La figura de Alice Liddell permanece inseparable de la creación de Lewis Carroll y su obra Alicia en el país de las maravillas, un libro que, tras 155 años, aún fascina a lectores de todas las edades. La historia de la niña real que inspiró a Carroll se entrelaza con la vida social y cultural de la Inglaterra victoriana, y su huella se extiende mucho más allá de las páginas del célebre relato.
El 4 de julio se celebra en Oxford el Día de Alicia, una fecha que rememora el paseo en barco por el río Támesis en 1862, cuando Carroll, cuyo nombre real era Charles Lutwidge Dodgson, narró por primera vez las aventuras de Alicia a las hermanas Liddell. Ese día, Alice, junto a sus hermanas Lorina y Edith, escucharon la historia que más tarde pediría a Dodgson que plasmara por escrito. Según la información recogida por BBC Mundo, el manuscrito original, titulado Alice’s Adventures under Ground, fue completado en 1863 y entregado a Alice en 1864, con ilustraciones hechas por el propio autor.
La familia Liddell se instaló en Oxford en 1855, cuando el padre de Alice, Henry Liddell, asumió el cargo de decano en Christ Church. La madre, Lorina, aspiraba a que sus hijas se integraran en la alta sociedad y contrajeran matrimonios ventajosos. Desde pequeñas, Alice y sus hermanas asistían a fiestas y eventos sociales, donde aprendían a desenvolverse entre la élite inglesa. La bisnieta de Alice, Vanessa Tait, describió ese ambiente como un lugar de familias glamorosas y amistades con la realeza.
Dodgson, entonces un joven profesor de matemáticas y pionero de la fotografía, conoció a Alice cuando ella tenía 4 años y él unos 24. Pronto se hizo amigo de las tres hermanas y comenzó a fotografiarlas. En su diario, Dodgson anotó el 25 de abril de 1856: “Las tres niñas estaban en el jardín principal la mayor parte del tiempo, y nos hicimos excelentes amigos. Tratamos de agruparlas en el primer plano de la imagen, pero no eran personas que se quedaran sentadas pacientemente”. La fascinación de Carroll por las hermanas Liddell se reflejaba tanto en sus fotografías como en su trato cercano.
La personalidad de Alice no pasaba inadvertida. Según su bisnieta, “era prepotente, altanera y mandaba a todos a su alrededor”, rasgos que Carroll supo captar en sus imágenes. En la época, fotografiar niños era habitual, y Carroll reunió una amplia colección de retratos infantiles. Sin embargo, una fotografía de Alice a los 6 años, en la que aparece como mendiga con el vestido rasgado y un pezón visible, generó controversia.
El escritor Robert Douglas-Fairhurst analizó que “el hecho de que puedes ver uno de sus pezones es algo que muchos espectadores lo encuentran perturbador, como si hubiera una cuota de sexualidad allí”. La bisnieta de Carroll, Caroline Luke, defendió que “uno siempre tiene que volver al período en el que ocurrieron estos eventos. No hay ninguna evidencia de que las cosas fueran inadecuadas o algo así”, según declaró a la BBC.
La relación entre Dodgson y las niñas Liddell se interrumpió abruptamente en junio de 1863, cuando Alice tenía 11 años. Las razones de esta separación permanecen en el misterio, ya que faltan páginas en los diarios de Carroll. Vanessa Tait sostiene que la madre de Alice pudo haber influido en la ruptura, al considerar que la actitud de Carroll hacia su hija se volvió demasiado afectuosa. “Ella quemó todas las cartas que Alice recibió de Carroll, según lo mencionó mi abuelo”, relató Tait. Otras teorías sugieren que Carroll cortejaba a la institutriz de las niñas, pero el enigma persiste.
Alice creció en un entorno donde la educación universitaria para mujeres era poco común, especialmente para quienes pertenecían a familias acomodadas. A pesar de no cursar estudios formales, se convirtió en una joven culta y de carácter fuerte. Su presencia en Oxford atrajo la atención de varios hombres, incluido el príncipe Leopoldo, hijo menor de la reina Victoria. Según Tait, “Alice lo amaba, pero la reina Victoria lo impidió porque ella no era una princesa”.
Finalmente, en 1880, Alice se casó con Reginald Hargreaves en la Abadía de Westminster. El príncipe Leopoldo, por su parte, contrajo matrimonio en 1882 con la princesa alemana Elena de Waldeck y Pyrmont. Como curiosidad, Leopoldo llamó Alice a su hija, y Alice Liddell nombró Leopoldo a su segundo hijo.
La familia Hargreaves se estableció en Hampshire, donde criaron a tres hijos. Tait explicó que “no eran increíblemente ricos, pero lo suficientemente como para que no tuvieran que trabajar”. Alice mantuvo una actitud conservadora y no permitió que su hijo trabajara, ya que en ese tiempo, para las familias acomodadas, el trabajo resultaba vergonzoso y solo se aceptaba la caridad como ocupación.
La tragedia marcó la vida de Alice en la adultez. De acuerdo con información publicada por BBC Mundo,sus dos hijos mayores, Alan y Leopoldo, murieron durante la Primera Guerra Mundial, y su esposo falleció en 1926. Solo le sobrevivió un hijo, quien, según Tait, “tenía que ser ‘el hijo’ para siempre”. A pesar de las pérdidas, Alice participó en la vida social, aunque, para su bisnieta, “era el tipo de mujer que no mostraba sus emociones”.
Las dificultades económicas la llevaron en 1928 a subastar el manuscrito original que Carroll le había regalado, obteniendo 15.000 libras de la época. El libro fue adquirido por un comprador estadounidense, pero en 1946 regresó a Inglaterra y en 1948 fue donado al Museo Británico.
En 1932, Alice viajó a Nueva York para recibir un título honorífico de la Universidad de Columbia, con motivo del centenario del nacimiento de Carroll. En esa ocasión, expresó: “Creo que ahora mis aventuras en el extranjero serán casi tan interesantes como lo fueron mis aventuras subterráneas”. Tait afirmó que Alice se sintió feliz y sorprendida por el apoyo del público durante ese viaje.
Alice Liddell Hargreaves falleció el 16 de noviembre de 1934, a los 82 años. Sus cenizas reposan en Lyndhurst, Hampshire, bajo una lápida que la identifica como “La ‘Alicia’ en ‘Alicia en el país de las maravillas’ de Lewis Carroll”. Tait concluyó que “ella influyó en el personaje y el personaje influyó en ella. Era una niña mandona y exigente. Y a medida que crecía, se volvió más mandona y exigente”. También reconoció que hubo momentos en que “Alice se cansó de ser Alicia en el país de las maravillas”.