La realidad muestra que las pickups empezaron a ganar terreno en las ciudades en los últimos años. Lejos de los primeros usos con los que fueron creadas, son cada vez más adoptadas por citadinos que buscan darle un uso más urbano que de trabajo.
Con el tiempo, proliferó la cantidad de accidentes de tránsito que las involucran, demostrando cómo un mal uso de ellas (así como de cualquier vehículo), puede convertirlas en un grave peligro.
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Recientemente, trascendieron dos siniestros viales de gravedad: uno en el barrio porteño de Caballito, donde una pickup embistió a un SUV y quedó incrustada en una farmacia y otro en José C. Paz, provincia de Buenos Aires, donde una camioneta embistió a un Renault 12 a 160km/h y fallecieron dos personas.
El aumento de ventas de pickups, el cambio de usuario y una conducción imprudente generan un combo peligroso. La Argentina es el cuarto productor mundial de pickups y la mayoría de las camionetas medianas que se venden en el país, se producen en el país.
Eso provoca que, ante cierres y trabas para importar, sean unidades que siempre tengan disponibilidad. En años donde las importaciones tenían dificultades y demoras para concretarse, este tipo de vehículo gozaba de una ventaja en relación a los demás, motivo por el cual muchos usuarios se volcaron a este segmento pese a no necesitarlo para el trabajo o el off-road.

La fabricación de pickups en la Argentina responde a una combinación estratégica de factores industriales, logísticos y de mercado. Por un lado, el país se consolidó como el el principal en América Latina, gracias a una sólida red de proveedores especializados, mano de obra calificada y una infraestructura industrial que permite producir y exportar a gran escala.
A esto se suma una cultura local que valora la pickup tanto para el trabajo como para el uso personal, potenciada por una geografía variada que exige vehículos robustos y versátiles.
El problema, le explicaron fuentes especializadas en seguridad vial a LA NACION, es el target que empezó a adoptar a las pickups como vehículo de calle sin dimensionar el tamaño y potencia que estas unidades tienen, generando una conducción peligrosa y graves accidentes de tránsito.
“Son jóvenes, manejan camionetas de gran porte, conducen agresivamente y les gusta marcar territorio. Incluso en Pinamar se hacían competencias y se chipeaban (se les eliminaba el límite de velocidad) ahí mismo. [Es una conducta presente] en personas de nivel económico medio-alto», explican expertos.

Las pickups han avanzado en los últimos años en materia de seguridad para sus ocupantes, convirtiéndolas en vehículos que protejen de manera muy eficiente a quienes viajan dentro en caso de siniestros. Según analizan fuentes, ante los choques violentos, los pasajeros de una pickup suelen salir ilesos.
Para agregar datos, estas pickups suelen medir cinco metros de largo y pesar aproximadamente unas dos toneladas (peso bruto total). Debido a su gran tamaño, también requieren de mayor competencia al manejar, calcular las distancias con mayor presición y entender la dimensión de lo que se conduce.
Son unidades que, además, tienen diferencias en el campo visual. Según un reporte de la organización ambiental Transpot & Environment, un niño pequeño frente a una unidad de este porte queda fuera del campo visual del conductor. Estas limitaciones visuales aumentan el riesgo de accidentes, especialmente al girar, salir de una cochera o ingresar a una vía.

En definitiva, las pickups se posicionaron como uno de los vehículos favoritos de los argentinos y de la región. Dan versatilidad, ofrecen grandes prestaciones mecánicas, de confort y seguridad, pero requieren una responsabilidad mayor al manejarlas.
Según explican especialistas en seguridad vial, es fundamental la educación al volante y la conciencia al volante para prevenir accidentes. Estas unidades, que han evolucionado mucho tecnológicamente, se convierten en vehículos ideales para todo tipo de público, siempre y cuando se desarrolle una conducción responsable y un uso adecuado.
