La NOAA prevé que el otoño de 2025 será uno de los más cálidos en la historia reciente de Estados Unidos

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Las temperaturas durante el otoño podrían superar el promedio histórico, especialmente en el Suroeste y Nueva Inglaterra. (Imagen Ilustrativa Infobae)

La mayor parte del territorio de Estados Unidos se prepara para experimentar un otoño más cálido de lo habitual en 2025, según las últimas previsiones de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA).

El organismo anticipa que las temperaturas medias durante la próxima estación superarán los valores históricos, en especial en el Suroeste y en Nueva Inglaterra, dos de las regiones donde la probabilidad de calor anómalo será más elevada. Así lo refleja el pronóstico estacional publicado por el Centro de Predicción del Clima, dependiente de la NOAA, que abarca los meses de septiembre a noviembre.

La NOAA estima que “la mayor parte del país tendrá más posibilidades de experimentar temperaturas superiores a la media tradicional durante el otoño”. El fenómeno impactará en la transición climática, retrasando el descenso térmico habitual y alentando condiciones que podrían oscilar entre “templadas y, en algunos puntos, francamente cálidas”, en palabras del organismo estadounidense.

Las proyecciones de la agencia federal se refieren a tendencias estacionales: no anticipan episodios aislados de olas de calor o descensos bruscos de temperatura, sino el comportamiento promedio durante el trimestre.

eOtoños más calurosos han sido una tendencia constante desde principios del siglo XX, según datos de la EPA y la NOAA. (REUTERS/Kevin Lamarque)

“Para una localidad determinada el pronóstico puede manifestarse como un septiembre con condiciones normales, seguido de octubre y noviembre significativamente más cálidos, modificando el registro medio de toda la estación”, señala la climatóloga Michelle L’Heureux, citada por ABC News. El promedio nacional es el que marca la tendencia, aunque “cada zona debe interpretarlo en función de su propio clima habitual”, añadió.

La variabilidad regional resulta notoria. En Phoenix, entre septiembre y noviembre la temperatura máxima desciende de unos 40 grados Celsius al inicio de la estación, hasta 21 grados en noviembre.

En Nueva York, el rango habitual va desde 24 grados Celisius en septiembre hasta 12 grados en el mes final del otoño. El reporte oficial recalca que el exceso de calor no será homogéneo, ni garantiza la ausencia de eventuales descensos destacados: “el pronóstico no identifica zonas específicas ni duración precisa de los picos cálidos o frescos”, remarca la NOAA.

Entre septiembre y noviembre, ciudades como Phoenix y Nueva York podrían registrar temperaturas superiores a lo habitual. (REUTERS/Kevin Lamarque)

Otoños más calurosos

La tendencia a otoños templados no es nueva para Estados Unidos. De acuerdo con la Agencia de Protección del Medio Ambiente (EPA) y la propia NOAA, desde inicios del siglo XX los otoños en el país han registrado un ascenso térmico progresivo. “Los últimos otoños han sido, de forma recurrente, más calurosos que el promedio de las tres décadas recientes”, señaló la NOAA en su balance anual.

El otoño de 2024 alcanzó un récord: fue el más cálido en promedio en 130 años, y más de la mitad de los estados del país se situaron entre sus tres otoños con temperaturas más elevadas de la serie histórica.

La prolongación de ambientes cálidos tiene consecuencias directas sobre actividades cotidianas y sistemas naturales. Según Climate Central, “un otoño más cálido puede prolongar olas de calor de tipo veraniego y disparar la demanda y el costo del uso de aire acondicionado”.

El mismo instituto advirtió que las altas temperaturas inciden en la extensión de las temporadas de crecimiento agrícola, de alergias y de incendios forestales, especialmente en el Oeste del país.

El calor otoñal retrasa el cambio de color de las hojas y acorta la temporada de foliage, afectando el turismo local. (REUTERS/Kevin Lamarque)

El fenómeno también afecta la transformación del paisaje. El cambiante patrón térmico incide en la famosa explosión de colores que caracteriza a los bosques estadounidenses cada año.

De acuerdo con estudios de Columbia University, “los otoños cálidos retrasan el cambio de color de las hojas, acortan la duración del espectáculo y disminuyen la intensidad de sus pigmentos”. Este efecto sobre el “foliage” otoñal repercute en el turismo local, una fuente de ingresos relevante para muchas comunidades del noreste y el medio oeste.

La explicación de estos pronósticos reside, en buena parte, en los patrones climáticos vinculados al Océano Pacífico. El principal factor observado por los especialistas es el El Niño-Oscilación del Sur (ENSO), una variación natural de la temperatura del agua en la franja ecuatorial del Pacífico oriental. Los meteorólogos de la NOAA prevén “una transición desde el estado neutro hacia el enfriamiento conocido como La Niña antes de finalizar noviembre”.

El pasaje hacia la La Niña suele propiciar condiciones secas y cálidas al sur del país, mientras el noroeste y el valle del Ohio tienden a registrar un exceso de precipitaciones. La oscilación impacta en la circulación atmosférica, desplazando patrones de humedad y temperatura que determinan buena parte del clima en Estados Unidos.

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