El Parque del Retiro ha cerrado sus puertas en diez ocasiones desde el mes de mayo por la aplicación del protocolo municipal ante rachas de viento y altas temperaturas. Esta medida, que ha generado malestar entre los vecinos, afecta también a otros parques considerados singulares por el área de Medio Ambiente del Ayuntamiento. Desde el consistorio se justifica esta decisión en base a un dato clave proporcionado por el propio Ayuntamiento, el protocolo se activa en el 1% del tiempo, y en este periodo es donde se caen el 80% de las ramas.
Aunque desde el Ayuntamiento insisten en que ese 1% de tiempo es marginal, las consecuencias han sido visibles este verano, ya que varios de los principales espacios verdes de la ciudad han estado cerrados al público precisamente durante los días más calurosos. El protocolo afecta no solo al Retiro, sino también a otros ocho parques, El Capricho, la Rosaleda del parque del Oeste, Juan Carlos I, Juan Pablo II, Fuente del Berro, la Quinta de los Molinos, Torre Arias y el parque Lineal del Manzanares.
Un sistema automatizado desde 2014 y endurecido en 2019
El protocolo de actuación en zonas verdes fue implantado en 2014 y endurecido en 2019 durante la legislatura de Manuela Carmena. El objetivo es garantizar la seguridad de los visitantes ante posibles caídas de ramas u otros elementos de los árboles en condiciones meteorológicas adversas.
Este sistema ha recibido críticas, en especial cuando se activa en días con cielos despejados y sin viento aparente. Este año, algunos sectores lo han llegado a denominar el protocolo “contra el sentido común”, debido a la falta de concordancia entre lo que indica el algoritmo y la sensación térmica de quienes transitan la ciudad, según indica el medio local Madrid Secreto.
El último cierre del Retiro, el pasado sábado 5 de julio, ocurrió mientras el parque permanecía aparentemente tranquilo. A pesar de esto, el algoritmo municipal, que se basa en datos de la AEMET, determinó el cierre. La decisión se tomó teniendo en cuenta rachas de viento, temperatura, humedad y otros indicadores que dictaminan los niveles de alerta, verde, amarilla, naranja o roja.
Las quejas aumentan ante el cierre en plena ola de calor
Aunque el viento es el factor más destacado, el calor también aumenta los cierres, especialmente durante los episodios de altas temperaturas del verano. El caso más polémico fue el 30 de mayo, cuando la Feria del Libro tuvo que cerrar inesperadamente por la activación del protocolo.
Las críticas aumentan ante lo que muchos vecinos describen como una contradicción, cerrar los parques justo cuando más se necesitan, según el medio local mencionado anteriormente. En redes sociales, frases como “¿Cerrar parques cuando hace calor?”, se han convertido en publicaciones habituales frente a estas decisiones.
Por otro lado, otras zonas reformadas hace poco como la Puerta del Sol o la plaza de Santa Ana presentan escasa sombra, lo que aumenta la sensación de desprotección ante el calor. Desde asociaciones vecinales hasta partidos de la oposición, se reclama una revisión del protocolo.