La infanta Cristina está celebrando su 60 cumpleaños en una de las etapas más tranquilas de su vida. Tras haber estado en el epicentro de uno de los mayores escándalos que ha sacudido a la monarquía española —el caso Nóos, vinculado a su exmarido Iñaki Urdangarin—, hoy la hermana del rey Felipe VI ha conseguido rehacer su vida lejos de los focos, en Suiza, y sin necesidad de una nueva pareja a su lado.
Desde hace años, vive en uno de los barrios más exclusivos de Ginebra, donde ha encontrado la serenidad tras superar el dolor de la infidelidad de quien fue “el amor de su vida”. Aunque durante años permaneció fiel a Urdangarin, incluso tras el estallido judicial del caso que terminó con su marido condenado a más de seis años de prisión, finalmente decidió poner punto y final a su matrimonio en 2022. Fue entonces cuando la infanta anunció su separación tras 25 años de relación, poco después de que salieran a la luz las imágenes de Urdangarin con Ainhoa Armentia, publicadas por la revista Lecturas.
Lejos de hundirse tras este drástico suceso, la infanta Cristina ha mostrado una gran fortaleza. Ha encontrado apoyo en sus cuatro hijos -Juan, Pablo, Migue e Irene-, que han tomado caminos independientes y de los que se siente profundamente orgullosa. Su entorno asegura que el vínculo familiar ha sido clave en su recuperación emocional. Carmen Enríquez, en declaraciones a Vanity Fair, afirmó: “Ya empieza a superar el divorcio, sus cuatro hijos la han arropado muchísimo, sus padres también y yo la veo muy recuperada. Ha perdonado a su exmarido y lo entiendo, además ella no es de esas mujeres que se separan con rencor. No está pensando en rehacer su vida”.
Un repaso a su vida
En el ámbito profesional, Cristina mantiene una vida activa y exitosa. Desde 1993 trabaja en La Caixa y actualmente ocupa el cargo de directora del área Internacional de la Fundación. Además, colabora a tiempo parcial con la Aga Khan Development Network (AKDN), un grupo de agencias privadas de desarrollo. Su perfil, reservado pero eficiente, le ha permitido mantener una carrera sólida al margen del ruido mediático.
Sin embargo, su nombre siempre estará ligado al escándalo del caso Nóos, en el que fue investigada judicialmente, convirtiéndose en el primer miembro de la familia real española en ser llamado a declarar ante un tribunal. Aunque fue absuelta en febrero de 2017, la presión pública tuvo consecuencias: ese mismo año desapareció su nombre de la página web de la Casa Real y en junio de 2015 su hermano Felipe VI le retiró el título de Duquesa de Palma de Mallorca.
Pese a estas circunstancias, la infanta Cristina ha seguido adelante. Asiste a los partidos de balonmano de su hijo Pablo, mantiene encuentros ocasionales con su madre y su hermano, y ha reaparecido en actos públicos como la boda de su primo Nicolás de Grecia. Todo esto, mientras el interés internacional por su figura no cesa. La prensa alemana, en particular, ha seguido analizando su vida. Tal es el caso, que incluso se han inventado un mote para ella.
“Ella tenía todo lo que una joven podía desear y cayó más lejos de lo que jamás hubiera imaginado”, señalan en la revista Bunte, donde destacan que Cristina “siempre fue ambiciosa”, aunque aclaran que “nunca fue una princesa consentida”, ya que desde joven demostró carácter e independencia. Comenzó a estudiar Ciencias Políticas en la Universidad Complutense de Madrid con apenas 19 años y fue “la primera mujer de la Familia Real española en obtener una licenciatura universitaria”. En 1990, decidió ampliar su formación con un máster en Relaciones Internacionales en Nueva York. “Cristina quería demostrar su valía incluso lejos de casa”, apuntan.
En esta misma publicación, se refieren a su exmarido como “el príncipe azul que desbarataría la vida de Cristina”, y concluye con el mote que resume su controvertido legado dentro de la realeza española: “La princesa exiliada”.