La revolución silenciosa del intestino: por qué tu microbiota puede cambiar tu salud (y tu vida)

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Durante décadas, la nutrición se centró casi exclusivamente en contar calorías, evitar grasas o seguir modas pasajeras. Pero en los últimos años, la ciencia nos mostró que hay un actor silencioso que determina, en gran medida, cómo nos sentimos, cómo respondemos a los alimentos e incluso cómo funciona nuestro sistema inmunológico, nuestro metabolismo y nuestro estado de ánimo: la microbiota intestinal.

La microbiota es el conjunto de billones de microorganismos que habitan principalmente en nuestro colon. Lejos de ser simples “bichos”, cumplen funciones esenciales: fermentan fibras y polifenoles que nosotros no podemos digerir, producen vitaminas y metabolitos antiinflamatorios, entrenan a nuestro sistema inmunológico y participan activamente en la regulación del apetito, el metabolismo y la salud mental.

Cuidarla es, en definitiva, cuidarnos a nosotros mismos.

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Sin embargo, no todas las personas están en condiciones de “alimentar” directamente a su microbiota. Quienes presentan síntomas digestivos —hinchazón, dolor, diarrea, constipación, gases excesivos o intolerancias alimentarias— muchas veces tienen una microbiota alterada y una mucosa intestinal inflamada. En esos casos, antes de pensar en “la alimentación ideal”, es clave reparar la salud digestiva. Para eso, proponemos un enfoque en dos etapas: primero, realizar un reseteo intestinal, que permite calmar la inflamación, restaurar la mucosa y reorganizar la microbiota; y recién después, avanzar hacia una alimentación diseñada para nutrirla.

Facundo Pereyra propone un enfoque en dos etapas, para reparar la digestión y luego potenciarla

¿En qué consiste esta segunda etapa? No es una dieta restrictiva ni pasajera, sino un estilo de alimentación diverso y vivo: incorporar al menos 30 tipos de plantas por semana —incluyendo frutas, verduras, legumbres, semillas, especias y hierbas— y sumar un alimento fermentado por día. Esta combinación, respaldada por investigaciones de referencia como el American Gut Project, se asocia con una microbiota más rica y equilibrada, menor inflamación sistémica y mejor salud integral.

Pero ¿por qué es tan relevante este nuevo enfoque? Porque nos conecta con una visión más compleja y realista del cuerpo humano. Ya no se trata solo de “lo que entra y lo que sale”, sino de entender que lo que comemos transforma el ecosistema microbiano que define cómo procesamos los nutrientes, cómo se regulan las hormonas del apetito, e incluso cómo respondemos al estrés.

Hay estudios que vinculan desequilibrios en la microbiota con enfermedades inflamatorias, trastornos de ansiedad, obesidad y enfermedades autoinmunes.

No se trata de una solución mágica, sino de un proceso para reparar, reequilibrar y nutrir

Numerosos testimonios respaldan esta mirada. Personas que, tras años de malestares crónicos como colon irritable, fatiga persistente o alergias alimentarias, lograron recuperar vitalidad al abordar su salud intestinal desde una estrategia funcional y personalizada. No se trató de una solución mágica, sino de un proceso: reparar, reequilibrar, nutrir.

“Oro blanco”: el alimento milenario que ayuda a restaurar la flora intestinal

En la charla que realizaré en Bienestar Fest, el evento que organiza LA NACION junto con OSDE profundizaré en por qué esta manera de alimentarnos puede transformar la energía, el ánimo y la salud a largo plazo. Hablaré de ciencia, pero también de historias reales de personas que, al sanar su intestino, recuperaron bienestar y conexión consigo mismas.

La alimentación ideal no se mide en calorías, sino en vida microbiana. Es hora de dejar de comer solo para nosotros, y empezar a comer también para ellos.

El autor es un gastroenterólogo especializado en medicina funcional digestiva para el bienestar

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