualquier ataque aéreo.
En la actualidad, la atención se ha desplazado hacia los cómplices de Emwazi. El Shafee Elsheikh, conocido como “Jihadi Ringo”, fue condenado a ocho cadenas perpetuas por un jurado federal en Virginia, tras perder la ciudadanía británica en 2018. De acuerdo con el Daily Mail, Elsheikh ha solicitado su traslado desde una prisión de Colorado a una cárcel del Reino Unido, alegando el deseo de estar cerca de familiares y amigos.
Esta petición ha generado inquietud entre los allegados de las víctimas, quienes temen que otros miembros del grupo, como Alexanda Kotey —también sentenciado a cadena perpetua en Estados Unidos tras declararse culpable—, sigan el mismo camino y busquen cumplir condena en prisiones británicas, donde el régimen penitenciario es percibido como más laxo y con mayores comodidades.
Las familias de los rehenes asesinados han expresado su indignación ante la posibilidad de que los responsables de los crímenes sean trasladados a cárceles del Reino Unido. Bethany Haines, hija de David Haines, manifestó al Daily Mail su temor de que la solicitud de Elsheikh siente un precedente para otros terroristas y consideró la propuesta como una afrenta a la memoria de las víctimas.
Por su parte, autoridades estadounidenses y británicas han debatido sobre los compromisos internacionales en materia de repatriación de ciudadanos implicados en terrorismo, mientras la opinión pública sigue atenta a la evolución de estos casos.
Perfil y la táctica de Emwazi según la inteligencia británica
El seguimiento a Emwazi no solo implicó tecnología avanzada, sino también una comprensión detallada de sus rutinas y estrategias de autoprotección. Los agentes británicos detectaron que el terrorista modificaba constantemente sus rutas, utilizaba sistemas de cifrado robustos y eliminaba cualquier rastro digital tras cada comunicación. Además, su costumbre de rodearse de civiles complicó la planificación de la operación, ya que cualquier error podía provocar víctimas inocentes.
La paciencia y precisión de los equipos de inteligencia y militares resultaron determinantes para ejecutar el ataque en el momento exacto, evitando daños colaterales y poniendo fin a la amenaza que representaba “Jihadi John”.
La indignación de los familiares de las víctimas, como la expresada por Bethany Haines, refleja el dolor persistente y la sensación de injusticia ante la posibilidad de que los responsables de estos crímenes obtengan beneficios penitenciarios tras el sufrimiento causado.