Sueca se convierte, cada año y durante un día, en la capital mundial de la paella. Y es que en esta pequeña ciudad valenciana se celebra desde 1961 el Concurso Internacional de Paella Valenciana de Sueca, uno de los certámenes más antiguos del país y, sin duda, el que mayor homenaje rinde a esta receta tan querida. Esta fiesta del arroz reúne a chefs llegados de todo el mundo, una jornada en la que, además, se busca encontrar al mejor cocinero de paellas del planeta.
En esta 64ª edición, celebrada el pasado 14 de septiembre, el restaurante ecuatoriano Sabor Amar Paellas se coronaba como autor de la mejor paella del mundo, un local liderado por el chef Tomás Angulo Salas y su ayudante, su mujer Karina Iturralde, llegados desde la ciudad de Quito. Pero este premio internacional no fue el único que se entregó durante la jornada. El palmarés estuvo completado por restaurantes ganadores en la categoría de España, de la Comunidad Valenciana y de Sueca, premios que se limitan exclusivamente a estas zonas geográficas.
En cuanto al premio a la mejor paella cocinada por un restaurante nacional, el galardón ha ido a parar al restaurante Los Reyes, de Málaga. Por su parte, la cocinada por un restaurante de la Comunitat Valenciana ha sido para La Llarga, de València; mientras que la mejor paella de Sueca ha sido la del restaurante Jardins Blau Mar.
Una escuela donde aprender a cocinar paella
Dentro de este palmarés internacional, hay un nombre que llama la atención por encima del resto. Se trata de La Llarga, el ganador de la categoría valenciana. Pero no destaca por el lugar en el que se encuentra, sino por el concepto de este lugar. Y es que, en realidad, no se trata de un restaurante al uso, sino de una escuela de cocina en la que todo gira en torno a esta receta tan tradicional, la paella.
Ubicado en pleno barrio de Russafa, La Llarga (Carrer de Dénia, 22) invita a sus comensales a vivir una experiencia. Aquí la paella no se disfruta comiendo en una mesa, sino que se comprende poniéndonos en la piel de los mejores cocineros. Antes de encender los fuegos, la experiencia gastronómica inmersiva comienza en el mercado del barrio, donde los encargados de La Llarga ayudan a los clientes a elegir el mejor producto local. Productos de kilómetro cero como el pollo, el conejo, la bajoqueta, el garrofó y, por supuesto, el arroz, que serán la base de su creación.
Tras la compra, llega el momento de atreverse con la paellera. “Cocinamos entre todos, con música y vino”, explican desde La Llarga en su web, describiendo lo que pretenden que sea una experiencia distendida a la vez que lúdica, en la que socializar y aprender al mismo tiempo. El aprendizaje llega de la mano de Jordi Botella García, el cocinero experto en paellas que se encuentra detrás de este curioso proyecto. Mientras la paella se cocina, no falta la sangría, y tampoco una tapa de aperitivo para ir abriendo el apetito.
En cuanto al precio de la experiencia, que dura unas tres horas, se sitúa en 52,73 euros para adultos, 36,91 euros para adolescentes de entre 12 y 16 años y 16 euros para niños de 4 a 11 años. Este coste incluye herramientas de cocina, delantal, la receta y todos sus trucos, entrantes, bebida y, por supuesto, la paella. Más allá de esta experiencia, La Llarga se transforma al caer la noche, convirtiéndose en un bar de cócteles especializado en recetas líquidas italianas.