La razón por la que se construyó no era cualquier razón, como tampoco fue cualquier año el de su inauguración. Destinado a albergar la Exposición Universal de 1900, el Grand Palais de París sigue siendo, más de un siglo después y tras refacciones, ampliaciones, cierres temporarios y reaperturas, una suerte de enorme monumento a un sueño, el de la modernidad, que con el correr del tiempo terminó mostrando demasiadas fisuras. La gran novedad de este mes es que, además de continuar con la exposición dedicada a Niki de Saint Phalle y Jean Tinguely, el Grand Palais habilitó, durante las Fiestas, una pista de hielo que es, según sus impulsores, “la más grande de Francia”. Entre lo chic y lo popular, bajo una cúpula de vidrio que se las trae, sesiones de DJ y contradicciones aparte, el pulso de la Ciudad de la Luz no quiere perder el podio.
La pista del Grand Palais
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