La riesgosa fragilidad estructural de los Milei

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La doble conmoción (política y económica) que sufre el Gobierno tras el escándalo de supuestas coimas en la Agencia Nacional de Discapacidad (Andis) expone una riesgosa fragilidad estructural del oficialismo. No son solo complicados problemas coyunturales.

Por un lado, Javier Milei está oficiando y mostrándose cada vez más como ministro de Economia que como Presidente, hasta imponerle al equipo económico medidas, incluso contra la opinión del equipo que comanda Luis Caputo, con el agravante de haber provocado nuevas turbulencias antes que soluciones. Lo admiten altísimos funcionarios del área.

En tanto, la armadora política y único escudo presidencial, Karina Milei, es hoy una figura cada vez más horadada, primero por los heridos internos y externos que ha sumado, especialmente a lo largo de este año durante la construcción política-electoral. Luego y más grave, por los dos serios escándalos de corrupción en los que ha quedado salpicada y que el Gobierno no ha logrado despejar: el caso $LIBRA, antes, y los audios por supuestos pagos de coimas en compras de la Andis. Justo en medio del tratamiento parlamentario del veto presidencial a la ley que disponía un aumento en las prestaciones para las personas con discapacidad. Demasiado todo junto.

El pánico a que aparezcan nuevos secretos

Así, la situación en la que han quedado los dos lados mayores del desequilibrado triángulo isósceles del poder muestra una dificultad complicada de superar: no aparecen fusibles en el tablero del Gobierno.

El sistema, cada vez más concentrado en los hermanos Milei y alterado por infinitos cortocircuitos, está atravesado por la desconfianza y la dificultad para dar respuestas satisfactorias, como se ha visto en las últimas semanas. Las más negativas desde que el líder libertario accedió a la presidencia, hace 20 meses.

El escándalo, además del impacto político, económico y en la opinión pública que ya generó y puede generar, tuvo una inmediata derivación en el plano electoral, aunque nadie se atreve a pronosticar todavía si afectará y cuánto la decisión de quienes eran considerados hasta hace una semana potenciales votantes de La Libertad Avanza en las elecciones nacionales del 26 de octubre.

A la campaña oficialista se le sumó ahora la novedad de que Spagnuolo llegó a Milei de la mano del primer candidato a diputado nacional por la decisiva provincia de Buenos Aires, José Luis Espert, y de su esposa. Una posición altamente incómoda ante propios y ajenos.

Ese complejo escenario permite entender el desconcierto y el ruidoso hermetismo que durante los últimos cuatro días ha reinado al respecto en la cúpula gubernamental, con la excepción del jefe de Gabinete, Guillermo Francos, convertido en un aclarador oficial (de escasa eficacia). Las fotos sin texto posteadas ayer en la red X de Karina Milei en el acto proselitista realizado en La Matanza son de una singular elocuencia.

También eso explica el silencio que se impuso a los operadores digitales y mediáticos que siguen sin fisuras junto al Gobierno. Valga la aclaración dada la deserción que se advierte ante el escándalo de la Andis por parte de muchas y muy relevantes figuras que hasta aquí habían sido comunicadores o propaladores afines a Milei e integrantes de su aparato de comunicación.

En las redes sociales, otrora hábitat colonizado por el espacio libertario, las cuentas pertenecientes a las milicias digitales oficialistas quedaron virtualmente mudas en las últimas 96 horas respecto de la difusión de los audios, captados en forma clandestina y editados, en los que supuestamente el expulsado extitular de la Andis Diego Spagnuolo vinculaba con el pago de coimas a Karina Milei y al subsecretario de la Presidencia e íntimo colaborador suyo, Eduardo “Lule” Menem.

“La única línea que bajó fue no hablar y hubo que bajar algunos posteos”, dijo a LA NACION una fuente que participó de la operación “silenzio stampa”.

Mientras tanto, un conjunto de comunicadores y periodistas hasta ahora bien vistos por la Casa Rosada y algunos cercanos a Milei integraron un coro de críticas al Gobierno con reclamos de explicaciones y medidas. Un cambio de sintonía que pocos esperaban y que alentó nuevas sospechas en la cima presidencial.

La bomba de los audios no solo fue, según algunos sectores del oficialismo, un sofisticado mecanismo de relojería activado para golpearlo en el momento más inoportuno (u oportuno), sino también una operación para hacer estallar disputas internas. Todos ven fantasmas.

Algunas fuentes de la cúpula oficialista hablan de un clima de terror a que sigan apareciendo audios y, también, videos, por lo que prefieren el comprometedor silencio al riesgo de que cualquier aclaratoria quede descalificada muy rápido. Otros agregan que se trata de ganar tiempo para ver si prosperan gestiones (y presiones) para lograr una desmentida de Spagnuolo. Así de edificantes son los escenarios que se vislumbran.

Un importante representante del oficialismo afirma, en ese sentido, que “los audios fueron armados por agentes que le pagaron a Spagnuolo un millón de dólares como parte de una operación en la que están involucrados sectores del Gobierno enojados con el eje Karina-Lule, adversarios peronistas y macristas despechados”, según, dice, le habrían reportado miembros de la inteligencia estatal a los que él ha frecuentado por funciones anteriores y sigue frecuentando.

Por eso, confía en que el acusador podría ser convencido con argumentos de peso(s) similares para desdecirse. La fuente dijo haber propuesto contar esta conspirativa versión públicamente, pero que le pidieron mantenerse en silencio, por lo que debió cancelar su participación en programas de televisión a los que se había comprometido a concurrir. Habrá que esperar en medio de la oscuridad y si el contenido de los teléfonos secuestrados a los involucrados no aporta datos que los comprometan aún más. Por ahora, los dispositivos de la hermanísima y su colaborador sospechados han quedado a salvo de las requisas.

Lo que no logra explicar el dirigente es por qué si, como dice el Gobierno, las grabaciones tienen más de un año de antigüedad y estaba al tanto de ellas, mantuvo a Spagnuolo en el cargo y no adoptó medidas al respecto. Demasiados acertijos para la precaria organización libertaria.

La preocupación del Gobierno, que lo mantiene en estado de shock, no solo se debe a la magnitud del escándalo desatado. Todo lo agrava el difícil contexto en el que estalló.

Por un lado, el oficialismo padeció en las últimas dos semanas y tras un cierre de listas en el que creyó haber salido victorioso, una docena de derrotas parlamentarias que rayan los pilares del plan económico, pero, sobre todo, muestran una fuerte falta de conducción política frente a un fortalecimiento del heterogéneo colectivo de adversarios.

El Senado le demostró en la última sesión que casi no puede confiar más que en los muy propios y Diputados expuso la sostenida pérdida de apoyos, incluidas nuevas fugas del bloque oficialista, más la deserción de legisladores hasta hace poco amigables. No solo es este uno de los períodos con más actividad parlamentaria durante un año electoral, sino que muestra el extraño caso de que un oficialismo que cuenta con apoyo en la opinión pública pierde legisladores y dirigentes, mientras profundiza disputas internas. Además de singular debería resultar muy inquietante para un Gobierno cuya representación en el Congreso es absolutamemente minoritaria.

Todo eso golpea, además, la confianza en el plano de la economía y las finanzas. Además, los actores económicos ven con creciente inquietud (y operan en consecuencia) la sucesión de parches monetarios y financieros adoptados a instancias de Milei, que han impactado negativamente en la actividad económica, tensionaron la relación con los bancos, estresaron el sistema financiero y afectaron los activos argentinos.

En la política y en la economía abundan las complicaciones y no es ajena a eso la opinión pública. Lo reflejó la caída de casi 14% en el Índice de confianza de los consumidores (ICC), de la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT). Y quedará aún más expuesto en el índice de Confianza en el Gobierno (ICG) que se publicará este lunes y ha sido por lo general un buen predictor electoral. El descenso es aún más abrupto. Y las encuestas fueron hechas antes de que se conociera el escándalo de la Andis.

En la misma línea, el último informe de Poliarquía difundido ayer se titula “Importante retroceso del apoyo al Gobierno y fuerte caída de las expectativas futuras”. El primer párrafo lo dice todo: “Malos datos para el Gobierno a pocas semanas [tres] de la elección bonaerense. La aprobación de Milei registra su mayor caída intermensual y, por primera vez, muestra un saldo negativo. A esto se suma una fuerte caída en las expectivas económicas y en la visión general para el año próximo”, dice.

Los más probable es que el Gobierno se consuele con que aún conserva una aprobación de 49%, a pesar de caer cuatro puntos. Pero si mira sin anteojeras, la caída se da en un plano inquietante: “Está vinculada, en buena medida, al impacto de los vetos presidenciales, tanto el del aumento a los jubilados como al de la discapacidad”. Y se hizo antes de que estallara el escándalo.

La incidencia de temas socialmente sensibles se verifica en la conversación en las redes sociales en los últimos días. Según un relevamiento de la consultora Méthodo, Milei sigue siendo la figura central, pero las menciones negativas son muy negativas: 70% contra poco más de 20% positivas. Además, empieza a aparecer la pregunta de “si el esfuerzo valdrá la pena”. Una duda cruel.

Según ese estudio, el silencio de las milicias digitales libertarias tras el escándalo fortaleció la tendencia negativa. Las menciones a la hermana presidencial duplicaron el pico alcanzado en el caso $LIBRA, tras la difusión de los audios y el 62% fueron en sentido negativo.

“No obstante, hay que esperar, ya que $LIBRA nació en las redes mientras que lo de las coimas surgió en medios tradicionales, por lo que podría tener un desarrollo más lento, pero más duradero. Lo que se complicaría si dura la ausencia de defensores. En estas horas, Milei parece el presidente de su propio club de fans, casi en solitario”, señala Patricio Hernández, director de Méthodo.

Lo que nadie alcanza a pronosticar aún es qué impacto podría tener este hecho, sumado a la compleja marcha de la economía y los recientes traspiés parlamentarios. Sin embargo, Pablo Knopoff, director de Isonomía, advierte que “lo saca de eje. No le permite atacar. Lo trae el presente”. Y ese presente está complicando la visión de futuro. Un dato no menor para un Gobierno cuyo gran activo, además de la baja de la inflación y el orden en la calle, era haber sostenido la esperanza social, a pesar de los efectos negativos del ajuste.

Los desafíos crecen en las instancias electorales decisivas para un Gobierno que debe enfrentar complicaciones con una manifiesta fragilidad estructural. Pero todavía falta mucho por ver. Estas son horas de zozobra donde lo que se discute en la Casa Rosada es cómo sobreponerse a este terremoto inesperado.

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