Todo comenzó en 1911, cuando el abuelo Rocco viajó desde Monforte, una aldea del sur de Italia, hasta las afueras de Fife, en Escocia. Allí fundó un café: The Savoy. Ya le había puesto vuelo al nombre. Siguiendo con su éxito, su hijo abrió un Milk Bar en Regent Street, que rápidamente se convirtió en uno de los cinco locales más célebres del centro de Londres. Creció hasta convertirse en el hotel y restaurante Forte.
Allí comenzaría una de las dinastías hoteleras personales que aún sigue en las mismas manos, a modo de un César Ritz de la modernidad. Los nietos de aquel inmigrante, Rocco y Olga, fundaron en 1996 Rocco Forte, y desde entonces conducen los destinos de una serie hoteles que incluyen a algunos de los mejores del mundo: el Astoria de San Petersburgo; Brown’s, el más antiguo de Londres; Amigo, una ex cárcel de Bruselas, y Hotel De Russie, en Roma.
El espíritu ha sido honrar la historia y llevarla a la actualidad con un estilo personal que permite visitar a cualquiera de ellos y reconocer al mismo tiempo el sello de la marca, y la ciudad en la que te encontrás. Este talento es obra de Olga Polizzi (79), heredera familiar y responsable del mantra de diseño, que es capaz de llenar de turquesa su sede de Florencia y de modernizar el escocés en Edimburgo con armonía y vinculación local.
Se graduó en Arte en Roma, fue concejala de Westminster de 1989 a 1994 y responsable del consejo de becas y títulos honorarios del King’s College de Londres, además de la encargada de darle identidad a cada propiedad de la familia. La ciudad se mete dentro de los hoteles en todos sus sentidos: paisaje, imaginería, artesanos, productos locales. Un saber del que tiene un ejercicio basado en su afán por las compras: “Suelo preferir los patrones simples que acompaño con objetos inesperados –dice a la nacion–. Las antigüedades y el arte se rodean de diseño contemporáneo; por eso, intento trabajar con múltiples capas”.
–Enfrentó desafíos en espacios históricamente valiosos. ¿Cómo se plantea un diseño moderno a partir de allí?
–Comienzo por el edificio y su lugar, que es la base sobre la que planteo el interior. Quiero reflejar el sello en el orillo de Rocco Forte, pero me interesa que eso descanse en la identidad del sitio. Trabajo con personalizaciones especiales, como los papeles pintados de diseño exclusivo que encargo a Tommaso Ziffer, Paolo Moschino y Richard Smith. Por ejemplo, para el Hotel Brown’s de Londres opté por estilos muy ingleses con colores vivos diseñados por Adam Ellis, pero para la suite homenaje a Rudyard Kipling diseñamos una paleta selvática. Aun así, en todo apuesto al guiño del que sabe mirar. Las ilustraciones toman detalles del Londres del siglo XIX, con fondos del Támesis, pero también aparecen estampados populares de cierta época que son un homenaje al legado del lugar.
–¿La modernidad puede tener una base histórica?
–Claramente, porque es la manera de ofrecer desde el diseño un sentido de pertenencia asegurándonos que nunca repetiremos lo mismo. Por ejemplo, tenemos dos hoteles en Roma y el desafío fue diferenciarlos. En De La Ville nos inspiramos en la calle que habita, la Via Sistina, que era la parada de los viajeros del siglo XVIII adeptos al Grand Tour, esa experiencia por la que los ingleses emprendían un recorrido por Europa para aprender sobre arte, cultura, arquitectura, literatura y lifestyle.
–Más allá de todo el respeto por el pasado, se le nota cierto afán de romper reglas.
–¡Me descubriste! (risas). Me siento una diseñadora lúdica extravagante que se divierte en la superposición de estilismos, texturas y tramas de colores. Todo se conjuga de una manera inesperada con la idea de sorprenderte con algo imprevisto. Sin embargo, me gusta ser neutra con la iluminación. Creo que en general se suele exagerar. La luz en fundamental, pero cuando diseñas un hotel tenés que focalizarte en lo necesario, con un equilibrio clave entre las luces centrales, las generales, las empotradas y los apliques de pared.
–Sus propuestas reflejan cierta jovialidad y picaresca. Sin embargo, se considera pesimista.
–Un comentario agradable sobre alguna de mis puestas me levanta el ánimo, pero el optimista de la familia es mi hermano Rocco. Tiendo a pensar que a nadie le gustará lo que hicimos, que solo se verán errores y que los guiños divertidos que quise exponer pasarán desapercibidos. Soy perfeccionista.
–Están con nuevos proyectos en Milán, Cerdeña, Nápoles, Noto, Shanghái… ¿Qué tendencias llegan?
–Me estoy dejando seducir por las franjas de color y estampados. Sin embargo, creo que nada debe ser tan trendy como para que se convierta en anticuado en los próximos cinco años. La comodidad sigue siendo un hito insoslayable y siempre se trata de escuchar a los hoteles. Si estás lo suficientemente atenta, parecen poder decirte lo que quieren. Solo hay que mirar alrededor.