Desde que blanquearon su relación en enero, Mauro Icardi y la China Suárez se encargaron de mostrar cada paso de su historia de amor como si fuera una postal de revista. Los viajes, los gestos románticos, las dedicatorias públicas, la vida soñada que tienen como una familia ensamblada. Todo parecía fluir con naturalidad y armonía. Pero en los últimos días, en las redes sociales se encendió una alerta que lo cambió todo. Porque lo que hasta ahora se leía como espontáneo empezó a parecer guionado. Una secuencia de imágenes cuidadosamente seleccionadas empezó a revelar un patrón: las poses, los gestos y hasta la ropa de la actriz tienen una inquietante similitud con las fotos que el deportista se tomó con sus hijas en los últimos años.
Todo comenzó en la red social X, previamente conocida como Twitter. Algunos usuarios viralizaron una imagen publicada a comienzos de enero por el futbolista: la primera en la que aparece abrazado a la China, ella sentada sobre su falda, mejillas pegadas, expresión enamorada. En una postal similar, en esa misma pose, ya había sido publicada por Icardi tres años atrás, el 19 de enero de 2021, para celebrar el cumpleaños de su hija mayor en París.
Después vinieron más coincidencias. En enero de este año, durante un vuelo en jet privado, la actriz se dejó ver recostada sobre el pecho de su pareja. Esa escena ya había ocurrido en marzo de 2024, cuando la hija menor del jugador, apareció en la misma posición durante un viaje a Italia que compartió con Wanda Nara. Pero no fue la única, ya que hace poco, en Carmelo, Uruguay, volvieron a posar con una chimenea de fondo. Ella en su regazo, ambos abrazados, relajados. El 31 de diciembre del año anterior, el mismo Icardi había compartido una imagen idéntica con su hija más chica con el gesto y composición.
Y todavía quedaban más imágenes por comparar. En uno de los viajes rumbo a Turquía, la China eligió un pijama rosa que no pasó inadvertido. Se parecía, casi al detalle, al que habían usado las hijas del futbolista en otro viaje reciente. Fue entonces que muchos usuarios empezaron a hablar. La palabra “imitación” comenzó a circular como una certeza y el clima se volvió espeso.
Los comentarios en redes sociales fueron directos y feroces. “Es demencial esta situación”, escribió un usuario. “Me dio miedo cuando me di cuenta de las similitudes”, agregó otro. “Ya dije varias veces que Wanda debería pedir una perimetral para las hijas. Es una psicópata”, publicó un tercero. La percepción general fue clara: algo en estas fotos no encaja.
Ni Mauro ni la China salieron a responder, sino que eligen seguir mostrando sus días juntos como si nada de esto hubiera explotado. Comparten su rutina entre viajes, momentos íntimos y demostraciones públicas de afecto. Para ellos, al menos de cara al afuera, todo sigue igual.
Pero en las redes, las coincidencias ya son imposibles de ignorar. La secuencia de imágenes pasó de ser una simple galería de amor a una especie de espejo del pasado. Y ese reflejo es el que incomoda. En paralelo, Nara, hasta ahora, se mantuvo en silencio. No hizo comentarios, no compartió indirectas, no reaccionó públicamente. Pero el eco del Wandagate vuelve a sentirse, esta vez sin necesidad de traiciones, solo con fotos.
Las imágenes siguen acumulándose en los feeds, pero ya no se miran igual. Porque cuando los recuerdos se mezclan con lo nuevo, y lo íntimo se repite como una escena ensayada, el relato se vuelve borroso. El amor de la pareja se muestra como perfecto, pero el eco de otras historias persiste, en cada gesto, en cada pose. Las fotos y, ahora, todos están mirando.