Henry Every, célebre capitán inglés del siglo XVII, protagonizó el mayor golpe pirata de todos los tiempos al atacar el buque del emperador mogol. Este asalto se recuerda por el espectacular botín obtenido, y porque Every logró retirarse sin ser capturado, una rareza en la historia de la piratería. National Geographic reconstruye la audaz hazaña y el destino enigmático de este legendario marino.
La vida de Every, apodado Long Ben, comenzó en Devonshire. Tras servir en la Marina Real Británica, donde escoltaba convoyes comerciales y combatía corsarios franceses, se hartó de los bajos salarios, las condiciones insalubres y la disciplina estricta. “Nadie puede culparme por querer cambiar esta miserable existencia por la libertad del marinero proscrito”, manifestó Every, según National Geographic.
El 7 de mayo de 1694, cansado de impagos y bajo el mando de un capitán borracho, lideró un motín en el puerto de La Coruña. Se apoderó del Charles II, rebautizó la fragata como Fancy, la equipó con 46 cañones y zarpó para buscar fortuna en aguas menos vigiladas.
El ascenso de la Fancy y la ruta hacia el Índico
El Charles II transformado en Fancy permitió a la tripulación de Every navegar bajo bandera inglesa y aproximarse sin levantar sospechas a sus objetivos. Solo descubrían su condición de piratas cuando ya era imposible escapar. Los botines obtenidos se dilapidaban con rapidez, lo que los obligaba a nuevas expediciones.
A comienzos de 1695, la Fancy superó el Cabo de Buena Esperanza y llegó a Madagascar, un refugio clásico para filibusteros del Índico. Allí esperaron la llegada de flotas que transportaban peregrinos musulmanes hacia La Meca, sabiendo que el Índico ofrecía menor protección y abundancia de riquezas.
El asalto a la armada mogol y el golpe legendario
La ocasión surgió en agosto de 1695, cuando la flota del Gran Mogol apareció en el horizonte. Con temperaturas que superaban los 40℃, la moral cayó al saber que la flota, compuesta por la élite aristocrática india, había escapado hacia Surat, en la India.
Every y sus hombres iniciaron una persecución por el mar de Arabia y, gracias a la velocidad de la Fancy, alcanzaron primero al Fath Mahmadi, mercante armado de un acaudalado comerciante indio. Tras una breve andanada de cañones, el Fath Mahmadi se rindió y los piratas se apropiaron de oro, plata y rehenes valiosos.
Cuatro días después, la silueta del Ganj-i-Sawai, buque insignia del emperador mogol, apareció entre la bruma. Equipado con ochenta cañones, 400 mosquetes y una tripulación de mil hombres, el Ganj-i-Sawai superaba con creces a la Fancy.
Every describió el momento como “el golpe definitivo de nuestras vidas, el que iba a convertirnos en los hombres más ricos del océano o en alimento para sus peces”, según National Geographic.
Dos sucesos cambiaron el curso de la batalla: uno de los cañones indios explotó tras un disparo, provocando caos y bajas, y, al mismo tiempo, un cañonazo de la Fancy derribó el mástil principal del barco enemigo.
La toma del tesoro y el misterioso final del pirata
Sin radares, ni comunicación por radio, los piratas aprovecharon la confusión y abordaron el buque mogol. La lucha fue breve y feroz; muchos defensores resultaron heridos o desorientados.
El capitán indio llegó a armar a un grupo de esclavas con cimitarras, pero la defensa cedió. En cuestión de horas, Every y su tripulación tomaron el control de la nave y de su fabuloso tesoro: más de 600.000 libras esterlinas en oro, telas y piedras preciosas.
El botín se repartió de manera igualitaria, lo que permitió a todos los piratas aspirar a una vida de retiro y anonimato.
El robo provocó una rápida reacción de las autoridades europeas e indias, que pusieron precio a la cabeza de Every y sus hombres.
National Geographic detalla que el capitán contempló diferentes vías de escape: ocultarse en Madagascar, establecerse en América con nueva identidad o regresar a Gran Bretaña y confiar en amistades influyentes. Nunca fue capturado y su destino final permanece en el misterio.
Así, Henry Every se diluyó en la leyenda, como aquel que eligió el anonimato tras alcanzar la cumbre de la piratería, dejando un botín que jamás fue recuperado y un eco de audacia y secreto.