
Más de cuarenta y cinco mil personas han tenido que abandonar sus hogares en Kordofán durante las últimas semanas, buscando refugio ante la intensificación de la violencia, la escasez de alimentos y los ataques armados. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Volker Turk, señaló este jueves que la hambruna ya se ha confirmado en Kadugli, mientras existe un alto riesgo de que Dilling se enfrente a la misma situación. Según publicó la ONU, se mantiene la preocupación por la posibilidad de que la región sufra una nueva «oleada de atrocidades», en un contexto marcado por los combates entre el Ejército sudanés y las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF), una milicia paramilitar.
Tal como informó Naciones Unidas, estos enfrentamientos han provocado un incremento en los casos de ejecuciones sumarias, bombardeos y ataques de artillería en los últimos meses. Desde el 25 de octubre, cuando las RSF tomaron la ciudad de Bara, se han documentado al menos 269 civiles fallecidos, aunque el corte en las comunicaciones y la falta de acceso a internet dificultan la recopilación de datos, por lo que se teme que el número de víctimas sea aún mayor. Además, la ONU reportó asesinatos por venganza, detenciones arbitrarias, secuestros, violencia sexual y reclutamiento forzoso, incluidos menores de edad. Según detalló el organismo, varios civiles habrían sido privados de libertad acusados de colaborar con alguno de los bandos en conflicto, mientras que la proliferación del discurso de odio crea un ambiente propenso a más violencia.
El medio ONU reseñó hechos concretos de violencia, como el ataque con dron perpetrado el 3 de noviembre por las RSF cerca de El Obeid, en Kordofán Norte, que causó la muerte de 45 personas que se encontraban reunidas en una tienda de campaña durante un funeral. Otro incidente destacado ocurrió el 29 de noviembre, cuando fuerzas del Ejército lanzaron un bombardeo sobre la ciudad de Kauda que resultó en al menos 48 víctimas mortales, la mayoría de ellas civiles. Los informes recogen que la ciudad de El Obeid, sede de recientes enfrentamientos y con partes bajo control parcial de las RSF, así como Kadugli y Dilling, están particularmente amenazadas: Kadugli permanece bajo asedio de las RSF y del Movimiento de Liberación del Pueblo de Sudán-Norte, grupo aliado de los paramilitares, mientras Dilling también sufre riesgo alto de hambruna.
De acuerdo con la información publicada por la ONU, las rutas de escape para la población civil se han visto reducidas por los bombardeos y los enfrentamientos en áreas urbanas y rurales. Volker Turk advirtió sobre la necesidad de garantizar pasos seguros a quienes huyen, dado que se trata de un imperativo en materia de derechos humanos. El Alto Comisionado llamó de forma explícita a los países con influencia en las partes enfrentadas para que tomen acciones urgentes que contribuyan a detener las hostilidades y frenen el flujo de armas que mantienen activa la guerra.
La situación en Kordofán ha llevado a la oficina de Naciones Unidas a reclamar no solo el final inmediato de los combates, sino también la restauración de los servicios básicos y de telecomunicaciones, así como el acceso del personal humanitario. Del mismo modo, la ONU subrayó la urgencia de hacer llegar alimentos y ayuda humanitaria a las comunidades en riesgo, ante el peligro de hambruna que afecta especialmente a Kadugli y Dilling.
El representante de la ONU recordó como antecedente reciente las atrocidades sucedidas en El Fasher, capital del estado de Darfur Norte, que quedó bajo el control de las RSF a finales de octubre. Turk sostuvo que «la comunidad internacional se mantuvo unida en aquel momento, condenando rotundamente las brutales violaciones y la destrucción». En ese mismo sentido, pidió no permitir que acontecimientos similares se repliquen en Kordofán.
“¿No hemos aprendido las lecciones del pasado? No podemos estar de brazos cruzados y permitir que más sudaneses sean víctimas de horribles violaciones de los Derechos Humanos. Debemos actuar y esta guerra tiene que terminar ya», sentenció el Alto Comisionado, de acuerdo con la cobertura de la ONU. Además, Turk reclamó la protección del personal de ayuda y la cooperación internacional para evitar otra catástrofe causada por la intervención armada en el país africano.
De acuerdo con el reporte de la ONU, la guerra civil en Sudán tuvo su origen en desacuerdos relacionados con la integración de las RSF en el Ejército, en el contexto del frágil proceso de transición interrumpido tras el derrocamiento de Omar Hasán al Bashir en 2019 y ahondado tras la revuelta que destituyó al primer ministro Abdalá Hamdok en 2021. La crisis ha provocado la intervención de actores extranjeros, incrementando la intensidad y el alcance de los combates y afectando a gran parte de la infraestructura crítica del país. La propagación de enfermedades y la destrucción de servicios básicos han deteriorado aún más la situación, de acuerdo con la información difundida por la ONU.
Actualmente, millones de sudaneses permanecen desplazados dentro del país o han cruzado las fronteras como refugiados. La catástrofe humanitaria ha generado alarma a nivel internacional, especialmente ante la incapacidad de las autoridades y organizaciones para atender a la población vulnerable debido a la inseguridad y a los daños sufridos por escuelas, hospitales y otras infraestructuras esenciales. Según datos de la ONU, la situación se agrava cada día, incrementando la presión sobre las agencias humanitarias y sobre los países vecinos afectados por el flujo de personas desplazadas.