Estoy en el lugar de la ciudad que más me gusta. Hay otros sitios más espectaculares, famosos, antiguos, pero la Plaza del Grano debe ser de las más encantadoras de España. Es irregular y amplia, con suelo de adoquines de canto rodado. Por las juntas asoma pasto nuevo que crece y los cubre hasta formar una carpeta verde. Hay dos abedules altísimos en el centro, junto a un crucero y una fuente con dos niños de piedra que representan la confluencia de los dos ríos de León: Bernesga y Torío.
En tiempos medievales, la plaza era la sede del mercado de granos y pan; se pregonaban ordenanzas y hasta hubo corridas de toros.
La rodean algunos edificios bajos pintados de colores tierra, amarillo, rosa gastado. Y la iglesia de Santa María del Mercado (o del Camino), que ya existía en 1092.
A su lado, veo una taberna que se llama La Sacristía y me imagino que más de un cura habrá comido una tapa de pulpo con una copa de prieto picudo, la cepa tinta de esta zona.
Es domingo a la tarde y estoy sentada en La Santa Sed, uno de los cuatro o cinco cafés de la plaza, con el mapa de León desplegado en la mesa y una lapicera en la mano.
De poco más de 100.000 habitantes, León es capital de la provincia homónima, una de las nueve que forman la comunidad de Castilla y León. Durante los días que esté en la ciudad, varios leoneses me dirán que ellos no querían entrar en Castilla, que ellos todavía sueñan con ser una comunidad autónoma junto a las provincias de Salamanca y Zamora.
Ya habrá tiempo para la política, por ahora sigo en esta plaza preciosa, y unos niños corretean alrededor de la fuente. Los cascos antiguos son enmarañados y uno cree que saldrá por una puerta y termina dos puertas más allá, al pie de la muralla.
Para ubicarme, marco con una cruz la Plaza del Grano, al sur del Húmedo, el barrio con más restaurantes, ambiente y turistas. Al estar ligeramente alejada del sector más concurrido, la plaza queda protegida y al llegar da la sensación de estar ante un descubrimiento. Desde el café, y bajo el sol de otoño, trazo un recorrido posible por los monumentos principales: la catedral, la Colegiata de San Isidoro, el Palacio de los Guzmanes y la Casa Botines.
Anoto qué me gusta de esta plaza para no olvidarme:
- que sea un claro bien iluminado en medio de las calles sombrías del casco viejo; acá no hay obstáculos que tapen el sol;
- me gusta el nombre Grano, y que sea un tributo a la naturaleza y al alimento.
Hace 500 años, en León se cultivaba trigo, cebada, centeno, legumbre, y luego se agregó el lúpulo, que da flores que se usan en la producción de cerveza.
En esta época, León es uno de los mayores productores de lúpulo de España.
Un monasterio con galletitas y memoria
Me desconcentra un cartel que veo en un pórtico de enfrente: galletitas de semillas de las monjas benedictinas, a cinco euros. Pago el café, cruzo y entro en el Monasterio de Santa María de las Carbajalas. Atravieso un patio y ya estoy en el pequeño negocio atiborrado de rosarios, estampitas, artesanías para los fieles. En el estante de arriba, las galletitas de semillas.
La vendedora conversa con una monja que, al escuchar mi acento argentino, interviene y abre el diálogo. Sor Ana María Román Ranedo usa un hábito negro y un velo blanco. Tiene 85 años y entró en el convento a los 21. La más joven de ocho hermanos, la única que queda.
Me cuenta que en el monasterio son 14 hermanas y que en esta época es difícil que se ordenen nuevas.
Hace 30 años ella fundó el albergue de peregrinos que está en la esquina y tiene capacidad para 94 personas. Conversamos sobre el Camino de Santiago, que atraviesa la ciudad. León es parte del Camino Francés y, por las calles y en los restaurantes, se ven peregrinos en grupo, en pareja y solos; en bicicleta o con mochila.
Algunos vienen en bicicleta desde Roncesvalles, en el límite con Francia. Se los reconoce porque lucen cansados después de más de 400 kilómetros. Otros empiezan en León y tienen unos 15 días por delante hasta Santiago de Compostela.
La monja me quiere mostrar algo. Me lleva a una capilla con altar barroco en el interior del convento para que vea La Piedad, un cuadro del siglo XVII, del pintor Antonio Arias. Jesús está en brazos de su madre, como recién bajado de la cruz, ya muerto.
Al señalar las lágrimas que caen por las mejillas de la virgen, sor Ana María se emociona.
–Ay, es que me da mucha devoción esta imagen.
Seguimos caminando y llega al punto: me habla de su hermana Nieves, que en la posguerra se fue a vivir a Argentina. Habla de su sobrina, que es periodista. Y, al hablar de su familia terrenal, también le da devoción, y se vuelve a emocionar.
Le sugiero que nos saquemos una foto y dice: “Sí, claro, una selfie”. San Benito sale de fondo. Antes de despedirnos con un abrazo, anota su correo electrónico, que empieza así: sorperegrina@.
El legado de quienes partieron
Desde fines del siglo XIX y durante gran parte del XX, cientos de miles de españoles emigraron a “las Américas”. Nieves, la hermana de sor Ana María, fue una de las tantas leonesas que partieron. “Las Américas” eran México, Cuba, Venezuela, Perú, Chile, Argentina. Se estima que entre 1850 y 1970 emigraron más de 120.000 leoneses. El año con más viajes registrados fue 1912; dicen que León se vació. En el Museo de la Emigración Leonesa, que ocupa la Casona de los Pérez, se revisa la historia de esos viajes transoceánicos.
Como es un proyecto de la Cervecería Modelo, fundada en México por un leonés, el museo tiene la lupa puesta en los que emigraron a México. Sin embargo, la historia fue similar en otros países. A través de distintas salas y con un buen guía, se sabe algo de los puertos desde donde partían, cómo era el viaje, cómo se adaptaban a las nuevas tradiciones, qué hacían para conservar las propias, cómo era la convivencia con nuevos usos y costumbres. Qué llevaban y, sobre todo, qué dejaban atrás. Los que tenemos abuelos que vinieron de España algo sabemos de todo esto.
Frescos, murallas y un león de bronce
Eso pienso al salir, mientras cruzo el barrio Romántico para visitar la Colegiata de San Isidoro, conocida por el Panteón de los Reyes, donde enterraron a 11 monarcas. Le dicen la Capilla Sixtina del arte románico por los frescos de escenas de la vida campesina y de Jesús sobre los techos abovedados de la cripta. Cuando se pintó, en los siglos XI y XII, se usó la técnica al fresco, llamativa por su belleza simple, los colores naturales y los detalles. Unos años atrás se restauró sin reparar los frescos, sólo los limpiaron. León viene de legio, y así nació este lugar, como una legión romana.
La Legio VII Gemina fue una base del ejército de Augusto. Quedan restos romanos, de las murallas, de las puertas y las termas. Cada tanto hay noticias de un nuevo hallazgo arqueológico, ahora con el uso de IA. Sigo caminando y veo los nombres de las calles escritos en castellano y en leonés. Igual que en otras comunidades, se nota una tendencia por acercarse al origen. Descubro la estatua de un león de bronce que emerge de una alcantarilla con ansias de morder. Lo instalaron en 2020 y es un éxito del arte callejero.
La joya gótica: la Catedral de León
Paso por la librería café Tula Varona (la marco para volver más tarde) y por bares de tapas y restaurantes hasta llegar a la catedral, la joya de la ciudad, conocida como la Pulcra leonina. De afuera impactan el tamaño, las torres góticas, el rosetón grandioso. Fue el primer edificio declarado monumento de España. Leo que rivaliza con la Catedral de Burgos, y que comparan los vitrales con los de Chartres. Adentro, la ilumina la luz de los vitrales –vidrierías, dicen en España– que le dan matices sutiles, por momentos en los tramos de vidrios verdes y azules, una penumbra. Hacia el este, los primeros rayos iluminan el altar de colores cálidos.
Es tan espectacular el trabajo que me siento en el coro, rodeada por el órgano de tubos y las tallas mientras escucho cantos gregorianos que emergen desde algún lado y se esparcen en la nave. Durante el tiempo que esté en la ciudad pasaré por la catedral a distintas horas del día para admirar la construcción y pensar en los constructores y artistas que trabajaron durante los 50 años que duró la obra. Comenzó en el siglo XIII, en la época en que las ciudades crecían y empezaba la competencia por tener la mejor catedral. En el siglo XIX, se reconstruyó íntegramente: piedra por piedra, los vitrales y las piezas fueron guardadas en cajas y luego restituidas.
Gaudí, el banco y los balcones
Aprovecho que asoma el sol para descansar un rato sentada en un banco junto a Gaudí, el mismísimo, que está en plena confección de un plano a mano alzada, por eso no lo interrumpo. La Casa Botines es una de las tres obras que el arquitecto diseñó fuera de Cataluña. Además de visitar la casa con genialidades arquitectónicas y las reconstrucciones de época en cada cuarto, hay una muestra sobre la vida y la obra de Gaudí y otra sobre grandes artistas españoles.
Frente a la Casa Botines, el Palacio de los Guzmanes es un edificio del siglo XVI, el primero de León en tener balcón y sótanos como graneros. La calle Ancha es la peatonal que, sí, es ancha y un muestrario de caminantes y arquitectura para quedarse mirando.
Tapas, fiesta y paseos al atardecer
Por las tardes se arma un ambiente animado, especialmente en el barrio Húmedo, en la zona de la Plaza San Martín, donde los bares y restaurantes sacan las mesas a la calle. Cada lugar tiene su especialidad. De La Bicha muchos se quejan, pero nadie niega que ahí se come la mejor morcilla. Por la noche parece que hubiera una fiesta, pero no: simplemente se terminó el día y es un motivo para celebrar. Se ven turistas, peregrinos, pero más que nada leoneses que salen a tomar una caña con una tapa. Camino al atardecer y veo mi sombra proyectada en las murallas, que resistieron invasiones y siguen en pie.
El Capricho: carne, cuevas y bueyes sagradosLas cecinas, la morcilla, el queso de Valdeón y los pimientos del Bierzo cuentan la historia gastronómica de León. En Jiménez de Jamuz está El Capricho, uno de los mejores restaurantes del mundo para comer carne de buey. Para Gordón, los bueyes son una filosofía de vida. También, le ordenan la vida. –Para mí es un animal místico que contagia paz. Y, aunque no nos guste hablar de ello, la muerte forma parte de la vida. –Yo veo el sacrificio como una ofrenda, una forma de honrarlos.
Lo secunda Diego Zárate, chef argentino que tuvo el restaurante Casa Enna en La Plata. Su hermano, Patricio, es sommelier y comanda la bodega con más de 18.000 botellas. En la cueva se pierde la noción del tiempo: ¿mediodía o noche? La iluminación es siempre a la luz de las velas, tenue, pero alcanza para ver la cecina de buey, de un rojo oscuro, reposado.
Cuna del parlamentarismo
En 1188, el rey Alfonso IX convocó a la Curia Regia y por primera vez asistieron ciudadanos elegidos. En esa ampliación social, además de la nobleza y el clero, los ciudadanos participaron en la toma de decisiones de los asuntos públicos del reino. En 2013, los Decreta fueron reconocidos por la Unesco como “el testimonio documental más antiguo del sistema parlamentario europeo”. Al año siguiente, comenzó la carrera de 10 kilómetros León Cuna del Parlamentarismo, que en 2024 celebró una década.