La moral del impostor

admin

A propósito de que el domingo se celebró el Día del Niño, resulta oportuno el elogio a una producción infantil que el Teatro Colón repuso en las vacaciones de invierno. Moliendo a Molière es el título de esta perlita de espectáculo que gira en torno a la historia, la época y los personajes del gran dramaturgo y poeta del siglo XVII, padre de la lengua y la comedia francesa. Creada por el ingenio de Emiliano Dionisi, con la dirección musical de Manuel de Olaso y la música exquisita de Lully y Charpentier, esta preciosura de obra narra las peripecias de una compañía de artistas mediocres pero adorables, que subsisten en pos de un sueño: el éxito. Esa panacea bohemia hecha de las ovaciones que todo saltimbanqui anhela. Más si, como a esa jocosa troupe de músicos, actores, cantantes y bailarines bajo las órdenes de Madeleine (la chispeante actriz Lucía Adúriz), la oportunidad de cambiar el destino se le presenta en la visita de una figura rutilante: una suerte de productor, empresario y crítico que abre las puertas de París. Tartufo.

Tan encantadora es la pieza que, de regresar a la programación, es más que recomendable para inculcar el hábito de la cultura clásica. Hasta aquí la lectura infantil.

¿Cuál es el cuento más importante de la literatura argentina del siglo XX?

Y dado que también el domingo se celebró en el Colón el debut de un cantante extranjero que triunfa en el mundo —el tenor norteamericano de origen chileno Jonathan Tetelman—, y que su arrolladora presencia suscitó un debate virtual despiadado, me siento tentada de darle una vuelta a esa tuerca infinita que es la literatura de Molière y prestarle atención a la moral del Tartufo, la moral del impostor.

Porque en este tiempo de realidades paralelas y redes sociales, de fraudes y charlatanes erigidos en críticos de medios de morondanga (medios que son sus propias páginas de Facebook o Instagram), nuestra sociedad está como ese elenco incauto de Moliendo a Molière, a expensas de Tartufos que falsifican identidades y profesiones, y que se sienten con la superioridad intelectual de explicarle al público, de revelarles a esas miles de almas que el domingo vibraron de emoción ante una voz despampanantemente hermosa, luminosa, apasionada, íntegra, joven, sincera, viva y real, que todo eso es mentira. Que están equivocados. Que la emoción es un sentimiento amateur.

¡Una farsa! porque debe ser el primero y último deseo de todo aquel que pisa un escenario: erizarle la piel a quien lo escucha. Se tiene o no se tiene el don. Y la mayoría no lo tiene, pero el tenor del domingo, sí. Y de sobra.

“¡Ah, pero los pianísimos! ¡Queríamos pianísimos!” Entonces rasguémonos las vestiduras porque vino una voz inmensa. “¡Ah, pero las canciones italianas! queríamos un Winterreise, un Liederkreis.” Lamentemos la decadencia porque no habrá en el arte quien les dé en el piné a esos blogueros que sufren y descalifican y defenestran, porque el universo no ha reparado en una sabiduría de la que se sienten dueños. “¡Ah, pero las grabaciones de las leyendas!” el talón de Aquiles de cualquier virtuoso que ose cantar las músicas de Callas, Pavarotti o Kraus (que, como Gardel, cada día cantan mejor), porque morirá en el intento, en la hoguera de las vanidades y la comparación.

Tartufos de las redes sociales, melómanos errantes como ese falso crítico con aires de grandeza por el que Madeleine y sus comediantes se desviven, pero nunca logran satisfacer, como el insidioso, el impostor, el personaje resentido, el falaz devoto, el arquetipo creado por Molière.

Recuerdo, para terminar, la lección de un profesor en Berlín, Georg Quander, Intendant de la Staatsoper, artificie junto a Barenboim del éxito de una de las instituciones musicales más prestigiosas del mundo. Nos daba una materia de Comunicación en la Humboldt-Universität: “Qué hablen de nosotros ¡Mal si quieren! Pero que hablen de la emoción, porque no hay peor pecado en el teatro que dejar al público indiferente”.

Deja un comentario

Next Post

Estrenos de cine: Haz que regrese, el folk horror australiano en su mejor forma

Haz que regrese (Bring Her Back, Australia/2025). Dirección: Danny y Michael Philippou. Guion: Danny Philippou, Bill Hinzman. Fotografía: Aaron McLisky. Edición: Geoff Lamb. Elenco: Billy Barratt, Sora Wong, Sally Hawkins, Jonah Wren Phillips, Mischa Heywood, Stephen Phillips. Calificación: Apta para mayores de 16 años. Distribuidora: UIP-Sony. Duración: 104 minutos. Nuestra […]
Estrenos de cine: Haz que regrese, el folk horror australiano en su mejor forma

NOTICIAS RELACIONADAS

error: Content is protected !!