Autores: Javier Ambrossi y Javier Calvo. Adaptador: Pablo Del Campo. Director general: Juanse Rausch. Director musical: Gaspar Scabuzzo. Elenco: Flor Jazmín Peña, Juli Castro, Leticia Siciliani, Mariano Saborido y César “Banana” Pueyrredón. Coreografía: Martu Loyato. Escenografía: Tati Mladineo y Luli Peralta Bo. Iluminación: Facundo David. Vestuario: Javier Ponzio. Sala: Teatro Astros (Av. Corrientes 746). Funciones: martes a las 20. Duración: 90 minutos. Nuestra opinión: muy buena.
Después de 10 años de éxito en Madrid y del suceso de su traslación al cine en 2017, el musical de los enfants terribles Los Javis (creadores de las series españolas Paquitas Salas, La Veneno y La Mesías, y herederos naturales del desparpajo y delirio de Pedro Almodóvar) desembarcó en la avenida Corrientes, hoy sede de musicales variopintos. La llamada, sin dudas, es el más peculiar de ellos. ¿Por qué? Porque una de sus protagonistas se enamora de una monja y otra, directamente de Dios; todo entre canciones de Whitney Houston, bailes tecno latinos y consumo de drogas sintéticas.
Se trata de un musical de cámara. Toda la acción transcurre en un único ambiente (el de un cuarto femenino, en un campamento estudiantil en Tandil) y solo cuenta con cinco intérpretes y tres músicos. Sin embargo, la propuesta está “arropada” con recursos que exceden la hechura de un musical de nicho. Tanto la escenografía como las luces y el sonido son de primer nivel y no tienen nada que envidarle a los de las grandes producciones del año.
La historia se centra en dos amigas: Susana (Flor Jazmín Peña) y María (Juli Castro) que desean triunfar como un dúo de cantantes y bailarinas. Una es combativa, al punto de ser apodada “la terrorista”; y la otra, más bien romántica. En el campamento de origen religioso en el que les toca convivir durante cuatro días se sienten atrapadas. Sin embargo, será allí donde encontrarán nuevos sentidos para sus vidas. Susana descubrirá su verdadera identidad sexual gracias a la atracción que siente por la novicia Dolores (Leti Siciliani), y María, el amor verdadero y profundo gracias a la aparición (¿o “la llamada”?) del Todopoderoso. Testigo privilegiado de estos entrecruzamientos es la hermana Dolores (Mariano Saborido).
La obra había conocido una versión anterior en el país, en 2019, que resultó algo fallida. Es que, en honor a la verdad, La llamada parte de un libro flojo y liviano, que requiere de mucho trabajo ulterior en escena. Sobre todo porque la temática religiosa, en la que está enmarcada la pieza, tiene un peso en España y otro muy distinto aquí. Pero esta nueva versión local del musical supera el escollo y se erige en un claro ejemplo de cómo se puede remontar un libro pobre con una buena adaptación, una dirección precisa y, sobre todo, el elenco adecuado (que en este caso une a generaciones, al tener a César “Banana” Pueyrredón en el rol de Dios).
Las dos protagonistas –las ex participantes de Bailando por un sueño Flor Jazmín Peña y Juli Castro, hoy figuras del streaming– irradian encanto y frescura, se lucen bailando y, en el caso de la segunda, también cantando. Junto a ellas se destaca Leticia Siciliani, con una interpretación que derrocha humor y candidez. Pero el que aquí levanta la vara y con todo es el graciosísimo Mariano Saborido, un todo terreno que mejora cualquier espectáculo, se trate de un drama, una comedia o, como en este caso, un musical. Su estilo de actuación, tan expresivo como explosivo, recuerda al de Alejandro Urdapilleta, solo que, además, canta y muy bien.
Un toque mágico
Mención aparte para César “Banana” Pueyrredón en su debut como actor teatral. Es sin dudas el condimento sorpresa de La llamada (y por lo tanto el gran hallazgo del casting). Sus apariciones en escena, a tono con el personaje que le tocó en suerte, parecen mágicas; dice muy bien sus parlamentos y, a la hora de cantar, se gana (muy merecidamente) los mayores aplausos de la noche. No solo asombra por la manera en que canta a los 73 años, sino porque se atreve a dos de los temas más difíciles de Whitney Houston (popularizados en el film El guadaespaldas): “I Will Always Love You” y “I Have Nothing”. El resultado de ambas rendiciones es emocionante. También interpreta “Step by Step”, que la cantante grabó para la película La mujer del predicador. Y al final regala un bis de su propia cosecha: “Cuando amas a alguien”; que obviamente no está incluido en el guion original, pero que tiene mucho que ver con la trama y, si no, ¿quién le puede negar un último momento de gloria al mismísimo Dios?